Comentario
La jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, leyó su discurso político el 25 de noviembre—30,000 palabras sin sentido. Pero destacaron dos cosas: una es cómo distorsionó el marco de «un país, dos sistemas» y traicionó al pueblo de Hong Kong; y la otra es cómo colabora con el régimen chino y planea transferir el talento y las reservas de Hong Kong al Área de la Gran Bahía en China continental.
Además, todas las políticas que pretenden «servir al pueblo» son promesas vacías destinadas a engañar a los hongkoneses. Lam simplemente se inclina ante el Partido Comunista Chino (PCCh). Después de todo, el líder chino Xi Jinping le dio el título; no fue elegida por el pueblo de Hong Kong. El líder de Hong Kong (jefe ejecutivo) es elegido por un comité electoral de 1200 miembros, un órgano mayoritariamente pro-Beijing elegido por un pequeño grupo de votantes elegibles. Hay aproximadamente siete millones de residentes en Hong Kong.
Lam es una marioneta del régimen comunista y se ha ganado el título de «La buena luchadora de Xi». Después de más de un año del movimiento de protesta contra el proyecto de ley contra la extradición, innumerables manifestantes de Hong Kong resultaron heridos y algunos incluso han perdido la vida por luchar contra la violación de las libertades de la ciudad por parte del PCCh.
Como funcionario comunista, Lam apoyó de todo corazón el controvertido proyecto de ley de extradición, que fue rechazado formalmente en octubre del año pasado. Pero no renunciará hasta que haya entregado totalmente Hong Kong a China.
La devolución de Hong Kong al régimen comunista está dividida en dos partes.
La primera parte implica el desmantelamiento del sistema de «un país, dos sistemas»—marco por el cual Beijing prometió preservar la autonomía de Hong Kong, tras la transferencia de la soberanía de la ciudad de Gran Bretaña a China en 1997, de acuerdo con el acuerdo de entrega firmado en 1984, la Declaración Conjunta Sino-Británica. Como parte de este esfuerzo, Lam está ayudando al PCCh a «rectificar» a los funcionarios públicos, los sectores de la educación, la salud y el bienestar, y los medios de comunicación, y a extender los tentáculos de la autocracia a todos los rincones de la ciudad.
El mes pasado, Beijing descalificó a cuatro legisladores democráticos, lo que llevó a la renuncia de 15 legisladores del campo pro-democracia del Consejo Legislativo (LegCo).
Lam defendió la ley de seguridad nacional de Beijing, que se implementó en julio de este año. La ley penaliza a los individuos por cualquier acto de subversión, secesión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras contra el estado del partido comunista, con penas máximas de cadena perpetua.
La segunda tarea de Lam es entregar todo Hong Kong al PCCh. La incorporación de Hong Kong a la zona de la bahía de Guangdong-Hong Kong-Macau abolirá el sistema de «un país, dos sistemas», ya que es una base de despliegue estratégico para la anexión de Hong Kong por parte del PCCh.
Después de que Hong Kong se «vacíe», perderá su vitalidad y su condición de centro financiero mundial. Cuando Hong Kong pierda su poder de negociación con el PCCh, el régimen podrá entonces asegurar su propia posición.
Lam entiende esto, y su objetivo político es hacer todo lo posible por trasladar el talento y el dinero más valiosos de Hong Kong al Área de la Bahía y convertirlos en activos de China continental.
El discurso político de Lam está lleno de autocomplacencia y lástima, que los hongkoneses no comprarán.
En la historia de Hong Kong, nunca ha habido un líder que haya hecho más daño a la ciudad que Carrie Lam. El pueblo de Hong Kong nunca la perdonará. Y algún día, la historia la juzgará.
Ngan Shunkau es un escritor y editor que ha vivido en Hong Kong desde 1978. Es el autor de «Lluvia de sangre en mi juventud» (血雨華年), una historia sobre las facciones enemigas entre los Guardias Rojos durante la Revolución Cultural de China.
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