El número de niñas con pubertad precoz aumentó durante la pandemia de COVID-19 en comparación con los cuatro años anteriores, según un nuevo estudio publicado el 3 de agosto.
El estudio, titulado «Aumento de los diagnósticos de pubertad precoz, la pandemia de COVID-19 y el índice de masa corporal: Hallazgos de un estudio de cuatro años», se publicó en la revista Journal of the Endocrine Society.
Como parte del estudio, investigadores de Italia evaluaron la tasa de incidencia de pubertad anormal de inicio precoz, también conocida como pubertad precoz, antes y después de la pandemia de COVID-19 en Italia en comparación con la incidencia de pubertad precoz en los últimos cuatro años.
También evaluaron una posible relación entre el COVID-19 y los cambios de estilo de vida relacionados con la pandemia.
La pubertad suele comenzar en las niñas entre los 8 y los 14 años, según la Biblioteca Nacional de Medicina, aunque la edad exacta de inicio depende de múltiples factores, como los antecedentes familiares, la salud y la alimentación.
En los casos de pubertad precoz, no suele haber una causa clara. Algunos casos pueden atribuirse a cuestiones genéticas u hormonales, como trastornos de los ovarios o un tumor del hipotálamo, una zona del cerebro que produce hormonas que lo controlan todo, desde la temperatura corporal hasta el estado de ánimo.
Sin embargo, la pubertad precoz es poco frecuente y afecta aproximadamente al 1 por ciento de la población de Estados Unidos, según los Institutos Nacionales de la Salud.
Para su estudio, los investigadores recogieron parámetros antropométricos, bioquímicos y radiológicos de 133 niñas entre enero de 2016 y junio de 2021 para evaluar la incidencia de la pubertad precoz antes y después de la pandemia.
Resultados del estudio
Utilizando registros de salud retrospectivos de la Unidad de Endocrinología Pediátrica de la Universidad de Génova, encontraron 72 casos de pubertad precoz entre enero de 2016 y marzo de 2020 y 61 casos entre marzo de 2020 y junio de 2021, lo que se traduce en una tasa de incidencia de pubertad precoz que fue 1.3 veces mayor durante COVID-19 o cuatro nuevos casos por mes.
En su estudio, los investigadores observaron que el número de niñas remitidas a endocrinólogos pediátricos por sospecha de pubertad precoz había aumentado significativamente en los últimos dos años, con casos de este tipo notificados en todo el mundo.
Señalaron que esto podía deberse, en parte, a los estrictos cierres iniciados durante la pandemia, que provocaron cambios radicales en los hábitos y estilos de vida familiares que afectaron gravemente a la vida de los niños.
Con los parques y gimnasios cerrados, no solo se redujeron las actividades físicas durante un largo periodo, sino también la interacción social, lo que, según los investigadores, puede haber afectado a la salud física y mental de los niños.
Según los investigadores, los estrictos cierres también provocaron que los niños pasaran más tiempo viendo la televisión o utilizando sus dispositivos móviles, lo que perjudicó el sueño. También provocaron un mayor consumo de alimentos poco saludables, escribieron los investigadores.
El estudio también descubrió que las niñas a las que se diagnosticó pubertad precoz durante la pandemia tendían a tener puntuaciones más altas de índice de masa corporal (IMC) en general, en comparación con las niñas a las que no se les diagnosticó (en una proporción de entre 1.01 y 1.23, frente a 0.69 y 1.15).
Aumento del peso corporal y pubertad precoz
Aquellas niñas diagnosticadas con pubertad precoz también pasaban una media de casi dos horas al día utilizando dispositivos electrónicos, y el 88.5 por ciento de ellas dejaron de realizar cualquier actividad física, según los investigadores.
«Estos datos están en consonancia con la tendencia mundial positiva en el aumento de peso registrada antes y durante la pandemia de COVID-19, y los datos comunicados por otros que encontraron un aumento significativo en el IMC durante el bloqueo en las niñas italianas diagnosticadas con PPC durante la pandemia de COVID-19», escribieron los investigadores.
«Nuestro estudio confirma el aumento de los diagnósticos de pubertad precoz durante la pandemia de COVID-19 e identifica los factores que contribuyen a ello, como los malos hábitos alimentarios y de ejercicio, el exceso de tiempo frente a la pantalla y la alteración del sueño», afirmó el autor del estudio, el Dr. Mohamad Maghnie, de la Universidad de Génova y el Instituto Giannina Gaslini de Génova, Italia. «Descubrimos un aumento de peso entre las niñas diagnosticadas de pubertad precoz durante la pandemia, y el aumento rápido del peso corporal se asocia a un desarrollo puberal avanzado».
Aunque los investigadores señalaron que los cambios en el estilo de vida durante la pandemia pueden haber provocado la aparición precoz de la pubertad, también observaron el papel que el estrés psicológico y otros factores —incluido el mayor uso de desinfectantes de manos— también pueden haber desempeñado en el aumento del número de casos de pubertad precoz.
«El papel del estrés, el aislamiento social, el aumento de los conflictos entre los padres, la situación económica y el mayor uso de desinfectantes de manos y superficies representan otras hipótesis potencialmente interesantes sobre por qué está aumentando la pubertad precoz en los jóvenes», afirmó el Dr. Maghnie. «La consecuencia de la adaptación biológica no puede descartarse por completo».
Los investigadores concluyeron que se necesitan más estudios epidemiológicos y mecanísticos rigurosos a corto y largo plazo para evaluar plenamente la relación entre la pandemia de COVID-19 y la pubertad precoz progresiva.
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