Análisis de noticias
Beijing es todo palabrería y nada de acción en cuanto a la consecución de su objetivo de cero emisiones netas.
El mandatario chino Xi Jinping declaró en 2020 que China será «neutra en carbono» y logrará «cero emisiones netas» para 2060. Este anuncio fue recibido con mucha fanfarria por varios defensores de la energía verde de todo el mundo.
Según el diario estatal Global Times, Beijing también se ha apuntado al plan de los ecologistas de comerciar con el carbono.
«El mercado nacional de carbono de China, el mayor sistema de comercio de emisiones (ETS) del mundo, fue lanzado oficialmente el viernes, marcando un hito para la innovación institucional de la nación en el impulso del desarrollo verde, y supone un paso crucial para que el país descarbonice su economía para el año 2060», dice el artículo.
Desde ese gran anuncio, ha habido muchos artículos en los medios estatales chinos cantando las virtudes de la gran marcha de la China comunista hacia un futuro verde.
He aquí algunos de los titulares de agitprop que balan ese relato:
- «China está abierta a trabajar con EE. UU. en el Acuerdo de París»
- «El momento de tomar medidas climáticas es ahora»
- «El verde es oro: Xi Jinping innova en la lucha contra el cambio climático»
- «El camino verde llevará a la neutralidad del carbono»
- «La formulación del plan sobre el carbono gana velocidad»
- «Varios analistas elogian los compromisos climáticos de Xi»
El 7 de enero, el último agitprop del China Daily afirmaba que China es el número uno en estudios de emisiones netas del mundo.
«China lleva una clara ventaja en la publicación de investigaciones en las últimas dos décadas relacionadas con el objetivo climático mundial de alcanzar las cero emisiones netas, según un informe reciente. (…) China produjo unas 400,000 publicaciones relacionadas, seguida de Estados Unidos con 280,000», según el artículo.
Pero, ¿se toma realmente en serio el PCCh lo de alcanzar la neutralidad del carbono y las cero emisiones netas, o se trata de otra de sus farsas mentales? Y todos esos estudios chinos, ¿valen para algo en términos de medidas concretas adoptadas?
Para enmarcar la respuesta a estas preguntas, conviene dar dos definiciones:
La neutralidad en cuanto a las emisiones de carbono se refiere a un proceso de fabricación, producción de energía o uso de energía que «no tiene o resulta en una adición neta de dióxido de carbono a la atmósfera», según el diccionario Merriam-Webster.
Se trata de un eufemismo creado por algunos defensores de la energía verde asociado a la suposición no demostrada y al supuesto «consenso del 97 por ciento de los científicos» (desacreditado aquí) de que el dióxido de carbono generado por el hombre causa el «calentamiento global».
Las cero emisiones netas implican que una entidad determinada —por ejemplo, un país, una industria o una instalación de fabricación— ha logrado «un equilibrio global entre las emisiones de gases de efecto invernadero producidas y las emisiones de gases de efecto invernadero retiradas de la atmósfera», según el Climate Council.
Se trata de otro eufemismo verde basado en las teorías no probadas sobre el «calentamiento global antropogénico».
La neutralidad del carbono y las emisiones netas son herramientas políticas que los defensores de la energía verde están utilizando para desregular la economía y crear nuevas fuentes de ingresos asociadas a la compra y venta de créditos de carbono, como parte de un grandioso sistema de comercio e intercambio de carbono que será gestionado por los «gobiernos verdes» de todo el mundo.
El concepto es que las «industrias sucias» (por ejemplo, aquellas cuyos subproductos de fabricación incluyen dióxido de carbono y otros «gases de efecto invernadero» designados) estarán fuertemente reguladas. Estas industrias se verán obligadas a comprar créditos fiscales de carbono en la bolsa a las industrias verdes que produzcan menos de su asignación gubernamental de gases de efecto invernadero, con el fin de compensar su «contaminación» definida por el gobierno.
Las empresas son incentivadas financieramente (por ejemplo, subvencionadas con dinero de los contribuyentes) para que reduzcan sus emisiones por debajo de sus asignaciones de carbono. Con el tiempo, esto permitiría a los gobiernos inclinar la balanza a favor de las industrias verdes.
La primera incursión significativa de China en el comercio de carbono comenzó con la creación de la empresa estatal Shanghai Environment and Energy Exchange (SEEE) en agosto de 2008. La empresa «se especializa en servicios de mitigación y adaptación al cambio climático, incluyendo el comercio de la Reducción de Emisiones de Carbono de China (CCER), la financiación del carbono, la eficiencia energética, la transferencia de tecnología climática y la consultoría de planificación y estrategias de desarrollo con bajas emisiones de carbono», según AlliedCrowds. La empresa pilotó esquemas de comercio de emisiones voluntarios y no voluntarios que evolucionaron hacia un mercado de cumplimiento de emisiones en 2014.
Como resultado de esos pilotos, los chinos implementaron un esquema nacional de comercio de emisiones (ETS) en julio de 2021 como elemento clave del Mercado Nacional de Carbono. Según Business for Social Responsibility, el ETS nacional de China acabará «cubriendo un total de ocho sectores (generación de energía, petroquímica, química, materiales de construcción, incluyendo el cemento, el acero, los metales no ferrosos, la pulpa y el papel, y la aviación)».
El Mercado Nacional del Carbono y el ETS de China se alinean con los planes de los defensores de la energía verde en Europa y en Estados Unidos, tal y como se manifiesta en el Acuerdo de París, que compromete a los firmantes a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante acciones directas. Los intercambios de carbono y los ETS nacionales se vislumbran como los mecanismos de control gubernamental que conducirán a un «nuevo futuro verde para la humanidad».
