Análisis de noticias
La conferencia sobre el clima COP 26 se está llevando a cabo en Escocia, y China ya ha decepcionado a los analistas que dicen que no está haciendo lo suficiente para detener el catastrófico calentamiento global.
Los líderes mundiales se reunieron en Glasgow para la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) y todas las miradas están puestas en el mayor contaminador del mundo: China. Pero Beijing no está jugando limpio. El líder del Partido Comunista Chino (PCCh), Xi Jinping, no asistirá.
El 28 de octubre, Beijing rechazó los llamados para establecer objetivos climáticos más estrictos. El PCCh decepcionó a los analistas del clima con su contribución determinada a nivel nacional (NDC), que incluye planes para aumentar las emisiones hasta 2030. Son las mismas promesas que China hizo en 2015, cuando el presidente Barack Obama prometió desastrosamente que Estados Unidos reduciría de inmediato las emisiones, incluso cuando China planeaba abiertamente aumentarlas durante los siguientes 15 años.
Beijing aún planea seguir extrayendo y quemando carbón, hasta 2025. El PCCh solo prometió alcanzar la neutralidad del carbono en 2060.
Estas son las promesas. Es probable que las acciones de Beijing sean mucho peores, si se considera la historia reciente como un indicio.
India, el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, está siguiendo el ejemplo de China. El país del sur de Asia indicó previamente que presentaría un objetivo de emisiones más bajo, pero ahora dice que puede que no lo haga.
En 2015, los países que aceptaron el acuerdo climático de París acordaron limitar el calentamiento global hasta una valor entre 1.5 y 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. La resistencia de India es, en parte, para presionar a las naciones ricas a que aumenten su provisión de miles de millones de dólares de financiación climática en ayuda al mundo en desarrollo.
Una de las pocas mejoras en la contribución determinada a nivel nacional, o NDC, de China es el aumento de los combustibles no fósiles de un objetivo del 20 por ciento a un objetivo del 25 por ciento. Beijing también aumentó su objetivo de reforestación de 4500 millones de metros cúbicos de reservas forestales a 6000 millones y el nuevo objetivo de energía solar y eólica lo fijó en 1200 gigavatios. Xi había prometido anteriormente dejar de financiar centrales eléctricas de carbón en el extranjero.
Pero, según The Guardian, los nuevos objetivos de Beijing «son insuficientes para sostener al mundo en el curso de mantener el calentamiento global a no más de 1.5 grados C (…) los activistas del clima dicen que es hora de que el país [China] tome más medidas a nivel interno para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero en esta década».
Según los científicos, para 2030 es necesario reducir las emisiones globales en un 45 por ciento respecto al valor de 2010 para poder mantener el calentamiento global por debajo del límite de 1.5 grados centígrados. Hasta ahora, las NDC de los países no se acercan a este objetivo, por lo que el secretario general de la ONU planteó la idea de obligar a las naciones a sentarse a la mesa de negociaciones cada año para reconsiderar sus compromisos.
Pero aunque el régimen de Beijing haga promesas al mundo, estas no tendrán casi ningún sentido si no hay logros inmediatos y verificables en el cumplimiento de los logros a corto plazo. El PCCh ha incumplido muchas promesas, como las hechas a Estados Unidos en 1979 de resolver la cuestión de Taiwán de forma pacífica, y en 1984 a Gran Bretaña, de dejar intactas las libertades de Hong Kong.
Así que lo que importa en cuanto a los compromisos climáticos no es lo que dice el PCCh, sino lo que hace, y lo que está haciendo ahora según The New York Times, es ampliar la producción de carbón en más de lo que Europa Occidental extrae anualmente. Beijing está volviendo a poner en marcha minas inactivas y está trabajando para que no aumenten los precios del carbón, que es lo contrario de lo que pretenden los impuestos sobre el carbono.
El carbón es la principal causa humana del cambio climático. Pero, supuestamente debido a la escasez de electricidad a principios de octubre, China aumentó su producción de carbón en 220 millones de toneladas métricas anuales, casi un seis por ciento más que el año pasado. A pesar de haber cerrado la mitad de sus 11,000 minas desde 2016, lo que contribuyó a casi duplicar el precio del carbón, China sigue extrayendo y quemando más carbón que todos los demás países juntos.
Las minas que China cerró fueron las más pequeñas, dejando así 153 de las más grandes y modernas minas estatales para ampliar la producción en los próximos meses, con el pleno beneplácito de las autoridades. Pagar los costos de estas ampliaciones llevaría décadas. Esto es un indicador de que Beijing no tiene ningún plan de reducir significativamente su producción de carbón a corto plazo.
En tanto, el planificador estatal de China está manteniendo bajo el precio del carbón, lo que aumentará su uso o, si no se encuentra suministro, desestabilizará el mercado. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma reveló el límite del precio previsto el 26 de octubre. Desde entonces, los precios futuros del carbón, que alcanzaron un nivel récord el 19 de octubre, se redujeron a la mitad.
El 27 de octubre, según Reuters, «el Consejo de Estado dijo que aplazaría los impuestos por valor de unos 17,000 millones de yuanes en el cuarto trimestre para ayudar a las empresas de carbón y calefacción a resolver sus problemas operativos y que también aliviaría los impuestos de algunas empresas manufactureras». Esto aumentará aún más el uso del carbón y las emisiones.
El aumento del uso del carbón en China producirá electricidad barata para su industria exportadora, que luego inundará los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia con productos chinos, a la vez que los precios más altos de energía en los países importadores restringen su fabricación nacional. Esto dará la ilusión de menores emisiones de carbono en los países ricos. Pero en realidad solo estarán exportando sus emisiones a través de la deslocalización de su fabricación hacia China. Los consumidores de estos mercados ricos pensarán que tienen su pastel e incluso se lo comerán. Podrán darse una palmadita en la espalda por los paneles solares que están comprando, los que al producirse en el extranjero utilizan carbón de altas emisiones.
Para lograr un máximo de 1.5 grados centígrados en el calentamiento global, dicen los analistas, China debe reducir su quema de carbón, aumentar las inversiones en el extranjero que sean bajas en carbono y aumentar su participación en la protección de los mayores sumideros de carbono del mundo, como los océanos, los bosques, el suelo y la atmósfera.
Sin embargo, pocos países, por no decir ninguno, quieren la influencia autoritaria e hipócrita del PCCh en sus economías y en la toma de decisiones medioambientales. La situación del sistema político totalitario y engañoso de Beijing no puede separarse del uso que hace de ese sistema para impulsar su poderío industrial en detrimento del medio ambiente de todos los demás países.
Por lo tanto, hasta que Beijing se democratice o límite definitivamente sus emisiones, las naciones más responsables del mundo deberían imponer sanciones económicas a China en forma de aranceles climáticos coordinados. Las democracias del mundo, como únicos representantes elegidos a nivel mundial, pueden demostrar así la seriedad de sus convicciones medioambientales. Es poco probable que Beijing responda a algo menos que eso.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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