Comentario
No es un secreto que los regímenes totalitarios de China e Irán están a favor de Joe Biden en las elecciones presidenciales.
Nada le gustaría más al Partido Comunista Chino (PCCh) que volver al status quo ante, al mundo previo a Trump, cuando los políticos estadounidenses se convencieron (o fingieron) que China se volvería democrática si les dábamos condiciones comerciales favorables y nos callábamos sobre sus monstruosas políticas represivas, incluyendo los cientos de miles — o millones— de personas que se encuentran en campos de «reeducación» mientras el resto de su población se somete a la penetrante vigilancia orwelliana del sistema de «crédito social».
Luego está el pequeño asunto de la todavía misteriosa procedencia del nuevo coronavirus, apropiadamente llamado virus del PCCh en este caso, que ha causado tales estragos en todo el mundo. ¿Cuándo sabremos la verdad sobre lo que realmente ocurrió en el laboratorio de virología de Wuhan? ¿Querría siquiera saberlo una administración de Biden?
Y sí, como la mayoría de nosotros se da cuenta, hay mucho más, pero todo estaba bien en la opinión de los demócratas como Biden y la senadora Dianne Feinstein —la del chofer chino quien, mirabile dictu, fue expuesto de repente como espía después de veinte años de servicio con ella— siempre y cuando se pudiera ganar dinero.
Y había mucho, como Hunter Biden, sin mencionar al esposo de Feinstein y Michael Bloomberg, que se puede atestiguar.
El padre de Hunter tuvo que revisar su postura inicial de China, desestimando la idea de que podría ser su enemigo, cuando las cosas empezaron a ser un poco obvias y los manipuladores le susurraron al oído que este no era exactamente el camino a la Casa Blanca.
Así que es difícil sentirse tranquilos sobre cómo se comportaría Joe con el régimen comunista una vez en el cargo. Hay muchas más razones, evidencia real de tratos, para creer que los chinos tienen una «influencia especial» con Biden que los rusos nunca tuvieron con Trump.
Los políticos como Biden y Feinstein están lejos de estar solos en su lealtad a Beijing. Tienen mucho apoyo entre los progresistas estadounidenses. Como es bien sabido, muchas de nuestras universidades, desde Harvard hacia abajo, han sido sobornadas con enormes sumas de dinero por el PCCh para beneficiarlas considerablemente, incluso han tenido espías sobre el cuerpo docente, con los Institutos Confucio, esencialmente armas de propaganda comunista, instaladas en muchos campus.
¿Lucharía un presidente Biden contra esta red de corrupción que realmente justifica y enseña el totalitarismo en nuestra juventud? ¿Lo piensa o lo sabe siquiera?
Sabemos que Trump lo haría porque ya lo ha hecho. Él lo hace.
Irán
Esto también es cierto en el caso de Irán.
Trump nos sacó del acuerdo nuclear con Irán diseñado por la administración Obama-Biden, el llamado Plan de Acción Integral Conjunto (PJCPOA, en inglés), cuya única «acción» concreta fue dar a los mulás miles de millones, una buena parte de ellos en efectivo irrastreable. Lo utilizaron para financiar a Hezbollah, los Hutíes y el resto de sus fanáticos religiosos para poder asesinar a personas en todo el Medio Oriente prologando la ya interminable guerra civil siria, lo cual dio lugar a la muerte de miles de personas y a la llegada de millones de refugiados a Europa occidental.
¡Bravo!
¿Y esto hizo algo para frenar las ambiciones nucleares de Irán? Quién sabe, pero es muy poco probable. Por increíble que parezca, el acuerdo prohíbe la inspección de las instalaciones militares iraníes, los mismos lugares en los que se llevaría a cabo la investigación de armas nucleares.
Cuando Trump calificó el acuerdo con Irán como «el peor de la historia», se quedó corto. Es fácil ver por qué los europeos podrían querer hacerlo, para hacer tratos comerciales, en particular por el petróleo, pero ¿por qué nosotros? ¿Cuál era la verdadera intención de Obama (y por lo tanto, de Biden en menor medida)? Al igual que el laboratorio de virología de Wuhan, lo que realmente ocurrió entre bastidores sigue siendo un misterio.
Pero cuando Trump se retiró del acuerdo, la situación en Medio Oriente empezó a mejorar lentamente de manera significativa, comenzó un reajuste que dio lugar a los primeros acuerdos de paz entre Israel y los países árabes en décadas, primero con los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y luego con Bahrein, con varios otros en perspectiva, incluyendo Sudán y Arabia Saudita.
Este es un cambio extraordinario que casi nadie predijo. Incluso Biden tuvo que admitir que fue algo bueno, aunque no ha hablado mucho de ello, no hace falta decir, porque nunca habría ocurrido si Trump no hubiera salido del PJCPOA, asegurando a los estados suníes que le daban la espalda a los mulás imperialistas.
Ahora los principales actores de Medio Oriente están conteniendo la respiración sobre las elecciones de EE. UU. Se informa que los saudíes están considerando seriamente un acuerdo de paz similar con Israel (con quien ya comparten inteligencia) y, por supuesto, Irán en el lado opuesto, esperando con esperanza una administración Biden-Harris que ha prometido volver a entrar en el PJCPOA.
No se sabe si tal movimiento por parte de Biden destruiría esta naciente paz en Medio Oriente, evitando que los cuidadosos saudíes, quienes lo verían como una forma de apaciguar a los mulás, firmen un acuerdo y nos devuelvan el constante estado de terror y enemistad que ha estado viviendo la región durante años, pero seguro que no sería de ayuda.
De hecho, sería totalmente destructivo, estúpido más allá de las palabras.
Pero una administración Biden bien podría hacerlo.
No es de extrañar que cuando Margaret Brennan de «Face the Nation’s» le preguntó en mayo de 2019 a Robert Gates, secretario de defensa de Obama, si se mantenía fiel a la declaración en sus memorias de que Biden «se ha equivocado en casi todos los temas importantes de política exterior y seguridad nacional en las últimas cuatro décadas», Gates respondiera: «Creo que me mantengo fiel a esa declaración».
Podríamos esperar que Gates se equivoque o podríamos votar por Trump.
Roger L. Simon es un galardonado novelista, guionista nominado al Oscar, cofundador de PJMedia y ahora columnista de The Epoch Times. Encuéntrenlo en Parler y Twitter @rogerlsimon. Compra (y disfruta) sus libros en Amazon.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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