Opinión
«Cada año en este día», se lee en un comunicado del 24 de abril de la Casa Blanca de Biden, «recordamos las vidas de todos los que murieron en el genocidio armenio de la era otomana y nos volvemos a comprometer a evitar que tal atrocidad vuelva a ocurrir». Los lectores podrían preguntarse a quienes se refiere la Casa Blanca con «nosotros».
Cada año que, Joe Biden, fue vicepresidente y senador, sus declaraciones acerca del genocidio armenio eran difíciles de encontrar. Por su parte, los presidentes Obama, Bush y Clinton temían ofender al aliado de la OTAN, Turquía, el cual niega el genocidio armenio. En contraste, el 22 de abril de 1981, el presidente Ronald Reagan citó «el genocidio de los armenios«.
Como lo recuerda la Casa Blanca de Biden, “a partir del 24 de abril de 1915, con el arresto de intelectuales armenios y líderes comunitarios en Constantinopla por parte de las autoridades otomanas, un millón y medio de armenios fueron deportados, masacrados o llevados a la muerte en una campaña de exterminio». No se menciona a ninguna de las «autoridades otomanas» y el comunicado no explica por qué estas autoridades llevarían a cabo una campaña de exterminio contra los armenios.
Para un relato detallado, consulte “The Burning Tigris: The Armenian Genocide and America’s Response» (“El ardiente Tigris: El genocidio armenio y la respuesta de Estados Unidos”), de Peter Balakian. Como señala el autor, los turcos musulmanes desarmaron a los armenios cristianos, lo cual los convirtió en presa fácil. La campaña de exterminio fue completamente mecanizada y fue una inspiración para Adolph Hitler. El 22 de agosto de 1939, un día antes de la firma del Pacto Nazi-Soviético, Hitler dijo: «¿Quién, después de todo, habla hoy de la aniquilación de los armenios?»
“Honramos su historia”, proclama la Casa Blanca de Biden. “Vemos ese dolor. Afirmamos la historia. Hacemos esto no para culpar, sino para asegurarnos de que lo que sucedió nunca se repita”. En realidad, esto se repitió y se expandió.
Hitler llevó a cabo una campaña de exterminio contra judíos y otros enemigos del estado. Durante un debate de campaña el año pasado, Biden afirmó que «Hitler invadió Europa«, por lo que su conocimiento del Holocausto es cuestionable. «Biden no es un intelectual», explicó el autor Mark Bowden en un perfil del Atlántico de 2010. «Hace pocas referencias a los libros e influencias eruditas en sus discursos y autobiografía».
Joseph Stalin desplegó una hambruna de terror en Ucrania, cobrando millones de víctimas. Según «El Libro Negro del Comunismo«, el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural de Mao Zedong cobraron más de 60 millones de víctimas. En Camboya, los jemeres rojos asesinaron a más de dos millones de personas, aproximadamente el 25 % de la población. Consulte «Murder of a Gentle Land: The Untold Story of Communist Genocide in Cambodia» («Asesinato de una tierra apacible: la historia no contada del genocidio comunista en Camboya»).
La declaración de Ronald Reagan de 1981 citó también «el genocidio de los camboyanos» y prometió que «las lecciones del Holocausto nunca deben olvidarse». Por otro lado, las declaraciones del senador Joe Biden en las que denuncia el genocidio en Camboya son difíciles de rastrear. Los más de 60 millones de personas asesinadas por el régimen comunista chino no impidieron que el senador Biden le diera la bienvenida a China a la Organización Mundial del Comercio, sin que rindiera cuentas por sus crímenes y sin reformas democráticas. En ese sentido, Biden no fue el único.
Biden votó en contra de las fuertes sanciones a la China comunista como respuesta a la masacre de la Plaza Tiananmen de 1989. En 1998, Estados Unidos propuso nuevamente sanciones a China, incluyendo las restricciones de visa, y Biden fue parte de un grupo de 10 senadores que se opusieron a las medidas.
En mayo de 2011, Biden dijo que creía «que proteger los derechos y libertades fundamentales, tales como los consagrados en los compromisos internacionales de China, así como en la propia constitución de China, es la mejor manera de promover la estabilidad y la prosperidad a largo plazo—de cualquier sociedad». El vicepresidente de EE. UU. no especificó los «derechos y libertades fundamentales» en la constitución de China, y su declaración no ofreció ninguna crítica hacia el régimen comunista.
En 2020, en el aniversario de la masacre de la Plaza de Tiananmen, Biden pidió «volver a comprometerse con la lucha universal por la dignidad humana», no por las reformas democráticas en China. Durante la campaña electoral de 2020, Biden describió al régimen chino como «gente no mala» y como no competencia para Estados Unidos. En una entrevista del 17 de febrero con Anderson Cooper de CNN, Biden citó las «diferentes normas» de China y no ha hecho ningún intento de «contar la historia» de las víctimas del régimen comunista.
«¿Quién, después de todo, habla hoy de los millones asesinados en la China comunista?», dice Joe Biden en efecto. Este hombre no ha aprendido la lección del genocidio armenio.
Lloyd Billingsley es el autor de «Yes I Con: United Fakes of America«, «Barack ‘em Up: A Literary Investigation«, «Hollywood Party» y otros libros. Sus artículos han aparecido en muchas ediciones, incluidas Frontpage Magazine, City Journal, The Wall Street Journal y American Greatness. Billingsley se desempeña como investigador de políticas en Independent Institute.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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