Según la mitología china, después de que el Dios Pangu creó el cielo y la tierra y la Diosa Nuuwa creó a los seres humanos, se enviaron más dioses para ayudar a la vida humana y ayudar a construir la civilización. Uno de estos dioses es el legendario Rey Shennong, o el Divino Granjero, que enseñó a los chinos a cultivar y utilizar hierbas medicinales. Se dice que él inventó muchas herramientas agrícolas como el arado, el hacha, la azada, etc., y le enseñó a los antiguos chinos a convertir los terrenos baldíos estériles en campos de cultivo. También probó cientos de plantas y caracterizó 365 tipos diferentes de hierbas medicinales.
Entre las muchas leyendas sobre Shennong, la historia de su degustación de cientos de hierbas es la más conocida.
En la época de Shenong, los granos y las hierbas crecían juntos, al igual que las hierbas que se podían utilizar y las plantas silvestres. La gente no podía distinguir las plantas que se podían consumir, ni diferenciar las plantas venenosas de las medicinales. La gente común dependía de la caza como principal medio para obtener alimentos, pero con el paso del tiempo, los pájaros y los animales se volvieron escasos. Los que no podían cazar nada pasaban hambre. Si la gente se enfermaba, no había medicinas disponibles para tratarlas. La gente no tenía más remedio que dejar que las condiciones empeoraran hasta que finalmente murieran.
Cuando Shennong vio las tragedias a su alrededor, sintió el dolor en su corazón. Meditó durante tres días y tres noches, y luego tomó una decisión. Lideró un grupo de su gente y se dirigió a las montañas del noroeste.
Después de cruzar numerosos ríos, escalar incontables colinas y caminar innumerables millas, en el día 49, llegaron a una misteriosa montaña cubierta por una espesa niebla. En el aire flotaba una extraña pero agradable fragancia.
Cuando estaban a punto de acercarse a la montaña, de repente, una gran manada de bestias salvajes salió de un valle cercano y los rodeó. Shennong le dijo a su gente que luchara contra las bestias con látigos. Después de ahuyentar al grupo de bestias salvajes, otro grupo llegó a atacarlos. Lucharon incesantemente durante siete días y siete noches antes de ahuyentar a todas las bestias. Los látigos dejaron profundas cicatrices en las pieles de leopardos, tigres y pitones. Las cicatrices se convirtieron más tarde en los patrones de las pieles de los animales salvajes que vemos hoy en día.
Después de darse cuenta de lo peligroso que era este lugar, todos los seguidores de Shennong le pidieron que se fuera, pero Shennong respondió firmemente: «Nuestra gente está sufriendo de hambre y enfermedad, ¿cómo podría regresar para afrontarlos?». Entonces tomó la delantera y caminó hacia el cañón al pie de la montaña.
Al mirar hacia arriba, descubrieron que la montaña se elevaba entre las nubes con acantilados escarpados por todos lados. Nadie podía ver la cima y la montaña parecía imposible de escalar. La multitud una vez más instó a Shennong a regresar a casa. Volvió a sacudir la cabeza con determinación y dijo: «Nuestro pueblo sufre de hambre y enfermedad, ¿cómo podría volver a afrontarlos?».
Shennong se paró en una pequeña colina rocosa, miró a su alrededor y pensó en cómo escalar la montaña. De repente vio a varios monos trepando por unas lianas que colgaban del acantilado, e inmediatamente supo qué hacer. Shennong le pidió a su gente que talaran árboles y construyeran plataformas apoyadas en el acantilado. Construyeron una capa de la plataforma diariamente.
Las estaciones iban y venían, y pasaron un año entero construyendo 360 capas de plataforma para finalmente llegar a la cima. La leyenda describe cómo las técnicas modernas de andamiaje se derivaron de su método de construcción de plataformas.
Cuando llegaron a la cima de la montaña, vieron extenderse en frente de ellos un vasto mundo de plantas, con hojas de todas las formas y flores de todos los colores. Shennong supo que había encontrado lo que estaba buscando. Guió a su gente a instalarse ahí, y comenzó a probar varios tipos de plantas. Shennong hacía una hoguera cada noche y utilizaba la luz de la llama para registrar sus descubrimientos. Documentó minuciosamente qué tipos de plantas eran amargas, cuáles tenían cualidades cálidas o frías, cuáles se podían usar como alimento y cuáles para curar enfermedades. Hubo ocasiones en las que Shennong probó hasta 70 tipos diferentes de plantas venenosas en un día.
Shennong pasó 49 días probando cientos de plantas; sus huellas cubrieron la cima de la montaña. Identificó con éxito los alimentos básicos de hoy en día como el trigo, el arroz, el mijo, los frijoles y el sorgo. Le dijo a su gente que recogieran las semillas de esas plantas y las cultivaran en los campos. Estas cinco plantas fueron llamadas más tarde los cinco granos. Shennong diferenció las plantas venenosas de las hierbas medicinales, y descubrió 365 tipos de hierbas medicinales que se pueden usar para curar cientos de enfermedades. Reunió sus hallazgos en una revista médica llamada «El Clásico de Hierbas y Raíces del Divino Granjero», y le indicó a su gente que se llevaran el libro y usaran el conocimiento para ayudar a otras personas en el mundo a tratar enfermedades.
Esta montaña mágica de plantas fue llamada más tarde «La Montaña de Shennong», y Shennong ha sido considerado como el Rey de los Cinco Granos y Padre de la medicina china.
Fuente: Adaptado y luego traducido a español de http://search.minghui.org/mh/articles/2006/11/30/143293.html
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí.
Descubra
El secreto de la paz mental en medio del caos que nos rodea
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.