Pero, ¿se trata solo de una fachada que enmascara los verdaderos objetivos ecológicos de China?
El Instituto Gatestone ha sugerido que el verdadero objetivo verde de Beijing es reducir la competitividad de EE. UU. y aumentar la ventaja competitiva de China, así como ampliar la dependencia mundial de la fabricación y producción china de productos verdes.
El instituto expuso los siguientes puntos clave: 1) la seriedad de Beijing en cuanto a la reducción de las emisiones no se manifiesta en su último plan quinquenal, que no contiene objetivos ni acciones concretas requeridas para reducir las emisiones de dióxido de carbono; y 2) el Acuerdo de París da a China (y a la India) un «paseo gratuito» por el carbono a corto plazo, mientras que China está de hecho aumentando rápidamente las emisiones de dióxido de carbono.
Mientras tanto, a los países europeos y a Estados Unidos se les exige que alcancen objetivos reales de emisiones y reducciones en el marco del Acuerdo de París, lo que supone una carga adicional para sus economías a través de regulaciones ecológicas, mientras que China sigue teniendo libertad para expandirse y contaminar.
Un informe del Grupo Rhodium del pasado mes de mayo revela que China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo, con un 27 por ciento del total en 2019, como se muestra aquí:
Las emisiones de gases de efecto invernadero de China en 2019 representaron un aumento del 25 por ciento con respecto a 2009; la tendencia coincide con la evolución del Mercado Nacional del Carbono y del ETS de China descritos anteriormente.
En resumen, el impacto sobre las emisiones y el plan para lograr la neutralidad del carbono del ETS chino ha sido insignificante. Ahora sabemos lo que significa realmente «cero emisiones netas con características chinas».
Cero emisiones con características chinas parece ofuscar también la expansión de la producción energética china. A pesar de ser el mayor emisor de carbono del mundo, China encargó más capacidad de combustión de carbón en 2020 que la que el resto del mundo retiró.
«El auge del carbón en China en 2020 compensó con creces las retiradas de capacidad de carbón en el resto del mundo, dando lugar al primer aumento en el desarrollo de la capacidad de carbón mundial desde 2015. (…) El auge del carbón en China representó el 76 por ciento de la nueva capacidad mundial de carbón de 50.3 GW», según un artículo de Oilprice.com.
Solo algunos ecologistas y políticos occidentales se creen la propaganda del PCCh de que China logrará «cero emisiones netas» para 2060.
Por último, es importante recordar que varios activistas verdes occidentales no limitan su defensa a «detener el calentamiento global». Sus intereses incluyen detener la contaminación de todo tipo y proteger el medio ambiente en todos los aspectos. El enfoque verde del PCCh se ha centrado principalmente en el cambio climático porque se puede ganar mucho dinero con la producción de los componentes de la tecnología verde que necesita el resto del mundo, como las baterías, los paneles de energía solar y los vehículos eléctricos. Al PCCh le interesa más ganar dinero que «proteger el medio ambiente» (y «detener el calentamiento global provocado por el hombre»).
Tal vez esta sea la razón por la que el PCCh y sus medios de comunicación nunca hablan de los siguientes problemas medioambientales en China:
Floraciones de algas tóxicas: El desarrollo excesivo, que incluye la escorrentía de fertilizantes sin tratar, los residuos de las fábricas y las aguas residuales humanas, ha provocado la contaminación de las fuentes de agua y ha producido floraciones de algas tóxicas que hacen que el agua no sea potable y que el pescado y otros mariscos sean tóxicos.
Contaminación tóxica del agua: Las plumas de aguas residuales en los vertidos de los ríos en el mar de China Meridional han sido extensas. Greenpeace analizó y detectó la presencia de una serie de sustancias químicas peligrosas en las aguas costeras chinas, como ftalatos, antimonio y etoxilatos de nonilfenol (NPE).
Contaminación del aire: Muchos habitantes de China continental llevaban mascarillas mucho antes del brote de COVID-19; se usaban debido a la horrible calidad del aire en muchas ciudades importantes. La calidad del aire en China se ve afectada negativamente debido a los vertidos industriales no procesados, como el mercurio, los sulfatos, el ozono, el carbono negro y también el polvo del desierto de Mongolia.
Contaminación del suelo: Las tierras chinas están plagadas de «residuos industriales que se filtran desde las fábricas al suelo, y de actividades agrícolas como la aplicación de fertilizantes y el uso de agua contaminada para el riego», según un reportaje de Deutsche Welle (DW). Esa contaminación ha provocado epidemias locales de cáncer en varias zonas industriales del país (de las que no informan los medios de comunicación chinos). Piense en una docena de Love Canals sin la limpieza.
Contaminación por plástico: Más de 200 millones de metros cúbicos de residuos plásticos fueron encontrados flotando en las costas chinas en 2018, principalmente «en las regiones del delta de los ríos Yangtze y Perla», según el diario británico Independent. El artículo afirma además que China es el principal generador de residuos plásticos del mundo.
Conclusión
Xi Jinping y sus taquígrafos en los medios de comunicación estatales chinos anuncian a bombo y platillo el objetivo de China de conseguir «cero emisiones netas» para 2060. Los investigadores chinos elaboran febrilmente estudios y libros blancos sobre las cero emisiones. Pero China sigue a la cabeza del mundo en la construcción de plantas energéticas de carbón mientras ignora otros desafiantes problemas de contaminación ambiental que están provocando la muerte de ciudadanos chinos, e invierte en el desarrollo de tecnologías verdes y en la fabricación para obtener beneficios monetarios. Palabras frente a hechos. Cero emisiones netas con características chinas.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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