Benjamin Franklin y el camino virtuoso hacia el éxito

Por Ryan Moffatt
22 de octubre de 2021 7:43 PM Actualizado: 22 de octubre de 2021 7:43 PM

Con las tasas de depresión y ansiedad en constante aumento en la era del COVID-19, la autoayuda es un gran negocio.

Los gurús de Internet prometen paz mental, libertad financiera y felicidad si hacemos clic en el enlace, tomamos el curso o vemos el video. La mayoría son estafas, algunas tienen mérito, pero todas vienen con una trampa, principalmente financiera. Una población angustiada puede estar muy dispuesta a desembolsar el dinero que tanto le ha costado ganar para obtener una solución rápida a la confusión interior y a las crisis existenciales.

Pero, ¿qué pasaría si existiera una alternativa sencilla, gratuita y muy eficaz para alcanzar el éxito? Pues bien, la hay: Es el método que Benjamin Franklin usó para ayudar a redactar la Declaración de Independencia, inventar el pararrayos, convertirse en el primer director general de correos y ganar su lugar en el billete de 100 dólares. A esta lista de logros se podría añadir el de: padre de la superación personal. Cabe destacar que procedía de la pobreza y abandonó la escuela a los 10 años.

Franklin se tomó en serio la superación personal. Organizaba su tiempo con rigurosa disciplina, exprimiendo todo lo que podía de las horas del día. Parte de esta práctica era llevar un diario, que tenía una característica única e importante.

Retrato de Benjamin Franklin (1706-1790), hacia 1780. (Hulton Archive/Getty Images)

En lugar de anotar sus objetivos y ambiciones materiales, Franklin creó un diario de virtudes para registrar su adhesión a trece virtudes cardinales que consideraba primordiales para llevar una vida moral: templanza, silencio, orden, resolución, moderación, trabajo, sinceridad, justicia, limpieza, tranquilidad, castidad y humildad.

Franklin eligió 13 virtudes porque se ajustaban perfectamente a un año natural. Multiplique 13 por 4 y obtendrá 52. Se enfocó en una virtud cada semana y atribuyó su gran éxito a este ingenioso método de seguimiento de su progreso moral.

Lo que hace que el método de Franklin sea tan convincente es que no solo le permitió vivir una vida ética, sino que le creó el carácter y la mentalidad necesarios para lograr tanto en tantos ámbitos. No cabe duda que Franklin estaba dotado tanto creativa como intelectualmente, pero sin una base moral firme, sus logros no serían tan apreciados hoy en día. Se podría argumentar que su éxito fue principalmente un subproducto de su fortaleza moral.

June 1752, Benjamin Franklin’s Una litografía de Currier & Ives ilustra el experimento de Benjamin Franklin de 1752 que demostró que el rayo es un fenómeno eléctrico. (MPI/Getty Images)

Un ciclo virtuoso

La idea de un diario de virtudes va en contra del actual dogma del éxito, que da más importancia a los logros materiales que a la vida virtuosa. Los hombres adoptan con frecuencia una mentalidad de «aguante», enfocándose exclusivamente en el éxito material, a menudo sacrificando la integridad y la ética. La crisis de la mediana edad, tan común entre los grandes triunfadores, suele tener sus raíces en este enfoque desequilibrado de la vida.

¿Qué sucedería si abandonáramos las búsquedas materiales y nos enfocáramos únicamente en recorrer nuestros caminos con la mayor integridad y obediencia a nuestras propias virtudes establecidas? Irónicamente, este alejamiento radical del materialismo puede ser, en realidad, el camino más fiable hacia el éxito material: uno vacío de búsqueda interminable y agotadora.

En esencia, un diario de virtudes es una conversación diaria con la propia conciencia. Formular una lista de valores personales basada en nuestras inclinaciones espirituales o religiosas nos permitirá hacer un balance de nuestras circunstancias únicas. Si somos sinceros con nosotros mismos sobre las virtudes que crean una vida que merece la pena vivir, serán nobles.

Si nos fijamos unos estándares elevados en lugar de doblegar el mundo a nuestra voluntad, se produce un ciclo virtuoso de oportunidades. Un hombre de buen carácter atraerá inevitablemente a personas de la misma fibra moral, y las oportunidades que requieren una ética sólida se manifestarán.

Emprender un camino noble es difícil, ya que nada que valga la pena llega sin un cierto grado de esfuerzo. Pero luchar en nombre de la virtud ennoblece el espíritu, mientras que esforzarse con deshonestidad hace lo contrario. ¿Cuántas veces hemos tenido la tentación de tergiversar la verdad para lograr nuestros propios objetivos, y luego las cosas salen mal y nos remuerden la conciencia? La astucia puede favorecer los objetivos a corto plazo, pero nos impide desarrollar el carácter necesario para un éxito duradero. Una verdad fundamental de la que se hacen eco santos y sabios de todas las tradiciones es que atraemos lo que somos y no lo que perseguimos.

Alcanzar la perfección es un objetivo imposible incluso para los mejores de nosotros, pero apuntar en su dirección nos llevará a una realización más allá de lo que imaginamos. Franklin lo reconoció, escribiendo en su autobiografía: «Aunque nunca llegué a la perfección que tanto ambicionaba, sino que me quedé muy lejos de ella, fui, por el esfuerzo, un hombre mejor y más feliz de lo que habría sido si no lo hubiera intentado».


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