Caso tanqueros iraníes: ¿reeditando la crisis de los misiles de Cuba?

Por Armando Armas
27 de mayo de 2020 12:51 PM Actualizado: 01 de junio de 2020 7:56 PM

Mientras usted amig@ lee estas líneas es muy probable que ya las embarcaciones Clavel, El Fortune, Forest, Faxon y Petunia se encuentren en aguas territoriales venezolanas. Supuestamente traen 1.5 millones de litros de gasolina, que en una situación normal alcanzarían aproximadamente para el consumo de 2 semanas en Venezuela.

Pero nuestra situación dista mucho de ser normal. ¿Por qué un país como Venezuela, otrora exportador de gasolina, tiene ahora que importarla? ¿Cómo es que un país quebrado paga por esta gasolina? ¿Por qué la importamos de Irán en estos momentos y por qué nos debe importar?

Un poco de historia…

Corría el año de 1962. Habían pasado 17 años del fin de la Segunda Guerra Mundial y el mundo aún se estaba “reacomodando”. Eran los tiempos de La Guerra Fría, y el comunismo y la lucha armada estaban de moda. Fidel Castro buscaba consolidar su revolución y para lograrlo estuvo dispuesto a llevar a la humanidad al borde de su aniquilación.

Luego del fallido intento de invasión de 1961, liderado por un grupo de exiliados cubanos, Estados Unidos evaluó seriamente una operación militar para invadir Cuba, ante la amenaza de la expansión del enemigo rojo en la región.

Hay quien dice que este sería el culmen de la denominada “operación Mangosta”, que en su momento fue detectada por los servicios de inteligencia soviéticos los cuales aprovecharon el incidente para forjar una alianza con la Cuba de Castro.

Por 13 días la crisis entre Estados Unidos y la URSS tuvo una escalada que solo fue posible resolver con el desmantelamiento del sistema de misiles nucleares y su traslado de regreso a la URSS, y el compromiso, por parte de los Estados Unidos, de no invadir a Cuba y retirar los misiles que instaló en Turquía como lo señala el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio. O al menos, eso es lo que quienes entienden el asunto, han dicho y escrito a lo largo de estos años.

Alianza de países en contra de la democracia

También se le conoce como “La venganza de los perdedores” en palabras del veterano diplomático italiano Giulio Terzi. Quienes luego de 1989 se vieron derrotados y de alguna manera gracias al capitalismo, del que tanto denigraban, han logrado recuperarse. Claro, hay que tomar en consideración que el capitalismo que estos países practican tiene altos niveles de criminalidad, pero esa es otra discusión.

Si hiciéramos un análisis muy superficial podríamos decir que, en la situación de ocupación de Venezuela, Cuba pone el recurso humano y la cultura, Rusia pone la voluntad de lucha, la tecnología, los mercenarios y la propaganda -incluidos los medios Rusia Today y Sputnik-, mientras que China pone el dinero. Se trata de una alianza de países para depredar a Venezuela.

Todos estos países explotan a Venezuela de alguna manera. Ya sea a través de contratos leoninos, control de sus embajadas y personal diplomático, como el control de territorios para la extracción de minerales, petróleo, y pare usted de contar.

Estos países representan una piedra de tranca en el proceso de democratización de Venezuela. Hace unos días, por ejemplo, Rusia trató de llevar el tema de la supuesta invasión de mercenarios en Venezuela al Consejo de Seguridad de la ONU y salió, como decimos los venezolanos, “con las tablas en la cabeza”.
¿Qué puede decirse de Irán? ¿Cuál es el rol de Irán en dicha alianza? Como es propio de su reputación, su rol se basa en el patrocinio y exportación del terrorismo. Esto representa para Venezuela una amenaza comparable a la que del bloque soviético supuso para el hemisferio occidental durante la crisis de los misiles del 62. Irán representa, en dicho entramado, la amenaza creíble.

Hay quienes pensamos que la situación sea aún más compleja, puesto que las operaciones de estos actores indican estar sincronizadas ente sí.

El año pasado, por ejemplo, China y Rusia bloquearon el intento de discutir una resolución en el consejo de seguridad de Naciones Unidas que planteaba la necesidad de unas elecciones generales libres, limpias y justas para Venezuela.

