Capítulo 16, Parte 1: El comunismo detrás del ambientalismo (ACTUALIZADO)

Traducción en partes del libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”

Por The Epoch Times
21 de julio de 2018 7:51 PM Actualizado: 19 de mayo de 2021 2:28 PM

La Gran Época publica aquí entregas traducidas del inglés de un nuevo libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”, del equipo editorial de “Nueve comentarios sobre el Partido Comunista chino”.

Tabla de contenidos

Introducción

1. El comunismo y el movimiento ambientalista
a. Las tres etapas del ambientalismo
b. Las raíces marxistas de los movimientos ambientalistas
c. Marxismo ecológico
d. Socialismo ecológico
e. El verde es el nuevo rojo
f. Manipulación de la retórica del ambientalismo
g. Ecoterrorismo
h. Greenpeace: no es una historia pacífica

2. El cambio climático
a. Supresión de voces opositoras
b. El «consenso» en las ciencias del clima

***

Introducción

El Creador provee las condiciones para la vida humana y todo lo que existe sobre la Tierra. Las culturas tradicionales enfatizan la relación simbiótica benigna entre el hombre y la naturaleza. Como dijo Dong Zhongshu, antiguo filósofo chino, en Rocío exuberante de los anales de primavera y otoño: “Todo en la Tierra fue creado para el beneficio del hombre” [1].  Al mismo tiempo, la gente debe respetar a la naturaleza, de acuerdo con los principios del Cielo y de la Tierra.

Según la filosofía tradicional china, hay un equilibrio en todo, así como un imperativo de evitar hacer daño. La Doctrina del Medio de Confucio afirma: “Las leyes morales forman un sistema con las leyes según las cuales el Cielo y la Tierra apoyan y contienen, eclipsan y cubren todas las cosas. […] Es este mismo sistema de leyes por el que se producen todas las cosas creadas, donde cada una se desarrolla con su orden y sistema, sin herirse las unas a las otras, que las operaciones de la Naturaleza siguen su curso sin conflicto o confusión”. [2]

Los antiguos chinos valoraban la protección del medio ambiente. Según registros legendarios, en los tiempos de Yu el Grande, hace unos cuatro milenios, “durante los tres meses de la primavera, la gente no llevaba hachas al bosque para que el bosque pudiera florecer. Durante los tres meses del verano, la gente no ponía redes en los ríos para que los peces pudieran reproducirse” [3]. Zeng Zi, un discípulo de Confucio, escribió: “La madera solo debe ser talada en las estaciones adecuadas y los animales solo deben ser matados en el momento oportuno”. [4]

Tales palabras reflejan ideas tradicionales que no solo se encuentran en China sino en otras antiguas culturas de todo el mundo: practicar la moderación en todas las cosas y atesorar y proteger el ambiente natural.

Después de la Revolución Industrial, la sociedad comenzó a tomar conciencia del grave daño ecológico causado por la contaminación. Con Occidente como pionero, el daño se compensó parcialmente al implementar leyes y normas para proteger el medio ambiente. En la mayoría de los países ya se reconoce ampliamente la importancia de proteger la naturaleza.

Lo que no es tan ampliamente reconocido es cómo el discurso ambientalista que domina en la sociedad ha sido moldeado y manipulado por el comunismo. Aunque la lógica de proteger el medio ambiente es legítima, y muchas personas tienen un deseo genuino de mejorar el medio ambiente y proteger la prosperidad futura de la humanidad, los elementos comunistas se han apoderado de gran parte del movimiento ambientalista para impulsar sus propios planes políticos. La infiltración del comunismo en el ambientalismo ha estado en marcha prácticamente desde el comienzo del movimiento ambientalista.

Las ciencias ambientales son un campo de estudio complejo, con investigaciones que están lejos de ser concluyentes en temas como el cambio climático. Sin embargo, bajo la influencia de la ideología de izquierda, muchos activistas y organizaciones «verdes» han simplificado y convertido la protección del medio ambiente en una lucha muy politizada, empleando a menudo métodos extremos y discursos radicales, a veces hasta el punto del fervor religioso. En lugar de seguir las antiguas enseñanzas de moderación y conservación, los ambientalistas radicales de izquierda evaden la moral y la tradición en su cruzada contra todo lo que consideran el «enemigo» del ambientalismo, desde las empresas privadas a la procreación. Mezclada con otros movimientos radicales, la causa verde ha llegado a ser conocida por su propaganda engañosa y medidas políticas autoritarias, convirtiendo al ambientalismo en una especie de «comunismo light«.

Este capítulo se enfocará en cómo el ambientalismo como ideología se terminó vinculando con el comunismo, y cómo el movimiento ambientalista fue usurpado, manipulado y apropiado para servir a los fines del comunismo.

1. El comunismo y el movimiento ambientalista

Tras el colapso de la Unión Soviética y del bloque comunista de Europa del Este, los comunistas comenzaron a propagar su influencia tanto en las sociedades orientales como en las occidentales y también buscaron establecer un gobierno global fuertemente controlado.

Para lograr este objetivo, el comunismo debe crear o usar un “enemigo” que amenace a toda la humanidad e intimide al público de todo el mundo para que entregue tanto su libertad individual como su soberanía nacional. Crear pánico global sobre inminentes desastres ambientales y ecológicos es una ruta para alcanzar ese objetivo.

a. Las tres etapas del ambientalismo

La formación y el desarrollo del movimiento ambientalista están estrechamente relacionados con el comunismo. Su desarrollo puede desglosarse en tres etapas.

La primera etapa

La primera etapa es el «período de gestación» teórico, que puede considerarse desde la publicación del Manifiesto Comunista por Karl Marx y Friedrich Engels en 1848 hasta el primer Día de la Tierra en 1970.

Marx y sus seguidores no consideraban al ambientalismo como el foco de su discurso teórico, pero el ateísmo y el materialismo marxista eran naturalmente consistentes con la tendencia principal del movimiento ambientalista moderno. Marx declaró que el capitalismo se opone a la naturaleza (esto es, el medio ambiente). Los marxistas idearon el término “ecosistema” y silenciosamente llenaron al ambientalismo de diversas cuestiones públicas.

