Durante ocho años, China y Japón estuvieron enfrentados sobre los derechos territoriales de las Islas Senkaku, un grupo de islas deshabitadas en el Mar de China Oriental controlado por Japón.
Las conversaciones bilaterales de alto nivel habían quedado en suspenso hasta esta semana.
El 16 de abril, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se reunió con su homólogo, el ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Taro Kono en una señal de distensión en la relación diplomática entre ambos países.
Cuando Wang llegó al aeropuerto de Narita el día anterior, trajo consigo al ministro de finanzas de China, Liu Kun, y al jefe del Departamento de Comercio, Zhong Shan.
Ese mismo día, una delegación militar de 25 altos mandos encabezada por el general de división chino Ci Guowei también llegó al aeropuerto para un intercambio del personal de la defensa. Según la emisora japonesa NHK, este tipo reuniones estuvieron en un paréntesis de seis años.
Según una primicia del periódico japonés Nikkei Shimbun, los altos funcionarios chinos fueron enviados a Japón por orden del vicepresidente Wang Qishan para “reanudar el diálogo y mejorar las relaciones”.
¿Por qué de repente los chinos estaban tan entusiasmados en su relación con Japón?
En un informe de La Voz de América (VOA), Tonosuke Sakai – ex jefe de redacción de una revista sobre China publicada por la agencia de noticias japonesa Kyodo – señaló el momento particular de la reunión de Wang, justo antes de que el primer ministro japonés Shinzo Abe se reuniera con el presidente estadounidense Donald Trump los días 17 y 18 de abril. La razón por la que China está usando tal amplitud y velocidad para mejorar las relaciones con Japón es para “enfocarse en las grietas de la relación entre Japón y Estados Unidos recientemente, para sacar ventaja de eso y tentar a Japón para que se separe de la alianza que tiene Estados Unidos y Japón”, declaró a VOA el 17 de abril.
Estados Unidos está en conflicto comercial con Japón: el primero impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio de una lista de países, entre ellos Japón, y no concedió a Japón una exención como sí lo hizo con Canadá y las naciones de la Unión Europea.
Trump también estaba entusiasmado en negociar un acuerdo de libre comercio bidireccional con Japón, dirigido no sólo a tener acceso al mercado sino también de políticas monetarias, lo que Tokio quiso evitar.
Otro asunto delicado es Corea del Norte. Japón fue excluido recientemente de las negociaciones de desnuclearización en el período previo a la futura reunión de Trump con el dictador comunista norcoreano Kim Jong Un. Durante la reunión con Trump, Abe buscará el compromiso de EE.UU. sobre cualquier acuerdo de desnuclearización cerrado de Trump, que incluirá no sólo misiles de largo alcance, sino también aquellos que podrían apuntar a Japón.
Sin embargo, Trump forjó estrechos lazos con Abe durante sus 15 meses en el poder y que se consolidaron durante las partidas de golf que tuvieron en la última visita de Abe en Florida hace más de un año y la visita de Trump a Tokio el pasado noviembre.
En el primer día de la cumbre de Abe-Trump, Reuters informó que Trump aceptó la petición de Abe de abordar el asunto de los ciudadanos japoneses secuestrados por Corea del Norte durante cualquier reunión con Corea del Norte.
Sakai también señaló que la animosidad histórica entre Japón y China -procedente de la Segunda Guerra Mundial, y junto con las continuas disputas territoriales en el Mar de China Meridional- dificultará que los dos países formen una verdadera alianza. El primer ministro Abe podría buscar cooperación económica, como la participación de Japón en la iniciativa china ‘Un Cinturón, Un Camino’ o presionar a China para que abra su sector financiero a la participación japonesa, con el fin de impulsar el apoyo popular en su país, remarcó Sakai.
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