El Gobierno del presidente Jair Bolsonaro se ha aferrado a la cloroquina como tabla de salvación en medio de la pandemia y este miércoles recomendó su uso para tratar a pacientes con síntomas leves del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como nuevo coronavirus, que deja ya cerca de 19,000 muertos en Brasil, tras registrar 888 en el último día.
El Ministerio de Salud publicó este miércoles un nuevo protocolo sobre el tratamiento a los pacientes con COVID-19, el cual extiende el posible uso de cloroquina e hidroxicloroquina en casos leves.
«Una esperanza, como relatado por muchos que la usaron», afirmó Bolsonaro, un día después de que su homólogo estadounidense, Donald Trump, anunció que seguirá tomando hidroxicloroquina porque siente «curiosidad» por sus efectos, aunque hoy anunció que abandonará ese tratamiento preventivo «en un día o dos».
Trump dijo el 18 de mayo que había estado tomando la combinación durante aproximadamente una semana y media luego de consultar a su médico; el tratamiento requiere una receta.
“Creo que es bueno. He escuchado muchas buenas historias. No me pondré mal por eso. Ha existido durante 40 años”, dijo el presidente, y agregó que “se sorprenderían [saber] de cuántas personas lo están tomando”.
La «guerra» contra el COVID-19 y la cloroquina
Bolsonaro recalcó hoy que la situación de «guerra» que vive Brasil, el tercer país más afectado por el COVID-19, justifica la decisión de su Gobierno para autorizar su uso.
«Aún no existe comprobación científica, pero está siendo experimentada y usada en Brasil y en todo el mundo y agregó que como parte de la democracia, “nadie está obligado a tomar cloroquina”. De todas formas, estamos en guerra» y «peor que ser derrotado es la vergüenza de no haber luchado», resaltó el capitán de la reserva del Ejército en un mensaje publicado en su cuenta en Twitter.
“¿Quién sabe, verdad? Puede que sea un placebo, que no sirvió de nada, pero también puede que dentro de dos años digan que realmente funcionó”, afirmó Bolsonaro durante una conversación con el periodista Magno Martins, y que han recogido varios medios brasileños.
Dos ministros de Salud han renunciado a su cargo en menos de un mes. Primero fue destituido Luiz Henrique Mandetta tras duros embates con el presidente, mientras que su sucesor, Nelson Teich, presentó su renuncia 28 días después de asumir el cargo.
Teich fue substituido de forma interina por el general Eduardo Pazuello, un militar con un sólido currículum pero sin experiencia en el área de salud y que este miércoles firmó el nuevo protocolo sobre el uso de la cloroquina, empleada durante décadas para tratar la malaria y el lupus.
Pese a que su nombramiento era temporal, Bolsonaro reconoció que Pazuello podría «quedarse por mucho tiempo» en el cargo, en medio del creciente avance del COVID-19, que ya deja 291,579 casos confirmados y 18,859 muertes.
Las autoridades sanitarias reportaron 888 óbitos en las últimas 24 horas, una cifra menor que los 1179 que registró en la víspera, cuando superó por primera vez el millar diario de fallecidos.
Estados Unidos sobre Brasil
Bolsonaro, continúa presionando para la retomada de las actividades productivas, en momentos en los que el país se encuentra a un paso de convertirse en el epicentro mundial de la pandemia.
Los estados brasileños, con autonomía para decidir las medidas de aislamiento social, han adoptado un amalgama de recetas para enfrentar la crisis, pero hasta el momento han sido insuficientes para frenar la propagación de los contagios.
La crisis sanitaria y el avance de la enfermedad han activado las alarmas en los países de la región y también en Estados Unidos, país con el que Bolsonaro logró importantes aproximaciones desde que llegó al poder, el 1 de enero de 2019.
Trump afirmó el martes que se plantea vetar la entrada a Estados Unidos de los extranjeros procedentes de Brasil, una idea que ya había puesto sobre la mesa a finales de marzo ante el incremento de casos en el país suramericano.
«Lo estamos considerando, aunque esperamos que no tengamos un problema», afirmó Trump.
«Brasil ha ido por la vía de (la inmunidad de) grupo, ya saben lo que es, del grupo, y están teniendo problemas, de eso no hay duda», subrayó.
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