El la última década de esta etapa, desde 1960 hasta 1970, dos libros bestsellers –Primavera silenciosa (1962) y La Bomba P (1968)– metieron al ambientalismo en la esfera pública. El primer libro planteó preocupaciones legítimas sobre el daño que producen los pesticidas químicos al ambiente natural, mientras que el segundo promovió un control de la población inmediato y generalizado, sembrando las semillas para el trasfondo antihumano del movimiento ambientalista influenciado por el comunismo.

La segunda etapa

A nivel macro, la contracultura de los años 60 funcionó casi como un desfile militar de elementos comunistas en Occidente. Entraron en escena apropiándose de los movimientos de derechos civiles y antiguerra, y luego se esparcieron rápidamente a otras formas de batallas contra el «sistema», como el movimiento feminista, la revolución sexual y el ambientalismo. Esta es la raíz del incremento de la ideología y la agitación relacionadas al ambientalismo.

El primer Día de la Tierra, que tuvo lugar en 1970, marcó el comienzo de la segunda etapa. Poco después, en 1972, se celebró la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en Estocolmo. Se formaron rápidamente una serie de organizaciones y grupos de supervisión. En Estados Unidos y Europa, estos grupos presionaron a los gobiernos con propaganda, protestas y activismo bajo el disfraz de investigación científica, entre otros.

La tercera etapa

La tercera etapa comenzó en la víspera del fin de la Guerra Fría, cuando el comunismo estaba en pleno colapso político en Europa del Este. En esa época, los comunistas comenzaron a cambiar su táctica, imponiendo el discurso de «salvar al mundo».

En 1988, la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente crearon un Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, sus siglas en inglés), y el concepto de calentamiento global comenzó a ingresar en el ámbito político. En 1990, unos meses antes del colapso de la Unión Soviética, se celebró una conferencia ambiental internacional en Moscú. En un discurso, el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, abogó por el establecimiento de un sistema internacional de monitoreo ambiental y por un pacto para proteger “zonas ambientales únicas”. También expresó su apoyo a los programas ambientales de la ONU y a una segunda conferencia, que tuvo lugar en junio de 1992 en Río de Janeiro, Brasil. [5]

Aparentemente, la mayoría de los ambientalistas occidentales aceptaron estas propuestas y pasaron a considerar al cambio climático producido por el hombre como la amenaza principal de la humanidad. De repente hubo un incremento de la propaganda que usaba a la protección del medio ambiente como excusa para aplicar políticas de mano dura, y las leyes y regulaciones ambientales proliferaron rápidamente.

Debido a la politización de las cuestiones ambientalistas, la propaganda y la exageración han eclipsado a las políticas sólidas y las investigaciones científicas, como se examinará más adelante en este capítulo.

b. Las raíces marxistas de los movimientos ambientalistas

La tradición oriental considera al ser humano como el alma de toda las cosas y uno de los Tres Talentos (Cielo, Tierra y seres humanos), mientras que las religiones occidentales enseñan que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza. Es decir, la vida humana está dotada de un valor, un propósito y una dignidad más altos. La naturaleza existe para sustentar a la humanidad, y el hombre tiene la obligación de atesorar y cuidar el ambiente natural.

No obstante, a los ojos de los ateos y materialistas, la vida humana no tiene esa cualidad especial. Engels escribió en uno de sus ensayos: “La vida es el modo de existencia de los cuerpos proteicos” [6]. Desde esta perspectiva, la vida humana no es más que una configuración de proteínas, sin ninguna diferencia esencial con los animales o las plantas –puesto así, es lógico que los humanos puedan ser privados de libertad, e incluso de sus vidas, en nombre de la supuesta causa de proteger a la naturaleza.

En la actualización de su libro de los años 1840 sobre química orgánica, el químico alemán Justus von Liebig criticó a los campesinos británicos por usar excremento de ave importado como fertilizante. La agricultura británica se había beneficiado del estiércol de ave, un fertilizante eficiente, y el rendimiento de las cosechas había aumentado significativamente. Para mediados del siglo XIX, los británicos tenían abundantes fuentes alimenticias de alta calidad. Von Liebig planteó varios argumentos en contra de la sobredependencia en el fertilizante importado, entre otras, el impacto sobre las poblaciones de aves al recoger el excremento y que era insostenible a largo plazo. También objetó que los británicos bien alimentados vivieran más y tuvieran más hijos, argumentando que más gente significaba más daño al medio ambiente. [7]

Mientras escribía El Capital, Marx estudió cuidadosamente la obra de von Liebig y usó sus argumentos para atacar al sistema capitalista. Marx elogió a von Liebig por haber “desarrollado el lado negativo, esto es, destructivo, de la agricultura moderna desde el punto de vista de las ciencias naturales” [8].

Marx consideraba a cualquier esfuerzo para crear riqueza usando recursos naturales como un círculo vicioso, con la conclusión de que “una agricultura racional es incompatible con el sistema capitalista”.

Luego de que Lenin y su Partido Bolchevique lanzaron un golpe de Estado en Rusia en 1917, rápidamente promulgaron el Decreto sobre la Tierra y el Decreto sobre los Bosques para nacionalizar los recursos de la tierra, los bosques, el agua, los minerales, los animales y las plantas, e impedir que el público los utilizara sin autorización.

El meteorólogo y escritor estadounidense Brian Sussman escribió en su libro de 2012 Ecotiranía: Cómo la agenda verde de la izquierda desmantelará a Estados Unidos, que las ideas de Marx y Lenin conforman la base de las ideas de los ambientalistas de hoy. Desde su punto de vista, nadie tiene el derecho a beneficiarse de los recursos naturales: “Ya sea salvar bosques, ballenas, caracoles o el clima, todo vuelve a la profunda creencia de que la búsqueda de un beneficio tal es inmoral y que, en última instancia, destruirá al planeta a menos que se lo detenga”. [9]

El movimiento ambientalista global ha involucrado a una gran cantidad de pensadores, políticos, científicos, activistas sociales y personalidades de los medios de comunicación. Este texto no tiene suficiente espacio como para enumerar completamente sus pensamientos, discursos y acciones, pero hay una figura que no puede ser ignorada: el fundador y primer director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Maurice Strong.

