WASHINGTON— El Partido Comunista Chino (PCCh) está perfeccionando un régimen tecno-totalitario para exportarlo al resto del mundo, advirtió el representante Mike Gallagher (R-Wis.).
La creciente represión de la fe por parte del régimen fue el tema central de una mesa redonda organizada por el legislador el 12 de julio. El presidente y otros panelistas del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el PCCh afirmaron que una de las principales conclusiones es que estos abusos no se detienen en las fronteras chinas.
«En todos los ámbitos, hemos visto cómo el Partido Comunista Chino aprovecha el acceso a su mercado y su poder económico para coaccionar a las empresas estadounidenses e internacionales», declaró Gallagher a NTD, medio hermano de The Epoch Times.
El legislador hizo este comentario en referencia a una demanda contra Cisco, en la que se acusa al gigante tecnológico californiano de ayudar a Beijing en la persecución del grupo espiritual Falun Gong —que anima a la gente a vivir según los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Cisco supuestamente proporcionó al régimen tecnología y componentes estadounidenses que le permitieron construir una vasta red de vigilancia. Más de una docena de practicantes de Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, entre ellos un ciudadano estadounidense, alegan que el sistema resultante rastreó en Internet sus actividades relacionadas con la práctica, lo que condujo a su detención y tortura en China.
El legislador dijo que el acuerdo comercial que se presume y su impacto sobre el poder de vigilancia del PCCh no le sorprenden.
«Es una manifestación de la represión transnacional y, en última instancia, creo que prueba el punto de que el régimen tecno-totalitario que el PCCh está perfeccionando en China no se quedará allí. Es un modelo que quiere exportar cada vez más a todo el mundo», dijo a continuación, añadiendo que está «estudiando una serie de medidas legislativas para contrarrestarlo».
En la mesa redonda, representantes de cristianos chinos, tibetanos y uigures también hablaron de su sufrimiento a manos de los funcionarios del partido comunista chino, que en algunos casos, como el del pastor de la iglesia doméstica Pan Yongguang, esto continuó incluso después de huir de China.
El señor Pan y los miembros de la Iglesia Mayflower de la ciudad china de Shenzhen abandonaron China en octubre de 2019. Tras llegar a Corea del Sur, muchos del grupo recibieron llamadas amenazantes de los funcionarios del PCCh exigiéndoles que regresaran a China. Los miembros también fueron seguidos en Tailandia por presuntos agentes del PCCh, mientras que sus familiares en China se enfrentaron al acoso y los interrogatorios, declaró el Sr. Pan en la audiencia. En febrero de este año, agentes de la policía china visitaron a los padres de su esposa en la provincia central china de Hunan para presionarla para que instara al Sr. Pan a regresar. El estrés del chantaje y la preocupación por el bienestar de sus ancianos padres hicieron que la señora Pan sufriera un infarto parcial, agregó el pastor.
«El Partido Comunista Chino quiere dominar el mundo. Si consiguen sus objetivos, lo que está ocurriendo en China ocurrirá en todo el mundo», declaró a The Epoch Times el representante Carlos Giménez (R-Fla.), miembro del Comité sobre China de la Cámara
Gimenez destacó un caso de Hong Kong, donde las autoridades arrestaron y luego multaron al cardenal Joseph Zen, de 91 años, por un fondo de apoyo para los manifestantes a favor de la democracia. Incidentes como este hablan de la importancia de hablar sobre los abusos del régimen, dijo Giménez, porque lo que está sucediendo en China en este momento podría algún día «pasarte a usted».
“Uno tiene que estar subordinado al Partido Comunista Chino” y si “representa una amenaza para el Partido Comunista Chino de alguna manera, será perseguido, estará en prisión y, a veces, incluso puede perder la vida”.
Múltiples funcionarios y exfuncionarios estadounidenses de libertad religiosa ya han llamado la atención sobre los esfuerzos de cabildeo a nombre de China que están llegando a Washington, entre ellos los informes de grandes empresas como Nike y Coca-Cola que intentan debilitar la legislación que prohíbe las importaciones desde Xinjiang por preocupaciones sobre trabajos forzados.
El gobierno de Estados Unidos debería prestar más atención a tales actividades de cabildeo y evitar que las corporaciones multinacionales ayuden a la opresión del régimen, dijo Frederick Davie, vicepresidente de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional.
El oncólogo Dr. Weldon Gilcrease de la Universidad de Utah declaró anteriormente a The Epoch Times que los líderes del sistema de atención médica de su escuela se habían abstenido intencionalmente de hablar sobre la sustracción forzada de órganos por temor a represalias económicas por parte de Beijing.
Para el Sr. Davie, quien previamente expresó en el panel su preocupación acerca de que el PCCh utilice asociaciones académicas bilaterales para hacer que las instituciones estadunidenses sean “inmunes a las atrocidades”, el incidente fue un buen ejemplo.
“Simplemente, demuestra el punto del nivel de influencia que el alcance económico chino tiene en todo el mundo y en Estados Unidos”, dijo a The Epoch Times.
Los consumidores estadounidenses también tienen un papel que desempeñar, señaló Tony Perkins, expresidente de la comisión bipartidista de libertad religiosa y presidente del Family Research Council.
“China es en realidad más represiva hoy que hace dos décadas, y la razón es que pueden permitírselo cuando los consumidores estadounidenses financian su represión”, dijo Perkins en el panel.
En su opinión, Estados Unidos no debería tener “más transacciones económicas” con China hasta que cambie la situación de los derechos humanos.
“Los estadounidenses se han vuelto adictos a los productos baratos, una sociedad muy materialista, pero necesitan entender que las ganancias de eso se van de regreso para influir en la política, tanto aquí como en el extranjero”, dijo Perkins a The Epoch Times.
“Por nuestra familia, nosotros leemos la etiqueta de dónde se fabrican las cosas y hacemos todo lo posible para evitar comprar productos de China, y alentamos a otros a hacer lo mismo”.
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