De la misma manera, hace solo unas semanas se haría pública la articulación de operaciones entre China e Irán en la refinería de Paraguaná en Venezuela.

Recientemente el Departamento de Estado norteamericano sancionó a la empresa china Shanghai Saint Logistics Limited por prestarle servicios a la aerolínea Iraní Mahan Air, que a su vez fue sancionada en 2011, por el Departamento del Tesoro de los EEUU por traficar armas a una unidad de la Guardia Revolucionaria islámica, y según información creíble, han llegado alrededor de 15 vuelos a Venezuela con personal civil y militar de Irán. Y estos son solo algunos de los indicadores de la ya mencionada alianza.

Dejar entrar o no dejar la gasolina: ¿He ahí el dilema?

No. No hay dilema. El que los buques iraníes entren a territorio venezolano no está en las manos ni de Guaidó ni de la Asamblea Nacional, así que no hay dilema político.

Poner o no poner gasolina: aquí sí hay dilema.

Y este sí que es un dilema ético para la ciudadanía por dos razones. La primera tiene que ver con el afianzamiento de un sistema profundamente desigual. Solo podrán poner gasolina quienes tengan el dinero para ello. La mayoría de la gente en Venezuela, que se encuentra en situación de pobreza, no podrá poner gasolina a sus vehículos.

La segunda razón es la de convertirse en cómplices indirectos de un sistema profundamente criminal. Esta gasolina se le pagó a Irán con el oro de sangre extraído en el estado Bolívar causando el ecocidio del arco minero, así como diferentes masacres todas las semanas. Comprar esa gasolina significaría incentivar el modelo depredador del régimen y sus aliados.

Las segundas partes no son buenas

El libreto está claro y es un patrón. Rusia y el usurpador Samuel Moncada, embajador del régimen de Maduro ante la ONU, montan un show denunciando la “operación Gedeón” ante el Consejo de Seguridad bajo el concepto de “invasión por mercenarios” con la finalidad de debilitar ante la opinión pública la legitimidad del movimiento de liberación encabezado por Guaidó y su principal aliado, Estados Unidos. Intento fallido que no deja por ello muy en claro, la voluntad de repetir el guion.

Sucesivamente, la provocación de buques iraníes en el país pretende montar una operación de propaganda de la cual emerja una visión de Venezuela como país altamente vulnerable, una bomba de tiempo para el mundo que es preferible dejar estar, como se hiciera con Cuba sesenta años atrás. Un claro intento de intimidación que dichos actores, esperan se traduzca en un desfavorable trade-off para Venezuela y todo el hemisferio, para así perpetuar la narcotiranía.

A diferencia del momento histórico de Bahía de Cochinos y las crisis de los misiles, actualmente no existe la guerra fría ya que el mundo sabe que el comunismo demostró ser un modelo que en lo económico llevó a la ruina y en lo político al totalitarismo. A veinte años de la revolución chavista – madurista el fracaso de un modelo inspirado en el castro comunismo y reeditado con elementos narco terroristas; también resulta a los ojos del mundo más que evidente.

No obstante, hay quienes sostienen la hipótesis de una nueva guerra fría, protagonizada en esta oportunidad por Estados Unidos y China, el gigante asiático que a pesar de promover un modelo económico “capitalista”, abraza un modelo político autoritario, liderado por un partido comunista.

Y si fuese verdad esta hipótesis, ¿es posible que Maduro y sus aliados tengan la presunción de poder deslegitimar la democracia como si el mundo no hubiese aprendido nada en todos estos años?

Solución

La solución es ir al fondo del asunto. Defender los valores y principios democráticos hasta las últimas consecuencias, como lo hemos hecho los venezolanos de bien en los últimos veinte años. Solo con un gobierno de emergencia nacional y la total conciencia de la comunidad internacional de este teatro del horror, transitaremos hacia un mundo libre, la democracia como único modelo de prosperidad, bienestar, garantía de los derechos humanos, y la consiguiente resolución de nuestros problemas más básicos, siendo la gasolina uno entre tantos.

Armando Armas es presidente de la Comisión Permanente de Política Exterior, Soberanía e Integración de la Asamblea Nacional de Venezuela. 

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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