Strong, originario de Canadá, también organizó conferencias de la ONU, incluyendo la Conferencia sobre el Medio Humano de 1972 y la Conferencia de Medio Ambiente y Desarrollo de 1992. Su prima, Anna Louise Strong, una conocida periodista procomunista que fue enterrada en China, tuvo una gran influencia sobre él. Strong se describía como “un socialista en ideología y un capitalista en metodología”. [10]

Maurice Strong llegó a ocupar un lugar importante en el movimiento ambientalista global. Las perspectivas que apoya la agencia de la ONU que él lideraba parecen ser casi idénticas a la teoría marxista; el preámbulo del informe de la Conferencia Mundial sobre Asentamientos Humanos de 1976 dice: “La propiedad privada de la tierra es un instrumento principal para acumular riqueza y por lo tanto contribuye a la injusticia social. El control público del uso de la tierra es por ello indispensable” [11]. Strong vivió en Beijing luego de retirarse, pero falleció en Canadá en 2015.

Natalie Grant Wraga, experta en tácticas de desinformación de la Unión Soviética, escribió en un artículo de 1998: “La protección del medio ambiente se ha convertido en la principal herramienta para atacar a Occidente y a todo lo que representa. La protección del medio ambiente puede ser usada como pretexto para adoptar una serie de medidas diseñadas para socavar la base industrial de las naciones desarrolladas. También puede servir para introducir malestar bajando su estándar de vida e implantando valores comunistas”. [12]. 

c. Marxismo ecológico

En la transición entre el siglo XIX y el siglo XX, el científico británico Arthur Tansley desarrolló la idea de ecología y ecosistema. Tansley fue el primer presidente de la Sociedad Británica de Ecología, y cuando estudiaba en el University College de Londres fue profundamente influenciado por el zoólogo darwinista Ray Lankester [13]. Ambos eran socialistas fabianos. Lankester era amigo de Marx y frecuentaba su casa; una vez le escribió a Marx que estaba estudiando El Capital (el texto de 1867 de Marx) “con el más grande placer y provecho”. [14]

Los vínculos entre las ideas ecológicas y el marxismo parecen emerger de esta conexión entre Lankester, Tansley y Marx. Ecología y ambientalismo no son lo mismo. El ambientalismo es una ideología enfocada en proteger el medio ambiente contra diferentes daños, mientras que la ecología es la relación entre los seres vivos y el medio ambiente, y así provee la base teórica para definir los daños provocados al medio ambiente. El marxismo ecológico es un paso más allá de estas ideas, y agrega el concepto de crisis ecológica para intensificar sus argumentos sobre el colapso económico del capitalismo. Busca expandir el supuesto conflicto entre la burguesía y el proletariado agregando un conflicto inherente entre la producción y el medio ambiente. Esta es la teoría de la doble crisis o el doble conflicto. En la teoría marxista, el conflicto primario del capitalismo es entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, mientras que el conflicto secundario ocurre entre el ambiente de producción (el ecosistema) y las fuerzas productivas (el capitalismo). En la perspectiva marxista, el conflicto primario lleva a la crisis económica, mientras que el conflicto secundario lleva a la crisis ecológica. [15]

El último siglo ha demostrado que la predicción marxista de que el capitalismo colapsaría bajo su propio peso era errónea. Por el contrario, el capitalismo continúa prosperando. A fin de sostener la lucha contra el capitalismo y la empresa privada, los comunistas metieron la teoría marxista en el ambientalismo y adoptaron el nuevo grito de guerra del «colapso ecológico».

d. Socialismo ecológico

Como lo sugiere su nombre, el socialismo ecológico es una ideología que combina la ecología y el socialismo. Insertar los típicos reclamos socialistas, como la «justicia social», a los asuntos ecológicos es un intento por avanzar con la ideología socialista por nuevos medios.

Una buena ilustración del socialismo ecológico es el Manifiesto ecosocialista, escrito en 2001 por Joel Kovel y Michael Löwy. Kovel era un activista contra la Guerra de Vietnam y luego fue profesor de psiquiatría, que se postuló a candidato a la presidencia por el Partido Verde en el año 2000, aunque no fue elegido. Löwy es sociólogo y miembro de la Cuarta Internacional Trotskista. En el manifiesto, los autores se proponen «construir un movimiento que pueda reemplazar al capitalismo con una sociedad en la que la propiedad común de los medios de producción reemplaza a la propiedad capitalista, y en la que la preservación y restauración de los ecosistemas será una parte fundamental de toda actividad humana». Ellos no consideraban al socialismo ecológico como una mera rama del socialismo, sino como el nuevo nombre del socialismo en la nueva era. [16]

e. El verde es el nuevo rojo

Cuando el ambientalismo entró en la política, nació la política verde o la ecopolítica. El Partido Verde, ahora establecido en muchos países, es el resultado de la política verde, que típicamente va más allá de la protección ambiental e incluye programas de izquierda como la justicia social, el feminismo, el activismo antiguerra y el pacifismo. Por ejemplo, Global Greens es una organización internacional asociada con el Partido Verde, y su acta de 2001 está altamente influenciada por la ideología marxista [17]. Tras la caída de los regímenes comunistas en Europa del Este, muchos exmiembros del partido comunista y fuerzas comunistas residuales establecieron o se unieron a los partidos verdes, reforzando el carácter izquierdista de la política verde.

El exlíder de soviético Gorbachov también intentó y fracasó en volver a entrar en la política. Luego pasó al ambientalismo y estableció la Cruz Verde Internacional. Gorbachov promovió repetidas veces el establecimiento de un gobierno mundial a fin de evitar un desastre ecológico. [18]

Muchos partidos comunistas en Occidente están directamente involucrados en movimientos de protección del medio ambiente. Jack Mundey, sindicalista y uno de los fundadores del movimiento Green Ban de Australia, era miembro del Partido Comunista de Australia. Su esposa fue presidente nacional del Partido entre 1979 y 1982. [19]

f. Manipulación de la retórica del ambientalismo

Iniciar movimientos de masas es una de las estrategias del comunismo para propagar su influencia en las naciones y todo el mundo. Muchas organizaciones ambientales movilizan a un gran número de personas para realizar campañas de protección del medio ambiente. Han presionado y se han apropiado de instituciones gubernamentales para formular e imponer acuerdos y regulaciones poco razonables. También han provocado incidentes violentos para silenciar al público en general.

