El presidente Joe Biden recibió el lunes ante las cámaras una dosis de refuerzo de la vacuna COVID-19 de Pfizer, para promover el lanzamiento de la tercera dosis, al mismo tiempo que dijo que viajaba a Chicago para pedir a los empleadores privados que exijan las vacunas.
«Los refuerzos son importantes, pero lo más importante que tenemos que hacer es conseguir que más gente se vacune», dijo en declaraciones en la Casa Blanca.
Biden también dijo que viajará pronto a Chicago para pronunciar un discurso en el que pedirá a las empresas privadas que obliguen a vacunar a sus empleados.
El presidente añadió que está «avanzando en los requisitos de vacunación siempre que puedo», pero instó a las empresas a establecer sus propias órdenes de vacunación. «El miércoles viajaré a Chicago para hablar de por qué es tan importante que más empresas instituyan sus propios requisitos de vacunación», dijo, antes de recibir la dosis de refuerzo.
Hace varias semanas, Biden anunció que emitiría una orden para que la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) hiciera cumplir una norma que exige a los trabajadores de empresas con 100 o más empleados que se sometan a las pruebas de COVID-19 o se vacunen. COVID-19 es la enfermedad causada por el virus del PCCh (Partido Comunista Chino).
Tras el anuncio de la orden de Biden el 9 de septiembre, han surgido pocos detalles sobre el plan para las empresas privadas, incluido el modo en que la OSHA lo hará cumplir. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo en ese momento que las empresas que no cumplieran la norma podrían enfrentarse a fuertes multas.
Casi una veintena de estados liderados por el Partido Republicano han amenazado con demandar a Biden tras su anuncio. Una demanda presentada por la oficina del fiscal general de Arizona, Mark Brnovich, dijo que la orden para las empresas privadas violaría la «cláusula de protección equitativa» de la 14ª Enmienda, al mismo tiempo que señaló que sería injusto imponer esa exigencia mientras los inmigrantes ilegales no tienen que vacunarse para entrar a Estados Unidos.
El presidente también ordenó a los trabajadores federales del sector de la salud, a los contratistas federales y al personal sanitario que trabaja en los hospitales financiados por Medicare y Medicaid, que se vacunen, sin que haya exenciones. La semana pasada, un grupo de trabajadores federales, entre ellos un miembro del Servicio Secreto de EE. UU., presentó una demanda contra el gobierno de Biden por la orden, argumentando que la Constitución les concede exenciones médicas y religiosas.
A principios de este mes, un grupo asesor de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) recomendó que las personas mayores de 65 años, así como algunas personas en situación de alto riesgo, recibieran dosis de refuerzo de la vacuna de Pfizer. Más tarde, el panel asesor de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) emitió una recomendación similar y votó en contra de recomendar la vacuna de refuerzo a las personas de entre 18 y 64 años que estuvieran en riesgo de contraer el COVID-19 a través de su trabajo o situación de vida.
Sin embargo, horas más tarde, la directora de los CDC, Rochelle Walenksy, desautorizó al panel de los CDC y recomendó que las personas de entre 18 a 64 años que trabajan en empleos con altos índices de transmisión reciban el refuerzo de Pfizer.
En caso de que los refuerzos se extiendan a más personas y en otros países, los analistas han predicho que los fabricantes de vacunas Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson, AstraZeneca y otros podrían obtener miles de millones más de ganancias.
La analista de Morningstar, Karen Andersen, dijo el sábado a The Associated Press que espera que los refuerzos por sí solos supongan unos 26,000 millones de dólares en ventas globales el próximo año para Pfizer y su socio BioNTech, y que podrían suponer unos 14,000 millones de dólares para Moderna si se recomienda su administración a todos los estadounidenses.
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