Beijing, Moscú y Ankara nos sacan del dominio del Mar Rojo

Por Gregory Copley
17 de octubre de 2021 8:32 PM Actualizado: 17 de octubre de 2021 8:32 PM

Opinión 

Las crecientes operaciones de guerra híbrida de Washington contra Etiopía pueden haberle costado a Estados Unidos su influencia estratégica sobre las rutas marítimas del Suez y el Mar Rojo de vital importancia mundial.

El abandono de Etiopía por parte de Estados Unidos ha obligado a su gobierno a buscar aliados y protección en otros lugares, y Rusia, China y Turquía se han apresurado a llenar el vacío de poder.

La ahora abierta hostilidad de la administración Biden hacia Etiopía se racionalizó como un apoyo a la posición de Egipto como socio preferido de Estados Unidos en la región, al controlar el Canal de Suez. Washington también justifica su hostilidad en las afirmaciones—ampliamente desacreditadas por la evidencia—de “violaciones de derechos humanos” de Etiopía en su lucha contra la insurgencia marxista del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés). Sin embargo, fue el TPLF el que inició la guerra en las regiones vecinas de Etiopía Amhara y Afar, provocando millones de refugiados.

Y a pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por complacer a El Cairo, Beijing y Moscú también han mejorado sus posturas con el gobierno egipcio.

Como resultado, el gobierno etíope, que había visto a Washington como su socio preferido, se vio obligado a reabrir las conversaciones con China, que el gobierno del primer ministro Abiy Ahmed Ali había rechazado esencialmente al asumir el cargo en 2018, así como con Rusia y Turquía. Turquía había sido considerada hasta ese momento como una amenaza para Etiopía, dado que había estado financiando a los insurgentes islamistas en Etiopía en los últimos años.

Para mejorar su posición de defensa, la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía ha estado adquiriendo un número significativo de vehículos de combate aéreo no tripulados (UCAV, por sus siglas en inglés) de China, Turquía e Irán, y grandes cantidades de armas y municiones de Rusia, Bielorrusia y los Emiratos Árabes Unidos. Rusia ha transferido aviones de combate Sukhoi Su-27S a la Fuerza Aérea de Etiopía.

Los esfuerzos de EE. UU. apoyan la antigua rivalidad de Egipto con Etiopía—una rivalidad que no ha sido correspondida—por temor a que una Etiopía fuerte y unida pueda dominar la parte baja del Mar Rojo y poner en peligro el tráfico marítimo que entra y sale del Canal de Suez de Egipto. Egipto también ha argumentado que Etiopía, la fuente del Nilo Azul, estaba restringiendo los flujos de agua del Nilo hacia Egipto. También se ha demostrado que esta afirmación es falsa, aunque Egipto se enfrenta a una cada vez mayor escasez de agua debido a su creciente población. Sin embargo, El Cairo necesita un chivo expiatorio.

China y Rusia han podido demostrar que tienen una influencia real en la región al resistir los intentos de Estados Unidos de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorice una intervención militar contra Etiopía. La decisión de Estados Unidos fue ayudar al TPLF y al igualmente violento—afirmado genocida—Frente de Liberación Oromo (OLF) a dividir Etiopía.

Beijing y Moscú obtuvieron una considerable gratitud en Addis Abeba al usar sus poderes de veto en el Consejo de Seguridad para retrasar o bloquear los planes de Washington. Y Beijing ya mantiene una importante base militar en el país vecino de Etiopía, Yibuti, y ha construido el nuevo enlace ferroviario Yibuti-Addis Abeba.

El personal del Ejército Popular de Liberación de China asiste a la ceremonia de apertura de la nueva base militar de China en Djibouti el 1 de agosto de 2017. (STR/AFP a través de Getty Images)

A mediados de octubre, Washington intensificó los planes de sanciones económicas contra Etiopía por negarse a permitir que los convoyes de «ayuda estadounidense» pasen por la capital etíope hacia el TPLF. Addis Abeba descubrió rápidamente que los convoyes de «ayuda estadounidense» iban simplemente a apoyar las operaciones militares del TPLF contra la población de Tigray y otros etíopes.

Cientos de «convoyes de ayuda» llegaron al TPLF, pero los camiones nunca regresaban a la capital; eran desviados para que el TPLF los utilizara como ayuda a su guerra móvil, ahora bien atrincherada en las regiones de Amara y Afar.

Lejos de estar asediado, el TPLF ha estado participando en operaciones militares ofensivas formales a gran escala y provocando lo que es realmente una crisis humanitaria, con víctimas masivas y un estimado de 2 millones de refugiados. La ciudad de Lalibela, Patrimonio de la Humanidad en la región de Amhara, ha estado ocupada durante varios meses por las fuerzas del TPLF, que fueron entrenadas y armadas por Estados Unidos bajo la administración Obama.

Funcionarios de la ONU que llevan mucho tiempo en Etiopía se han quejado de que, con la presión de Estados Unidos, se han enviado nuevos funcionarios de la ONU al país y han estado promoviendo la línea EE. UU.-TPLF en contra del consejo de la ONU en el país, que tiene más experiencia. Mientras tanto, las fuerzas del gobierno etíope, para la segunda semana de octubre, habían comenzado una ofensiva contra el TPLF, utilizando los UCAVs Wing Loong II (CJ-2) MALE (Medium-Altitude, Long-Endurance) de China, que habían sido enviados con urgencia desde Chengdu a la base aérea de Harar Meda en Etiopía, no muy lejos de los combates en las regiones de Afar y Amhara. Los CJ-2 pueden transportar 420 kg de munición, incluidas armas de precisión.

Etiopía también ha adquirido los UCAV turcos Bayraktar TB2, así como los UAV iraníes.

No parece que la escalada de guerra política y económica de Estados Unidos contra Etiopía disminuya mientras el actual equipo del Departamento de Estado de la administración Biden esté en funciones. Fuentes del Departamento de Estado admiten en privado que están usando el mismo libro de jugadas contra Etiopía que usaron durante la administración Clinton contra Serbia en la década de 1990. Sin embargo, Estados Unidos era entonces estratégicamente mucho más fuerte, y China, Rusia y Turquía eran mucho más débiles.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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