Como declaró el izquierdista radical Saul Alinsky, es necesario ocultar los verdaderos propósitos de un movimiento y movilizar a la gente a gran escala para que actúe en apoyo de objetivos locales, temporales, plausibles o benignos. Cuando la gente se acostumbra a estas formas moderadas de activismo, es relativamente fácil conseguir que actúen en favor de objetivos más radicales. «Recuerda: una vez que organizas a la gente en torno a algo tan comúnmente acordado como la contaminación, entonces un pueblo organizado está en marcha. De ahí es un paso corto y natural a la contaminación política, a la contaminación del Pentágono», escribió Alinsky. [20]

Una variedad de grupos de izquierda usan el ambientalismo como un envase ideológico para llevar a cabo acciones callejeras que abogan por la revolución. Por ejemplo, si un país tiene un «movimiento popular del clima», se puede inferir que es un producto de los partidos comunistas. En Estados Unidos, las organizaciones involucradas incluyen el Partido Comunista de Estados Unidos, Acción Socialista, el Partido Comunista Revolucionario Maoísta de Estados Unidos, la Sociedad Ecológica de América, el Partido Socialista de los Trabajadores, Alternativa Socialista, los Socialistas Democráticos de América, y así sucesivamente. Tales grupos organizaron la Marcha Popular por el Clima, desfilando con un mar de banderas rojas por las principales ciudades estadounidenses, incluida la capital de la nación. Los lemas en estos eventos incluyeron «Cambio del sistema, no cambio climático», «El capitalismo nos está matando», «El capitalismo está destruyendo el medio ambiente», «El capitalismo está matando el planeta» y «Lucha por un futuro socialista». [21]

Con más y más elementos comunistas y socialistas para fortalecer el ambientalismo, la «paz verde» ha hecho una transición completa hacia la revolución roja.

g. Ecoterrorismo

Debido a sus influencias izquierdistas, el ambientalismo ha sido relativamente radical desde sus inicios. Hay muchas ramas, entre ellas la ecología profunda, el ecofeminismo, la ecología social y el biorregionalismo, y algunas son extremadamente radicales. Entre las más conocidas están grupos como Earth First! y el Frente de Liberación de la Tierra, que utilizan acción directa –por lo general, actos destructivos conocidos como ecoterrorismo– para detener actividades que consideran dañinas para el medio ambiente.

El grupo Earth First! fue así nombrado en 1979 y su lema es “¡No cedemos en la defensa de la Madre Tierra!”. El grupo apunta a operaciones de explotación forestal, construcción de presas y otros proyectos, y utiliza acciones directas y «desobediencia civil creativa». Una de las tácticas conocidas del grupo se llama “sentada de árbol”: se sientan debajo o trepan árboles para evitar que los talen. Estas operaciones atrajeron a muchos izquierdistas, anarquistas y otros que buscan rebelarse contra la sociedad predominante.

En 1992, algunos de los miembros más radicales comenzaron una rama llamada Frente de Liberación de la Tierra. Sus siglas en inglés, ELF, imitan las del grupo Fuerza de Vida Ambiental (Environmental Life Force) establecido en 1978, y también adoptaron sus tácticas de guerrilla, en particular, la provocación de incendios. En diciembre del año 2000, ELF perpetró una serie de crímenes en Long Island, Nueva York. Los radicales rompieron cientos de ventanas y pintaron graffitis en una zona residencial y en las oficinas corporativas de McDonald’s, y prendieron fuego a dieciséis edificios en un bloque de apartamentos en construcción y a al menos cuatro casas de lujo. La justificación principal para provocar los incendios fue que estas casas eran las «futuras guaridas de la élite rica» y estaban siendo construidas sobre un bosque y un pantano. Al cometer estas acciones directas, el Frente de Liberación de la Tierra usó el lema “Si lo construyen, lo quemaremos”. [22]

En 2005, el FBI anunció que el Frente de Liberación de la Tierra y otras organizaciones fundamentalistas eran una seria amenaza terrorista para Estados Unidos, dado que se habían adjudicado la participación en más de 1200 incidentes criminales que causaron daños materiales por decenas de millones de dólares desde 1990 [23]. Desde entonces las acciones de la organización excedieron por mucho los límites de la protesta política normal y de la diferencia de opiniones. La ideología comunista se aprovechó del odio para convertir a algunos ambientalistas en terroristas.

h. Greenpeace: no es una historia pacífica

Greenpeace fue establecido en 1971 y es la organización ambientalista más grande del mundo, con oficinas en más de cincuenta países a ingresos anuales por más de USD 350 millones. También es una de las organizaciones ambientalistas más radicales.

El cofundador de Greenpeace, Paul Watson, que dejó la organización en 1977, dijo: “El secreto del éxito de [el expresidente] David McTaggart es el secreto del éxito de Greenpeace: no importa qué es verdad, solo importa lo que la gente cree que es verdad. […] Eres lo que la prensa define que eres. [Greenpeace] se convirtió en un mito, y en una máquina generadora de mitos”. [24]

Patrick Moore, otro cofundador de Greenpeace, estaba comprometido con la protección del medio ambiente, pero se fue de la organización después de 15 años diciendo que esta había tomado «un giro brusco hacia la izquierda política”. Se había convertido en una organización extremista que mostraba hostilidad hacia toda producción industrial y reflejaba una agenda basada más en política que en ciencia sólida. [25]

En 2007, seis miembros de Greenpeace irrumpieron en una planta de energía a carbón de Gran Bretaña y luego fueron demandados por causar daños materiales por valor de unas 30,000 libras esterlinas. Ellos admitieron haber intentado apagar la planta de energía pero alegaron que lo hicieron para evitar daños aún mayores (una crisis ambiental debido a los gases de invernadero). El tribunal les retiró todos los cargos. Antes de esto, Greenpeace ya tenía varios antecedentes de victorias en los tribunales por acciones como dañar un avión de combate y el equipamiento de un submarino nuclear y ocupar el incinerador de basura más grande de Gran Bretaña [26].

La estrategia de las organizaciones ambientalistas radicales como Greenpeace es usar cualquier medio que sea necesario para lograr sus objetivos. En este punto, el ambientalismo radical es altamente consistente con el comunismo. El marxismo-leninismo usa la promesa de una eventual utopía para justificar el asesinato, el incendio intencional y el robo. De manera similar, bajo la bandera del ambientalismo, los comunistas ponen el énfasis en crisis ambientales para legitimar las tácticas violentas e ilegales.

