Café: Medicina para el cuerpo y el alma

¿Podría el café hacer algo más que estimular el estado de alerta y estresar las glándulas suprarrenales? ¿Y si esta bebida tradicional, consumida por miles de millones de personas en todo el mundo, tuviera algo más que ver que con la adicción a la cafeína? ¿Y si fuera una medicina para el cuerpo y el alma?

Sabemos muy bien que el café posee propiedades similares a las de las drogas. Algunos de nosotros, de hecho, nos deleitamos con sus propiedades adictivas, ya que viene acompañado de una cierta ─aunque un poco patológica─ diligencia. Después de todo, ¿hay alguien más disciplinado/obsesivo que un bebedor de café, al menos cuando se trata de adquirirlo y beberlo? Puede ajustar sus relojes con exactitud a la realización de sus rutinas diarias relacionadas con el café, hasta el punto de que algunas cafeteras ya llevan relojes incorporados, para no retrasar ni perder ninguna oportunidad de que su propietario lo beba. El tipo de religiosidad sobria que se requiere para convertir el consumo de una bebida en un ritual solo lo conocen unos pocos bebedores de té zen y muy posiblemente miles de millones de bebedores habituales de café.

No olvidemos tampoco que uno de los primeros usos documentados del café, hace más de 500 años, fue en los monasterios sufíes de Yemen, donde el café era conocido como qahhwat al-bun, o «vino del grano», frase que dio origen etimológico a la palabra café. Alabado en su época como «droga milagrosa» y utilizado como sacramento en rituales nocturnos para invocar la sensación de Dios dentro de los asistentes, todavía hoy se sabe que los bebedores de café se sumergen en episodios de ensoñación y entusiasmo inducidos por el café (literalmente: «en» + theos o «lleno de dios») al beber este brebaje extrañamente embriagador y, sin embargo, de alguna manera se mantienen sobrios.

Es interesante que incluso las adicciones puedan verse como una forma de ritual, aunque sean degradantes y realizados de forma semiconsciente. Pero esa taza de café hace que muchos de nosotros nos levantemos por la mañana para cumplir con nuestros deberes cotidianos, lo que dice mucho si tenemos en cuenta lo que la mayoría de nosotros nos vemos obligados o coaccionados a hacer para ganarnos la vida.

Aunque muchos atribuyen a su contenido de cafeína el efecto tranquilizante del café, en su fisiología hay mucho más que una simple obsesión por un «estimulante». Desde hace más de un cuarto de siglo se sabe que el café contiene un compuesto conocido como cafestrol con importantes propiedades similares a los opiáceos y que se encuentra tanto en las formas de café con cafeína como en las descafeinadas. Por lo tanto, las propiedades «narcóticas» del café se deben sin duda a una compleja interacción entre una amplia gama de compuestos, no solo un estimulante, sino también un agonista opiáceo.

El café es también un «potenciador del cerebro» y contiene un compuesto llamado trigonelina que, según las investigaciones realizadas in vitro, estimula la liberación de dopamina (de forma parecida a la cocaína) y estimula el crecimiento de las neuritas, lo que implica la extensión de las dendritas y los axones de las neuronas y puede compensar y rescatar las redes neuronales dañadas en el cerebro que envejece.

Uno de los mayores filósofos de la nutrición de la historia, Rudolf Hauschka, describió la acción del café en nuestro cuerpo-mente de la siguiente manera:

El café es también una de las únicas fuentes de «amargor» que quedan en la dieta occidental fijada en el dulce, que tristemente viene con un certificado de garantía de que el portador probablemente desarrollará diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas o recibirá un diagnóstico de cáncer en algún momento de su vida. ¿Podría ser la extrema amargura del café la razón por la que se ha demostrado repetidamente que reduce el riesgo de diabetes de tipo 2, ya que es una de las únicas formas en que podemos equilibrar los excesos altamente inapropiados de carbohidratos en nuestra configuración dietética moderna?

Normalmente no pensamos en los cereales como algo dulce, pero están en el índice glucémico. El arroz inflado, por ejemplo, puede hacer que la sangre sea más dulce que el azúcar blanco, razón por la cual los carbohidratos «complejos» se conocen como «diabetes agazapada, azúcar oculta». El café contiene una amplia gama de compuestos sensibilizadores de la glucosa en sangre y de la insulina, lo que lo convierte en un complemento ideal para una dieta alterada por los hidratos de carbono.

El café también despierta y estimula el Qi, como se conoce en la tradición médica china. Esto se discutió en un artículo titulado «Similitud entre los efectos del café y los procesos de estimulación del Qi». Mientras que elevar el Qi mediante el ejercicio y el trabajo energético es la situación ideal, el café proporciona un atajo que es el modus operandi del mundo moderno: la gratificación instantánea a cambio del endeudamiento (energético).

Sin embargo, cuando se utiliza de forma responsable*, el café puede ser una gran ayuda para la salud. De hecho, hay más de 100 aplicaciones potenciales del café para la salud, como se documenta en nuestro portal de investigación sobre el café. También hemos identificado 33 «acciones farmacológicas» distintas que el café puede activar para producir resultados positivos para la salud. Solo hay que asegurarse de que es orgánico y se prepara con agua limpia y libre de tóxicos.

Republicado de GreenMedInfo.com

*Responsable podría definirse como el uso de un medicamento, ocasionalmente, frente a todos los días, varias veces al día. ¡Buena suerte con eso!

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