Comentario
La economía china está mucho peor que en 2016, y un segundo mandato de Trump podría llevarla al precipicio.
Cuando saltó la noticia de que el expresidente Donald Trump había ganado la reelección, los mercados bursátiles repuntaron, el dólar subió, el yuan cayó y el Partido Comunista Chino (PCCh) probablemente se desesperó. La guerra comercial que Trump lanzó contra China en su primer mandato ralentizó el crecimiento chino, debilitó su moneda y disparó la deuda. Sin embargo, China logró resistir el primer asalto de la batalla de Trump gracias a una economía por lo demás fuerte.
En su segundo mandato, Trump ha prometido adoptar una postura aún más dura con China, volviendo a nombrar a Robert Lighthizer —el cerebro detrás de la guerra comercial original con China— como nuevo representante de Comercio de Estados Unidos. Lighthizer, conocido por su trabajo fundamental en la cuantificación del robo de propiedad intelectual del PCCh entre 225,000 y 600,000 millones de dólares anuales, ha recomendado durante mucho tiempo que Estados Unidos se desvincule de China, una postura que reiteró en su libro de 2023, «No Trade Is Free». Desde que dejó su anterior cargo en el gobierno, Lighthizer ha trabajado en el Center for American Trade del America First Policy Institute, un think tank que aboga por responsabilizar a China de prácticas comerciales desleales, robo de propiedad intelectual y violaciones medioambientales.
Tras cuatro años de aranceles de Trump, cuatro años de aranceles de Biden, prolongados cierres por el COVID-19 y una constante «reducción de riesgos» por parte de los países europeos y del G7, la economía china sigue estancada. El desempleo juvenil rozó el 19% en agosto, cerca del récord del 21.3% en 2023. El sector inmobiliario sigue en declive, con una caída de los precios de la vivienda nueva, y la deuda de las administraciones locales, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), asciende ya a 8.4 billones de dólares. A finales de 2023, el FMI calcula que la deuda pública total de China será de 20.7 billones de dólares , mientras que la deuda de las empresas rondará los 350 billones de yuanes, es decir, 48.76 billones de dólares. Con un PIB de solo 18.2 billones de dólares, la deuda del país es más de tres veces superior al tamaño de su economía.
El líder del PCCh, Xi Jinping, ha puesto en marcha un importante plan de estímulo centrado en el problemático mercado inmobiliario, la deuda de los gobiernos locales y los recortes de las tasas de interés. Las medidas clave han incluido la reducción de las tasas hipotecarias, la inyección de liquidez para estimular los préstamos y la presentación de un plan de 1.4 billones de dólares para aliviar la carga de la deuda de los gobiernos locales. Aunque estas medidas han supuesto cierto alivio, no han impulsado significativamente el gasto de los consumidores. El gasto de los hogares como porcentaje del PIB se mantiene por debajo del 40%, unos 20 puntos por debajo de la media mundial, lo que refleja la continua lucha de Xi por cambiar la economía china de un modelo impulsado por las exportaciones a otro basado en los servicios y el consumo.
A pesar de sus objetivos, Xi se ha visto obligado a confiar una vez más en la industria manufacturera y las exportaciones para sostener la economía después del COVID, pero esta estrategia está resultando ineficaz. El yuan es ya un 10% más débil que al inicio de la guerra comercial, lo que limita la capacidad del PCCh de devaluar aún más la moneda para estimular las exportaciones.
Los analistas coinciden ampliamente en que los retos económicos de China son estructurales, derivados del envejecimiento de la población, la deuda masiva en los sectores inmobiliario y de las administraciones locales, y la caída de la inversión. Con estos problemas tan arraigados, la mayoría de los expertos predicen que China no alcanzará su objetivo de crecimiento del 5%.
En su primer mandato, Trump impuso aranceles de hasta el 25 por ciento a los productos chinos. Esta vez, ha prometido aranceles de hasta el 60 por ciento sobre las importaciones chinas, una medida que podría paralizar gravemente el sector exportador chino. El banco central chino tendría que devaluar el yuan en torno a un 18% para contrarrestar unos aranceles tan elevados, situando el tipo de cambio en 8.5 yuanes por dólar, un golpe devastador para la moneda. El dúo Trump-Lighthizer podría, en efecto, diezmar la industria manufacturera china, ahogando las exportaciones y disparando el desempleo.
Casi la mitad de las exportaciones chinas proceden de empresas con inversión extranjera, que probablemente se verían obligadas a trasladarse a Estados Unidos o a países aliados como India, Tailandia, Indonesia y Vietnam. Este cambio afectaría aún más a la inversión extranjera directa de China, que ya ha experimentado un descenso del 28.1 por ciento en los cinco primeros meses del año en comparación con el mismo periodo de 2023. Los líderes europeos están ahora en conversaciones, conscientes de que Trump probablemente les presionará para que apoyen las sanciones estadounidenses a China, lo que podría acelerar la tendencia a la baja de la inversión extranjera directa de China.
Otro factor que jugó a favor de Beijing durante la primera guerra comercial fue el estímulo estadounidense por el COVID-19; gran parte del dinero emitido por el gobierno acabó comprando importaciones chinas. Esta vez, sin embargo, Beijing no tendrá ese colchón. Xi se enfrenta ahora a un Trump revigorizado, el original halcón de China, respaldado por un Congreso favorable y una población estadounidense con una opinión desfavorable récord del 81% sobre China. Los estadounidenses son mucho más propensos a apoyar una guerra comercial ahora, y con la debilitada economía china, una renovada guerra comercial podría asestar un golpe masivo a Beijing.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.