En el ejemplo de arriba, los abogados de los seis integrantes de Greenpeace lograron persuadir al jurado para que acepte su comportamiento criminal como legítimo, demostrando que la sociedad puede ser engañada para aceptar argumentos falaces y sin fundamento. Todo esto es parte del abandono de los valores universales, y es un signo de la decadencia moral de la sociedad.

2. El cambio climático

El cambio climático es un tema candente en la sociedad actual, con celebridades, personalidades mediáticas, políticos y el público en general dando sus opiniones. Lo que más se escucha es que la emisión de gases de invernadero por parte de los humanos causó el calentamiento global que provocará desastres climáticos. Sus impulsores afirman que se llegó a esta conclusión mediante un consenso científico o que la ciencia así lo determinó. Para algunos ambientalistas, la gente que rechaza esta conclusión no solo es considerada anticiencia, sino también antihumanidad. Las voces de quienes se oponen a esta perspectiva dominante son reprimidas y apenas aparecen en los medios de comunicación o en publicaciones académicas, a fin de mantener la imagen de un consenso.

Los integrantes de Greenpeace mencionados más arriba, que dañaron la planta de energía, fueron absueltos de su crimen en parte porque un famoso experto, impulsor de este supuesto consenso, testificó a favor de ellos. Dijo que la cantidad de dióxido de carbono que la planta de energía emite cada día llevaría a la extinción de hasta cuatrocientas especies animales.

Sin embargo, muchos integrantes de la comunidad científica, como Richard Lindzen, profesor de meteorología jubilado del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y Steven Koonin, exsubsecretario del Departamento de Energía de EE.UU., escribieron que las ciencias del clima, de hecho, no han determinado nada y que aún no se tiene el conocimiento necesario como para implementar políticas bien fundadas sobre el clima. [27] [28]

a. Supresión de voces opositoras

En un artículo, Koonin escribió:

En su mayor parte, el público no está al tanto de los intensos debates dentro de las ciencias del  clima. En una reciente reunión nacional de laboratorio, noté que más de cien investigadores activos del gobierno y universidades se cuestionan los unos a los otros mientras se esfuerzan por separar los impactos humanos de la variabilidad natural del clima. Los asuntos en cuestión no son matices, sino aspectos fundamentales de nuestro entendimiento [del clima], como la aparente –e inesperada– ralentización del aumento del nivel del mar a nivel mundial en las dos últimas décadas. [29]

Las preguntas que los científicos debaten más acaloradamente incluyen si el calentamiento global es causado principalmente por la actividad humana o por factores naturales; cuán caliente será el mundo para fines del siglo XXI; si la humanidad tiene la capacidad de predecir cómo cambiará el clima en el futuro; y si se avecina un desastre ecológico.

El físico Michael Griffin, exadministrador de la NASA, dijo en una entrevista con la NPR en 2007:

No tengo dudas de que […] existe una tendencia de calentamiento global. No estoy seguro de que sea justo decir que es un problema con el que debamos lidiar. Asumir que es un problema es asumir que el estado del clima de la Tierra hoy es el clima óptimo, el mejor clima que podríamos tener o que hayamos tenido y que necesitamos tomar medidas para asegurarnos de que no cambie. En primer lugar, no creo que esté en el poder de los seres humanos asegurarse de que el clima no cambie –así lo demostraron millones de años de historia– y en segundo lugar, supongo que preguntaría a qué seres humanos –dónde y cuándo– se les concedería el privilegio de decidir que este clima particular que tenemos aquí hoy, ahora mismo, es el mejor clima para todos los otros seres humanos. Creo que es una postura bastante arrogante como para que la gente asuma. [30]

Pese a que Griffin estaba expresando que los científicos deberían ser humildes, inmediatamente recibió severas críticas de la prensa y de algunos científicos del clima, que dijeron que sus observaciones eran ignorantes. A la semana siguiente, en una reunión a puertas cerradas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena, California, Griffin se disculpó ante los empleados de la NASA por causar controversia. [31]

Unos meses después, en una entrevista para una publicación de la NASA, Griffin dijo: “Personalmente creo que la gente se fue por la borda en la discusión sobre el cambio climático, al punto en que se volvió casi ilegítimo verlo como un asunto técnico. Casi adquirió un estatus religioso, lo que me parece deplorable”.

Desde la perspectiva de Griffin, el uso de todo tipo de medios para suprimir el debate científico viola el espíritu de la ciencia, ya que el progreso científico es, en sí mismo, el resultado de debatir y cuestionar. “Desarrollas tus teorías, publicas tu datos, avanzas sobre tu concepto, y otros lo derriban, o eso intentan. El consenso científico evoluciona de esa forma”, dijo. [32]

En una experiencia similar a la de Griffin, el meteorólogo sueco Lennart Bengtsson provocó inmediatas reacciones negativas de sus colegas en todo el mundo cuando se le pidió ser parte de la junta de la Fundación de Políticas del Calentamiento Global (GWPF), un centro de estudios que cuestiona las teorías del calentamiento global. La presión fue tan intensa que se sintió forzado a presentar su renuncia a la fundación a las dos semanas.

En su carta de renuncia, Bengtsson escribió:

En los últimos días he sido sometido a una presión de grupo tan enorme desde todas partes del mundo que se volvió prácticamente insoportable para mí. Si esto continúa, seré incapaz de realizar mi trabajo normal e incluso comenzaré a preocuparme sobre mi salud y seguridad. Es por eso que no veo otra salida que renunciar a la GWPF. No esperaba una presión tan enorme desde todas partes del mundo de una comunidad a la que he sido cercano durante toda mi vida activa. Colegas están quitándome su apoyo, otros colegas están retirándose de autorías conjuntas, etc.

No veo ni límite ni final a lo que ocurrirá. Es una situación que me recuerda a la época de McCarthy. Nunca habría esperado algo similar en una comunidad originalmente pacífica como la meteorología. Aparentemente ha sido transformada en años recientes. [33]

La transformación que Bengtsson observó fue el resultado de la ideología comunista y de las tácticas de lucha que se apropiaron de las ciencias del clima.

