Comentario
No hay leyes que protejan a la gente de la desinformación. Así que, mientras la nación avanza hacia la recta final de la campaña presidencial, los estadounidenses deben analizar bien de dónde recopilaron la información forma sus opiniones políticas.
Si sus noticias fluyen principalmente de fuentes de redes sociales como Facebook, Twitter o YouTube, usted no está solo. Una encuesta de Pew Research muestra que el 78 por ciento de los ciudadanos menores de 50 años obtienen sus noticias de estos sitios, en su mayoría de Facebook, cuya red tiene más de 2700 millones de usuarios activos.
Pero dada la forma en que Facebook agrega información, es probable que los usuarios hayan sido manipulados, alejándolos de los puntos de vista alternativos —puntos de vista que podrían hacer cambiar la opinión del usuario si hubiera sido expuesto a ellos. Pocos se dan cuenta de la profundidad con que los análisis y los monitoreos humanos de Facebook restringen, borran y verifican la información que reciben.
Facebook es el centro de poder de las noticias. Sin embargo, este fue fundado en 2004 como un sitio de Internet para que los estudiantes de la Universidad de Harvard se conecten. Su fundador, Mark Zuckerberg, y su equipo, son programadores de computadoras y no recopiladores capacitados de reportes objetivos.
El hecho de que el invento de Zuckerberg se hizo tan grande y predominante como lo es, dice algo profundo sobre el respeto del público por los medios de comunicación. Muchos estadounidenses abandonaron las fuentes de noticias tradicionales con artículos escritos por periodistas experimentados y aprobados. Como dijo Matt Taibbi de Rolling Stone: «Para los que estamos en el negocio, la forma de conquistar fue la parte más descarada. ¿La versión de CliffsNotes? Facebook nos devoró».
¿Qué tipo de noticias se obtienen en las redes sociales? Básicamente Twitter rebosa de opiniones personales cortas y chismes sarcásticos. YouTube trata de influencers individuales y videos para que los usuarios puedan ver lo que pasó durante, digamos, una controvertida detención policial. Sin embargo, la narración en vídeo se limita a un momento en el tiempo y no cuenta toda la historia sobre lo que pasó antes de que se activó la cámara.
Ha habido una corriente de quejas tanto de republicanos como de demócratas sobre la forma en que funcionan las redes sociales y cómo han impregnado la psique nacional. Sin embargo, los operadores de Internet disfrutan de extraordinarias protecciones legales que han ayudado a los sitios a cosechar enormes beneficios. En 2019, los ingresos de Facebook fueron de la asombrosa suma de 70,700 millones de dólares.
En el centro de las próximas audiencias del Senado está la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, que rige el discurso en Internet y que fue aprobada en 1996 (cuando Zuckerberg tenía solo 11 años). Entre otras cosas, la Sección 230 reconoce a las plataformas de redes sociales como «proveedores de contenido informativo», meros conductos de material ajeno, y protege a las empresas de demandas judiciales derivadas de posteos objetables. Importante: Los «proveedores de contenido» son tratados de manera diferente por la ley que los «editores» de noticias tradicionales. Los editores no gozan de inmunidad total frente a las demandas.
Los críticos del status quo afirman que, dado que los sitios de redes sociales comenzaron a editar contenidos —de manera muy similar a como lo haría una editorial— las protecciones que obtienen de la Sección 230 deben ser eliminadas, permitiendo así que las partes agraviadas entablen una demanda.
Los liberales se quejaron de que las plataformas de Internet eran demasiado lentas para editar y no lograron eliminar inmediatamente el porno de represalia, la calumnia, las amenazas físicas y el acoso. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que la Sección 230 es un «regalo» para las empresas tecnológicas y advirtió que «podría ser eliminada».
En cambio, los conservadores protestaron enérgicamente por la discriminación a los puntos de vista de parte de las tres grades redes sociales: Facebook, Twitter y YouTube.
El objetivo más notable de Twitter es el presidente Donald Trump. Al presidente le agregaron «advertencias de contenido» en muchos de sus tuits, incluyendo uno de junio donde él advirtió que no toleraría el establecimiento de una «Zona Autónoma» en Washington, D.C. «Si lo intentan, serán recibidos con mucha fuerza!». Twitter dijo que el posteo del presidente violaba su política contra el «comportamiento abusivo».
YouTube restringió inexplicablemente el acceso a más de 200 videos educativos del presentador de un programa de radio conservador, Dennis Prager, diciendo que estos «no son apropiados para las audiencias más jóvenes». Prager dice que simplemente estos educan «a la gente de todas las edades sobre los valores fundamentales de Estados Unidos».
Facebook recientemente removió un post de la celebridad de Fox News, Tucker Carlson. Él enlazó su entrevista con una viróloga china que dijo que podía probar que el COVID-19 vino de un laboratorio en China y no de un mercado local. Un controlador de hechos de Facebook, probablemente uno sin antecedentes científicos específicos, lo etiquetó como «información falsa» y lo borró.
El presentador conservador de radio y televisión, Mark Levin, también dice que sus publicaciones en Facebook están siendo censuradas.
En junio, el grupo activista Proyect Veritas publicó un video encubierto que destacaba a una docena de «monitores de contenido» de Facebook que alardeaban abiertamente de cómo ellos censuraban deliberadamente las publicaciones que apoyan los ideales republicanos. En uno de los memorandos internos que fue revelado, este ordenaba a los monitores no eliminar una declaración provocativa del presentador liberal de CNN, Don Lemon, al que decía que los hombres blancos son «la mayor amenaza terrorista en este país». Ese tipo de declaración por lo general se eliminaría, pero el afroamericano Lemon obtuvo una inexplicable «excepción de restricción».
No hay leyes que protejan a los ciudadanos de los medios sesgados. Con la elección presidencial acercándose y las maniobras políticas en línea a toda marcha, ahora es el momento de verificar los hechos. ¿Creemos lo que creemos porque lo leemos en Facebook o Twitter? Es mejor asegurarse de que las opiniones que tenemos se formaron con hechos, no con manipulación política.
Diane Dimond es autora y periodista de investigación. Su último libro es «Thinking Outside the Crime and Justice Box» (Pensando fuera de la caja del crimen y la justicia).
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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