Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), una variante de COVID-19 recientemente descubierta, la KP.3, se está convirtiendo en la cepa dominante del virus en todo Estados Unidos.
KP.3 constituye alrededor del 25% de todos los casos de COVID-19 detectados por la agencia. Le siguen la KP. 2 y LB. 1, que representan alrededor del 22% y el 14% de todos los casos, respectivamente, según muestran los datos.
Los últimos datos de COVID-19 se recogieron en un periodo de dos semanas, del 26 de mayo al 8 de junio. Algunos medios de comunicación se han referido a las variantes KP.2 y KP.3 como «FLiRT», debido al lugar donde se localizan las proteínas de espiga.
The Epoch Times se puso en contacto con los CDC el 12 de junio.
«Los CDC predicen que KP.3 está creciendo y se convertirá en el linaje de SARS-CoV-2 más común a nivel nacional», dijo un portavoz de los CDC a varios medios de comunicación esta semana sobre el dominio de la variante. «Los CDC están trabajando para comprender mejor su posible impacto en la salud pública».
Pero los datos sugieren que, a pesar del aumento de la prevalencia de la variante KP.3, en EE.UU. se observan actualmente bajos niveles de actividad de COVID-19 en general.
Un gráfico de los CDC de las tendencias históricas de COVID-19 muestra que las muertes semanales están en el punto más bajo desde que comenzó la pandemia a principios de 2020. Las hospitalizaciones relacionadas con el virus también están en su punto más bajo, según muestran los datos.
«La mayoría de los indicadores clave de COVID-19 muestran bajos niveles de actividad a nivel nacional, por lo que el número total de infecciones que puede estar causando este linaje es probablemente bajo», declaró el portavoz de los CDC.
Andy Pekosz, profesor de microbiología molecular de la Universidad Johns Hopkins, afirmó que las variantes KP.2 y KP.3 no parecen ser más o menos graves que las cepas de COVID-19 anteriores. En cambio, la mayoría de las personas tienen anticuerpos contra COVID-19, ya sea a través de una infección previa o de vacunas.
«El periodo de infecciosidad de estas variantes FLiRT sigue siendo el mismo que con JN.1 y las anteriores variantes ómicron: Tras la exposición, pueden pasar cinco o más días antes de que se desarrollen los síntomas, aunque éstos pueden aparecer antes», dijo en una sesión de preguntas y respuestas que se publicó en la página web de la universidad.
«Se es contagioso uno o dos días antes de experimentar los síntomas y unos días después de que éstos desaparezcan. Y al igual que con las variantes anteriores, algunas personas pueden tener virus vivo detectable hasta una semana después del inicio de los síntomas, y algunas pueden experimentar síntomas de rebote».
Ya no se requieren informes de COVID-19
El mes pasado, los CDC informaron que los hospitales ya no tendrán que notificar las admisiones en hospitales relacionadas con COVID-19, la capacidad hospitalaria o la información relacionada. Los cambios entraron en vigor el 1 de mayo.
Los antiguos «datos se archivarán a partir del 10 de mayo de 2024 y estarán disponibles en la página de Estadísticas de Hospitalización por Jurisdicción COVID-19 de Estados Unidos, Secuencia Cronológica», según un comunicado publicado en el sitio web de los CDC en aquel momento.
No obstante, la agencia animó a los centros médicos a notificar las hospitalizaciones por COVID-19 y la información relacionada a la agencia federal de salud.
«Una lección clave que aprendimos de la pandemia de COVID-19 es la importancia de disponer de sistemas de notificación antes de que se produzca una emergencia activa», declaró un portavoz de los CDC.
«Estos datos tienen un valor significativo y continuo para proteger la salud y la seguridad de los pacientes, así como la salud pública», añade el comunicado.
Un grupo de expertos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA), que autorizó todas las vacunas anteriores contra COVID-19 que se han comercializado, votó la semana pasada a favor de fabricar nuevas vacunas de refuerzo contra las cepas derivadas de la variante JN.1, entre las que se incluyen las cepas KP.2 y KP.3.
Según una encuesta publicada a principios de este año, uno de cada cinco estadounidenses cree que COVID-19 es una «gran amenaza» para la población del país, lo que supone un fuerte descenso desde el máximo del 67% alcanzado en el verano de 2020.
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