El supuesto consenso científico sobre el cambio climático transformó en dogma a la teoría sobre el tema. El cambio climático es un dogma crucial del ambientalismo de hoy –sacrosanto e inviolable. Los científicos, la prensa y los activistas ambientales que aceptan este dogma trabajan juntos para propagar la creencia en un desastre ecológico inminente. Esto se ha convertido en una herramienta importante usada por el movimiento ambientalista para asustar al público y hacer que acepte las agendas políticas de la izquierda, incluyendo aumento de impuestos e intervenciones del gobierno, todo con tal de «salvarlos» de la perdición. A través del proceso de establecer y solidificar este dogma, las técnicas de lucha política al estilo comunista se vuelven evidentes, entre ellas el engaño, el acoso laboral, la humillación pública y el conflicto abierto.

b. El ‘consenso’ en las ciencias del clima

En 1988, se estableció el IPCC de la ONU para recopilar y sintetizar el conocimiento científico relacionado con el cambio climático. Una de sus misiones es evaluar las investigaciones científicas existentes y publicar un informe cada varios años. Estos informes están pensados para proveer una base científica a fin de que los gobiernos puedan establecer sus políticas. Suelen tener cientos de científicos como autores y son revisados por miles más. De ahí que las conclusiones de los informes suelen ser descritas como el consenso de miles de los mejores científicos del mundo.

En 1992, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) estableció como objetivo estabilizar las concentraciones de los gases de invernadero en la atmósfera a un nivel que evite una interferencia antropogénica (provocada por el hombre) del sistema climático. Comenzó afirmando que el cambio climático era causado por los seres humanos y era peligroso [34]. Por lo tanto, la CMNUCC debe operar bajo la suposición de que los humanos son los culpables del peligroso cambio climático, ya que eso es necesario para la existencia y el mantenimiento de la misma organización. Esta suposición también restringió el foco y el alcance de la investigación del IPCC. [35]

Los informes del IPCC quitaron declaraciones de duda

Antes de que el IPCC publicara su Segundo Informe de Evaluación en 1995, el Dr. Frederick Seitz, físico mundialmente reconocido, recibió una copia del mismo. Seitz luego descubrió que el informe publicado no era la misma versión que los científicos habían aprobado. Todas las declaraciones que expresaban dudas sobre los efectos de las actividades humanas en el cambio climático habían sido eliminadas.

El artículo de Seitz en The Wall Street Journal afirmaba: “En mis más de 60 años como miembro de la comunidad científica estadounidense, incluyendo mi función como presidente tanto de la Academia Nacional de Ciencias como de la Sociedad Americana de Física, nunca he visto una corrupción más perturbadora del proceso de revisión por pares que los hechos que llevaron a este informe del IPCC”. [36]

Entre las declaraciones eliminadas están las siguientes:

  • “Ninguno de los estudios citados más arriba mostraron evidencia clara de que podamos atribuir los cambios [climáticos] observados a la causa específica del aumento de los gases de invernadero”.
  • “Ningún estudio hasta la fecha atribuyó ciertamente todo o parte [del cambio climático observado hasta la fecha] a causas antropogénicas [producidas por el hombre]”.
  • “Cualquier afirmación de detección positiva de un cambio climático significativo probablemente continúe siendo controvertida hasta tanto se reduzcan las incertidumbres en la variabilidad natural total del sistema climático”. [37]

El IPCC afirmó que todas las modificaciones fueron aprobadas por los autores, pero los cambios revelan cómo los informes del IPCC han sido influenciados por la política. El informe principalmente resume estudios existentes, sin realizar una investigación original. Debido a que las investigaciones existentes contienen tantas perspectivas diferentes, llegar a un consenso significa que el IPCC simplemente se deshizo de las perspectivas que se interponían en su camino.

En abril de 2000, el primer borrador del Tercer Informe de Evaluación del IPCC decía: “Hubo una  influencia humana discernible en el clima global”. En octubre, el segundo borrador decía: “Es probable que las crecientes concentraciones de gases de invernadero antrópicos hayan contribuido significativamente al calentamiento observado en los últimos 50 años”. En la conclusión oficial final, la declaración fue aún más fuerte: “La mayor parte del calentamiento observado en los últimos 50 años probablemente se debe a un aumento de las concentraciones de gases de invernadero”.

Cuando New Scientist le preguntó al portavoz del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Tim Higham, sobre la base científica que provocó esos cambios, este respondió: “No había ciencia nueva, pero los científicos querían presentar un mensaje claro y fuerte a los formadores de políticas”. [38]

Dicho de otro modo, la CMNUCC asignó tareas al IPCC, dejando en claro cuál era la respuesta que esperaba. El IPCC luego entregó lo que se le pidió.

El informe del IPCC exageró el “consenso sobre el desastre”

Paul Reiter, profesor de entomología médica en el Instituto Pasteur de Francia, es un destacado experto en malaria y otras enfermedades transmitidas por insectos. Él discrepaba con el informe del IPCC y tuvo que amenazar con tomar acciones legales contra el IPCC para que quitaran su nombre de la lista de los mejores dos mil científicos que según el IPCC respaldaban el informe. Dijo que el IPCC “hace parecer que todos los mejores científicos están de acuerdo, pero no es verdad”. [39]

En su testimonio ante el Senado de Estados Unidos el 25 de abril de 2006, Reiter dijo: “Un aspecto irritante del debate es que esta ‘ciencia’ espuria es respaldada en el foro público por paneles influyentes de ‘expertos’. Me refiero particularmente al Panel Intergubernamental en Cambio Climático. Cada cinco años, esta organización con sede en la ONU publica un ‘consenso de los mejores científicos del mundo’ en todos los aspectos del cambio climático. Aparte del dudoso proceso por el que estos científicos son seleccionados, tal consenso es una cosa política, no científica”. [40]

Por ejemplo, los ambientalistas han estado promoviendo la teoría de que las enfermedades transmitidas por insectos, como la malaria, causarían un caos si el clima se vuelve más cálido. “El calentamiento global pondrá a millones de personas más en riesgo de malaria o fiebre del dengue, según un informe de Naciones Unidas que insta a una urgente revisión de los peligros para la salud que conlleva el cambio climático”, decía un artículo de Bloomberg del 27 de noviembre de 2007. [41]

