Cerca de 10.000 estudiantes cubanos se encontraban en Ucrania cuando ocurrió el desastre nuclear en 1986. Sin embargo, el régimen de entonces encabezado por Fidel Castro, decidió ocultar la información y obligó a los jóvenes permanecer en sus puestos para demostrar “la amistad inquebrantable [de Cuba] con el pueblo soviético”.
Cuando el reactor número 4 de la planta nuclear Chernobyl explotó en la madrugada del 26 de abril, el Partido Comunista de la URSS controló la información y dio su propia versión sobre los hechos, de acuerdo con una investigación del Woodrow Wilson International Center.
Javier Nuez, un cadete cubano que viajó a Kiev a los 18 años para estudiar ruso en el Instituto de Ingenieros de Aviación Civil de Kiev (KIIGA), recuerda que el teniente Rubio, jefe de la misión en Kiev, se dirigió a los 40 estudiantes de la isla para contarles de un “accidente en una planta eléctrica” y asegurarles que no había mayores problemas.
“Esta fue mi primera referencia del accidente, uno o dos días después, si la memoria no me falla”, dijo Javier Nuez, en entrevista a Cibercuba. Las clases siguieron por una semana más hasta que el KIIGA decidió suspenderlas, ya que la institución estaba ubicada a 95 km de la zona 0.
Días después, Nuez contó que el régimen convocó alrededor de 600 estudiantes cubanos a una reunión, donde el teniente Rubio acompañado del coronel Hidalgo, cónsul de Kiev, emitieron un comunicado.
Nuevamente, sin dar muchas explicaciones sobre el incidente, la reunión fue un acto para reafirmar las buenas relaciones entre Cuba y la URSS, hablando en “nombre del Partido y del Comandante en Jefe”.
“Leyeron una carta que decía que esta era la hora de demostrar solidaridad con los soviéticos, estar al lado de ellos, y que por ese motivo los cubanos permaneceríamos allí”, dijo Nuez.
Alejandro Monzó, otro estudiante cubano que también estaba allí, recuerda que había muchas dudas e inquietud entre los estudiantes, pero que el régimen enfatizó que no escucharan “la propaganda y las calumnias del enemigo”, que no había radiación y que no existía riesgo.
“Jamás olvidaré que nos dijeron que la radiación que podría llegarnos era la misma que se recibe sentados bajo el sol en una playa en Cuba”, aseguró Monzó a Cibercuba. Pero en ese momento, la radiación alcanzada en Chernobyl ya había puesto en alerta a la comunidad internacional, ya que se estaba esparciendo nubes radioactivas por todo el hemisferio norte y la atmósfera era equivalente a 500 bombas de Hiroshima.
“Un día nos levantamos y solo estábamos los estudiantes del campo socialista, checos, búlgaros, cubanos y coreanos. Los extranjeros de otros países habían desaparecido en la madrugada”, cuenta otra exestudiante cubana, Yani Vallejo, quien recuerda también que amenazaron con regresarlos a Cuba si salían a las calles a comprar o a la playa.
Aún sabiendo de los riesgos que enfrentaban, el régimen de la isla siguió enviando más estudiantes a Ucrania, Bielorrusia y Rusia, zonas donde se concentró hasta un 71% de la contaminación.
“Se manejó como si hubiese sido una rotura de un acueducto, un día sin agua y después a la normalidad. El hermetismo y el engaño de los gobiernos de la URSS y Cuba prevalecieron”, reflexionó Monzó.
“Mirando la serie sobre Chernobyl me enteré de que la radiación llegó muy fuerte a Bielorrusia y también reviví cosas de esa época, como las pipas echando agua y niños que trajeron y albergaron en las residencias universitarias en Odesa”, declaró Navarro.
“Pudimos haber sido nosotros”
Las consecuencias del siniestro en Ucrania que dejó al descubierto las fallas del programa nuclear soviético y afectó la vida de cientos de miles de personas, también se hicieron sentir en Cuba, donde se construía una planta con la misma tecnología usada en Chernobyl, en un esfuerzo nacional que la isla llamó “la obra del siglo”.
Liderada por Fidel Castro Díaz-Balart (1949-2018), primogénito del fallecido Fidel Castro, la Central Electronuclear de Juraguá pretendía eliminar la costosa dependencia cubana del petróleo – cuya importación desangra aún hoy las arcas estatales – y demostrar la potencia científica del país, que envió especialistas a especializarse a Rusia.
La desaparición de la URSS y el fin de sus millonarias subvenciones precipitaron el fin de la obra a principios de los noventa, dejando un legado de estructuras abandonadas, ya que solo se completó el primer edificio de los cuatro reactores planificados, y una Ciudad Nuclear similar a la abandonada Prípiat que aparece en “Chernobyl”.
El mortal secreto del Partido Comunista
Una miniserie de televisión estadounidense basada en los hechos reales sobre el desastre en la ciudad ucraniana de Chernobyl en 1986, donde ocurrió el peor accidente nuclear del mundo, expuso cómo el partido comunista de la ex URSS encubrió lo sucedido afectando con ello la protección de las víctimas.
Esa madrugada, la ciudad se despertó con la vibración de las paredes y un resplandor enceguecedor, antes del estruendo de la explosión del núcleo del reactor número 4 en la vecina central energética Vladímir Ilich Lenin.
Gorbachov, entonces secretario del partido comunista de la URSS, (PCUS), decidió no avisar a otros líderes políticos mundiales o convocar a una sesión de emergencia, explicó el historiador ucraniano Serhii Plokhii en su libro Chernobyl: the history of a nuclear catastrophe (“Chernobyl: la historia de una catástrofe nuclear”, 2018), según BBC.
“El país tardó 18 días en hablar sobre ello en televisión”, dijo Serhii Plokhii, quien es también director del Instituto de Investigación Ucraniano de la Universidad de Harvard, en Massachusetts, Estados Unidos.
El gobierno soviético no quería dar a conocer lo sucedido y cortó las redes telefónicas, y los ingenieros y trabajadores de la planta nuclear tenían prohibido compartir las noticias sobre lo ocurrido con sus amigos y familiares.
Así mismo, los médicos tenían prohibido poner en los expedientes de sus pacientes cualquier cosa referida a radiación ni dejar constancia de ello en las actas de defunción, como denunciaron después activistas y expertos, según El País.
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