Unos 20 españoles han quedado atrapados en la ciudad de Wuhan y en su provincia de Hubei, epicentro del coronavirus que se extiende por China, buena parte de ellos preparadores del equipo local de fútbol Wuhan Three Towns, informaron este sábado a Efe fuentes diplomáticas.
Uno de ellos es el entrenador de porteros madrileño Oliver Cuadrado quien, junto a otros compañeros que trabajan con la cantera del equipo, se disponían a iniciar sus vacaciones justo en el momento en que las autoridades chinas decretaron la clausura de la urbe, de 11 millones de habitantes.
«De momento estamos bien, casi sin salir de casa e informados al minuto de las novedades que van saliendo sobre el virus», explicó el entrenador español en conversación telefónica con Efe desde Beijing.
Oliver, que jugó en el Real Madrid B y prosiguió su carrera como portero en el Compostela y otros equipos, había llegado a Wuhan el pasado noviembre con un contrato de un año para entrenar a los guardametas en la cantera del equipo local, actualmente en la Segunda División china.
Más de 20 profesionales españoles del deporte están contratados como él por el Wuhan Three Towns F.C.
A diferencia de los cinco que trabajan en el primer equipo y de otros nueve que lo hacen en la cantera y que viajaron a entrenar o de vacaciones fuera de la ciudad antes de la cuarentena, Oliver y otros ocho compañeros se quedaron atrapados en Wuhan.
«Todos nos encontramos bien de salud, tenemos un grupo de WeChat (el WhatsApp chino) en el que cada uno va poniendo cada día cómo está», dice el entrenador cuya vida se limita ahora a estar encerrado en casa e intercambiar visitas con sus compañeros españoles para sentirse acompañados.
«La ciudad está muy vacía comparado con hace tres días, cuando empezó la cuarentena. Ahora las calles están desiertas, intentamos salir a la calle lo menos posible», señala.
Afortunadamente, Oliver explica que hizo bastante compra para pasar los ocho días festivos del Año Nuevo chino (desde el pasado viernes hasta el próximo) por lo que aún tiene provisiones.
«Algunos compañeros pasaron por el supermercado estos días y ya faltaba alguna cosa», dice.
El entrenador reconoce que, a pesar de que está bien informado sobre lo que ocurre, «realmente te das cuenta de la magnitud de las cosas con las llamadas de fuera de amigos y de gente que se preocupa y te cuenta lo que se dice en el exterior».
Oliver, de 42 años, habla todos los días con su mujer y su hija pequeña, que dejó en España cuando se vino a China, y siente que «las familias son las que más sufren por la lejanía».
Afirma que tanto él como el resto de sus compañeros de equipo siguen estrictamente las recomendaciones que les proporciona la empresa española que gestiona el club de fútbol, en el sentido de evitar aglomeraciones, lavarse las manos frecuentemente o llevar siempre mascarilla en el exterior.
También relata que sus traductores chinos se preocupan por ellos, les envían mensajes a menudo y les mantienen al día de las últimas novedades sobre la enfermedad.
Aún así, asegura no conocer a nadie que esté infectado por el virus y que sus traductores tampoco saben de ningún caso.
«En un país con tantas ciudades y habitantes ya es coincidencia que nos haya tocado justo aquí», lamenta.
Tanto él como sus compañeros se mantienen en contacto permanente con el consulado español a través de la empresa que gestiona el club de Wuhan.
«Si esto sigue así y se alarga mucho, si no podemos desarrollar nuestro trabajo, claro que queremos salir», dice respecto a la posibilidad de que las autoridades españolas puedan organizar una evacuación de los nacionales que han quedado en la ciudad.
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