Pero Reiter no está de acuerdo con esta simple correlación, y señaló que la malaria no está limitada a zonas tropicales. A fines del siglo XIX y principios del XX, en el Imperio Ruso y la Unión Soviética murieron hasta cinco millones de personas por año debido a la enfermedad [42]. Según un estudio de 2011 publicado en Biology Letters, contrario a lo que la mayoría supone, las altas temperaturas disminuyen la capacidad de contagio de los mosquitos, lo que aminora la transmisión de la malaria. [43]

Otro científico que se retiró del IPCC acusó a la organización de usar el supuesto consenso en desastre como parte de su cultura operativa. El meteorólogo Christopher Landsea, exinvestigador de huracanes de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU. y uno de los autores principales del cuarto informe de evaluación del IPCC, se retiró del organismo en enero de 2005. En una carta abierta, afirmó: “Personalmente no puedo continuar contribuyendo de buena fe a un proceso que percibo está motivado por planes preconcebidos y es científicamente poco sólido”. También instó al IPCC a confirmar que el informe se acataría más a la ciencia que al sensacionalismo. [44]

Landsea criticó al autor principal del capítulo sobre actividad ciclónica del informe del IPCC por ignorar los estudios científicos que no pudieron demostrar que una mayor actividad de huracanes estuviera relacionada con el calentamiento global provocado por el hombre. En cambio, el autor principal del informe habló en una conferencia de prensa de gran convocatoria en la que afirmó que el calentamiento global «probablemente continúe provocando más olas de actividad ciclónica intensa» y dio varias entrevistas antes de que se publicara el informe diciendo lo mismo.

David Deming, geólogo y geofísico de la Universidad de Oklahoma, estudió núcleos de hielo y obtuvo los datos de las temperaturas históricas de 150 años en Norteamérica, y luego escribió un artículo sobre su investigación, el cual fue publicado en Science. Después de su publicación, Deming dijo que «un importante investigador en el campo del cambio climático» le envió un email diciendo: “Tenemos que deshacernos del período cálido medieval”, según el testimonio de Deming ante el Senado de Estados Unidos en 2006. El período cálido medieval hace referencia a una época de clima inusualmente cálido que comenzó alrededor del año 1000 y duró hasta un periodo frío del siglo XIV conocido como «pequeña edad de hielo».

En los últimos 20 años, más de 780 científicos de 462 instituciones de 40 países contribuyeron a artículos científicos que dicen que el periodo cálido medieval sí existió, según testificó Deming. Sin embargo, borrar este periodo de la curva histórica del cambio climático fortalece la afirmación de que el calentamiento actual no tiene precedentes. [45]

Aunque cientos de artículos científicos refutan el supuesto consenso que alega el IPCC, sus afirmaciones han sido marginadas en el actual ambiente académico y mediático.

A continuación: Capítulo 16, Parte 2

Actualizado el 11 de agosto de 2020

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Referencias

1. Dong Zhongshu 董仲舒, Chunqiu fan lu, di shisi 春秋繁露 [Luxuriant Dew of the Spring and Autumn Annals], fu zhi xiang 服制象 [“Images for the Regulation of Dress”], 14, https://ctext.org/chun-qiu-fan-lu/fu-zhi-xiang/zh. The line in question appears both as “天之生物也,以养人” and “天地之生萬物也以養人.”  [En chino]

2. Confucius, The Universal Order or Conduct of Life, a Confucian Catechism (Being a Translation of One of the Four Confucian Books, Hitherto Known as the Doctrine of the Mean), (Shanghai: Shanghai Evening Post & Mercury Limited, 1906), 68, https://bit.ly/2T74Dsb.

3. Yi Zhou shu 逸周書 [Lost Book of Zhou], “Da Jujie” 大聚解, https://ctext.org/lost-book-of-zhou/da-ju/zh. [En chino]

4. Zengzi, as quoted in Li Ji 禮記 [The Classic of Rights], “Zhai Yi” 祭儀,https://ctext.org/text.pl?node=61379&if=gb&show=parallel. [En chino]

5. Wes Vernon, “The Marxist Roots of the Global Warming Scare,” Renew America, June 16, 2008, https://web.archive.org/web/20100724052619/http://www.renewamerica.com:80/columns/vernon/080616.

6. Friedrich Engels, “Notes and Fragments,” in Dialectics of Nature, trans. Clemens Dutt (Moscow: Progress Publishers, 1883), 295–311, accessed via Marxists Internet Archive on April 30, 2020, https://www.marxists.org/archive/marx/works/1883/don/ch07g.htm.

7. Brian Sussman, Eco-Tyranny: How the Left’s Green Agenda Will Dismantle America (Washington, DC: WND Books, 2012), 8–9.

8. Karl Marx, as quoted in Sussman, Eco-Tyranny, 10.

9. Ibid., 11–15.

10. Maurice Strong, as quoted in Grace Baumgarten, Cannot Be Silenced (Grand Rapids, MI: WestBow Press, 2016).

11. Sussman, Eco-Tyranny, 35.

12. Natalie Grant Wraga, as quoted in Vernon, “The Marxist Roots.”

13. John Bellamy Foster, “Marx’s Ecology in Historical Perspective,” International Socialism Journal 96 (Winter 2002), http://pubs.socialistreviewindex.org.uk/isj96/foster.htm.

14. Ray Lankester, as quoted in Lewis S. Feuer, “The Friendship of Edwin Ray Lankester and Karl Marx: The Last Episode in Marx’s Intellectual Evolution,” Journal of the History of Ideas 40, no. 4: 633–648.

15. James O’Connor, Natural Causes: Essays in Ecological Marxism (New York: The Guilford Press, 1997).

16. Joel Kovel and Michael Löwy, “The First Ecosocialist Manifesto,” September 2001, accessed April 30, 2020, http://green.left.sweb.cz/frame/Manifesto.html.

17. Bob Brown and Peter Singer, The Greens (Melbourne: Text Publishing Company, 1996), 55.

18. Mikhail Gorbachev, “We Have a Real Emergency,” The New York Times, December 9, 2009, http://www.nytimes.com/2009/12/10/opinion/10iht-edgorbachev.html.

19. “Jack Mundey,” Sydney’s Aldermen, accessed April 30, 2020, http://www.sydneyaldermen.com.au/alderman/jack-mundey.

20. Saul Alinsky, “Tactics,” in Rules for Radicals: A Practical Primer for Realistic Radicals (New York: Vintage Books, 1971).

