Una carrera armamentista acelerada determinará la contienda por la primacía estratégica entre Estados Unidos y China. Percepciones de debilidad estadounidense podrían tentar a China a arriesgar una guerra. Está en juego si las futuras generaciones se beneficiarán de un orden democrático liberal predominante o si se verán envueltas por un creciente orden no liberal antidemocrático organizado, liderado y armado por el Partido Comunista Chino (PCCh).
No solo está ahora Estados Unidos compitiendo con China en la construcción de adecuada capacidad disuasiva de misiles en Asia, sino que también compite con Beijing por quién ofrecerá liderazgo y control de la narrativa en relación al futuro estratégico de Asia.
Luego de años de trampas de los rusos, y de 30 años viendo a China construir su teatro de fuerzas misilísticas, Washington se apartó el 2 de agosto del Tratado Intermedio de Fuerzas Nucleares de 1987 con Rusia, que le impedía a ambos instalar misiles de tierra con rango de 500 a 5500 km. Al día siguiente en Australia, el secretario de defensa, Mark Esper, declaró que le gustaría ver a Estados Unidos instalar misiles de rango intermedio en Asia en cuestión de «meses», aunque los misiles lanzados por tierra tardan más en instalarse.
Hoy Estados Unidos no tiene misiles de tierra de teatro de operaciones en Asia, mientras que China tiene unos 1800 misiles balísticos y crucero de rango medio e intermedio. Pero esto no le impidió a Beijing pasar una semana tratando de hacer quedar a Washington como el agresor, amenazando a países que podrían cooperar con Estados Unidos, y calificando de «injusta» a cualquier sugerencia de que China se uniera a acuerdos de control de armas.
Ese fue el tono de una rueda de prensa el 6 de agosto de Fu Cong, director general del Buró de Control de Armas y Desarme del Ministerio Chino de Asuntos Extranjeros.
Fu afirmó: «China no se quedará de brazos cruzados y se verá forzada a tomar medidas si EE. UU. instala misiles de tierra de rango intermedio en esta parte del mundo». Fu dice que hay una «gran brecha» entre el arsenal nuclear de China y el de Estados Unidos y Rusia, y luego dijo: «No pienso que sea razonable o incluso justo esperar que China participe en negociaciones de reducción nuclear en este momento».
Fu también defendió el derecho de China a instalar misiles en «territorio chino», las islas en disputa en el Mar Meridional de China que se han vuelto bases militares. Poner misiles balísticos de rango intermedio (MBRI) en su base en el Arrecife Mischief les permite atacar a Australia.
A medida que Washington se desarrolla e instala nuevos misiles de rango intermedio, también debe trabajar rápido para obtener el control de la narrativa del control de armas y misiles en Asia. Aquí hay tres temas que Washington debería enfatizar:
Primero, durante treinta años, China ha sido el participante principal en la carrera de misiles en Asia. En 1991, el Ejército Popular de Liberación (EPL) instaló sus primeros misiles balísticos de rango medio DF-21 con un alcance de 1700 km. Para 2010, los DF-21 evolucionaron en el misil con cabeza explosiva de gran precisión guiado por radar DF-21C, y el misil balístico antibuque DF-21D.
Para 2015, también se les unió el DF-16 con un alcance de 1000 km, que también tiene una variante con cabeza explosiva guiada por radar, el DF-16B. También en 2015 se reveló el DF-26, el MBRI con 4000 km de alcance, que tiene una variante antibuque, probablemente el DF-26B. Con base en tierra, el DF-21, DF-16 y DF-26 pueden atacar a todas las fuerzas estadounidenses con base en Corea del Sur, Japón, Guam y atacar grandes buques de la Marina estadounidenses hasta Guam.
Pero eso no es todo; en 2009, el bombardero H-6K de la Corporación de Aeronaves Xian fue incorporado al servicio de la Fuerza Aérea del EPL, una versión mucho más mejorada del bombardero soviético medio Tupolev Tu-16 de los 50, con radar y electrónica modernas y equipo para llevar seis misiles crucero CJ-20 con 2000 km de alcance en ataque desde tierra. Otra versión del H-6 podría ser pronto armada con misiles balísticos de medio alcance lanzados por aire, a la vez que el EPL se prepara para desplegar el primer vehículo planeador hipersónico (VPH) armado con misiles de Asia, el DF-17.
Considerando fuentes abiertas en relación a posibles bases para los misiles de alcance medio e intermedio de la Fuerza de Cohetes del EPL, más las varias unidades H-6K y recargas de misiles, el EPL hoy podría tener más de 1800 misiles de alcance medio e intermedio que puede usar para atacar a las fuerzas estadounidenses en Asia y a aliados y socios de EE. UU.
Segundo, Washington debería declarar que China se rehúsa a permitirle a cualquier país defenderse de los misiles de China. En 2016, luego de mucho esfuerzo, el gobierno de Obama convenció a Corea del Sur de aceptar la instalación del sistema antimisiles Terminal High Altitude Area Defense (THAAD) para defenderse de los misiles norcoreanos de largo alcance. China respondió con una furiosa campaña de acoso y agresión, que para noviembre de 2017 logró forzar a Seúl a limitar el THAAD a una unidad.
China está lista para repetir esta táctica. El 9 de agosto, el general retirado del EPL Wang Hongguang, exvicecomandante de la Región Militar de Nanjing y quien frecuentemente emite amenazas militares en la prensa china, escribió para la página web Tencent y llamó a reconsiderar el «intercambio económico y diversas relaciones» con países que permiten la instalación de misiles estadounidenses.
Un tercer tema que Washington debería hacer avanzar es que el persistente rechazo de China de unirse a las negociaciones de control de armas significa que China valora más su capacidad de atacar democracias que cualquier deseo de estabilidad. Las afirmaciones de China de que Estados Unidos y Rusia tienen más armas nucleares para misiles intercontinentales no excusa a China de negociar la estabilidad en cuanto a misiles regionales y armas nucleares.
Washington debería enfatizar que desde el punto de vista de China, el control de armas es «injusto» solo porque amenaza los objetivos del Partido Comunista Chino (PCCh) de conquistar a la democrática Taiwán y lograr la hegemonía en Asia. La superioridad regional nuclear y en misiles de China desafía la credibilidad de la disuasión del ejército de EE. UU., debilita las alianzas de EE. UU. y hace avanzar los objetivos de China.
Washington debería idear una estrategia que combine construir fuerzas de misiles en territorios estadounidenses como Guam, solicitar despliegues a sus aliados, mientras que ofrece a sus aliados y socios nuevos misiles de largo alcance y/o su tecnología. Esto, a su vez, debería combinarse con un diálogo multilateral con aliados y socios que resulte en un plan común para disuadir la agresión china y convencer a China de unirse finalmente a las negociaciones de reducción nuclear y de misiles.
Para ambos lados, lo que está en juego es enorme. Para Estados Unidos, sus aliados y socios, tener éxito significa poder disuadir de manera segura la guerra con China, permitiendo quizás que múltiples generaciones futuras sigan disfrutando de relativa paz.
Para el PCCh, que le nieguen su ambición de conquista y hegemonía significa que tendrá que aprender a existir pacíficamente con otras democracias, lo que aumentará las posibilidades de que el Partido conciba reformas para evitar posibles revoluciones violentas, de las cuales se puede ver hoy un anticipo en Hong Kong.
Richard D. Fisher, Jr, es senior fellow del Centro Internacional de Evaluación y Estrategia.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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