21. Zombie, “Climate Movement Drops Mask, Admits Communist Agenda,” PJ Media, September 23, 2014, https://pjmedia.com/zombie/2014/9/23/climate-movement-drops-mask-admits-communist-agenda.

22. Dan Barry and Al Baker, “For ‘Eco-Terrorism’ Group, a Hidden Structure and Public Messages,” The New York Times, January 8, 2001, https://www.nytimes.com/2001/01/08/nyregion/for-eco-terrorism-group-a-hidden-structure-and-public-messages.html.

23. Noel Moand, “A Spark That Ignited a Flame: The Evolution of the Earth Liberation Front,” in Igniting a Revolution: Voices in Defense of the Earth, eds. Steven Best and Anthony J. Nocella, II (Oakland, CA: AK Press, 2006), 47.

24. Paul Watson, as quoted in Leslie Spencer, Jan Bollwerk, and Richard C. Morais, “The Not So Peaceful World of Greenpeace,” Forbes, November 1991, accessed via the Heartland Institute, https://www.heartland.org/_template-assets/documents/publications/the_not_so_peaceful_world_of_greenpeace.pdf.

25. Ted Thornhill, “Humans Are NOT to Blame for Global Warming, Says Greenpeace Co-founder, as He Insists There Is ‘No Scientific Proof’ Climate Change Is Manmade,” Daily Mail, February 27, 2014, http://www.dailymail.co.uk/sciencetech/article-2569215/Humans-not-blame-global-warming-says-Greenpeace-founder-Patrick-Moore.html#ixzz2vgo2btWJ.

26. John Vidal, “Not Guilty: The Greenpeace Activists Who Used Climate Change as a Legal Defence,” The Guardian, Sept 10, 2008, https://www.theguardian.com/environment/2008/sep/11/activists.kingsnorthclimatecamp.

27. Richard Lindzen, “The Climate Science Isn’t Settled,” The Wall Street Journal, last updated November 30, 2009, https://www.wsj.com/articles/SB10001424052748703939404574567423917025400.

28. Steven E. Koonin, “Climate Science Is Not Settled,” The Wall Street Journal, September 19, 2014, https://www.wsj.com/articles/climate-science-is-not-settled-1411143565.

29. Steven E. Koonin, “A ‘Red Team’ Exercise Would Strengthen Climate Science,” The Wall Street Journal, April 20, 2017, https://www.wsj.com/articles/a-red-team-exercise-would-strengthen-climate-science-1492728579.

30. Michael Griffin, “NASA Chief Questions Urgency of Global Warming,” interview by Steve Inskeep, National Public Radio, May 31, 2007, https://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=10571499.

31. Alicia Chang, “NASA Chief Regrets Remarks on Global Warming,” NBC News, June 5, 2007, http://www.nbcnews.com/id/19058588/ns/us_news-environment/t/nasa-chief-regrets-remarks-global-warming.

32. Michael Griffin, as quoted in Rebecca Wright, Sandra Johnson, and Steven J. Dick, eds., NASA at 50: Interviews With NASA’s Senior Leadership (Washington, DC: National Aeronautics and Space Administration, 2009), 18, https://www.nasa.gov/sites/default/files/716218main_nasa_at_50-ebook.pdf.

33. Lennart Bengtsson, as quoted in “Lennart Bengtsson Resigns: GWPF Voices Shock and Concern at the Extent of Intolerance Within the Climate Science Community,” The Global Warming Policy Foundation, May 5, 2014, http://www.thegwpf.org/lennart-bengtsson-resigns-gwpf-voices-shock-and-concern-at-the-extent-of-intolerance-within-the-climate-science-community.

34. US Congress, House, Committee on Science, Space and Technology of the United States House of Representatives, Hearing on Climate Science: Assumptions, Policy Implications and the Scientific Method, 115th Cong., 1st sess., March 29, 2017, https://docs.house.gov/meetings/SY/SY00/20170329/105796/HHRG-115-SY00-Wstate-CurryJ-20170329.pdf.

35. Ibid.

36. Frederick Seitz, “Major Deception on Global Warming,” The Wall Street Journal, June 12, 1996, https://www.wsj.com/articles/SB834512411338954000.

37. Ibid.

38. Tim Higham, as quoted in Larry Bell, “The New York Times’ Global Warming Hysteria Ignores 17 Years of Flat Global Temperatures,” Forbes, August 21, 2013, https://www.forbes.com/sites/larrybell/2013/08/21/the-new-york-times-global-warming-hysteria-ignores-17-years-of-flat-global-temperatures.

39. Paul Reiter, as quoted in Christopher C. Horner, Red Hot Lies: How Global Warming Alarmists Use Threats, Fraud, and Deception to Keep You Misinformed (Washington, DC: Regnery Publishing, 2008), 319.

40. US Congress, Senate, Committee on Commerce, Science, and Transportation, Projected and Past Effects of Climate Change: A Focus on Marine and Terrestrial Systems, 109th Cong., 2nd sess., April 26, 2006.

41. Bloomberg, as quoted in James Taylor, “Mosquitoes Ignore Global Warming Predictions,” Forbes, October 5, 2011, https://www.forbes.com/sites/jamestaylor/2011/10/05/mosquitoes-ignore-global-warming-predictions/#20938da66c1b.

42. Leonard J. Bruce-Chwatt, “Malaria Research and Eradication in the USSR,” World Health Organization Bulletin, 1959, accessed via National Institutes of Health on April 30, 2020, https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2537933/pdf/bullwho00505-0074.pdf.

43. Zoë Corbyn, “Global Warming Wilts Malaria,” Nature, December 21, 2011, https://www.nature.com/news/global-warming-wilts-malaria-1.9695.

44. Christopher Landsea, as quoted in James Taylor, “Climate Scientist Quits IPCC, Blasts Politicized ‘Preconceived Agendas,’” The Heartland Institute, April 1, 2005, https://www.heartland.org/news-opinion/news/climate-scientist-quits-ipcc-blasts-politicized-preconceived-agendas?source=policybot.

45. US Congress, Senate, Committee on Environment and Public Works, Full Committee Hearing on Climate Change and the Media, 109th Cong., 2nd sess., December 6, 2006, https://www.epw.senate.gov/public/index.cfm/hearings?ID=BFE4D91D-802A-23AD-4306-B4121BF7ECED.

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