El régimen comunista de China ha puesto fin de forma repentina a su política cero-COVID, la cual había implementado estrictamente en los últimos tres años. Sin embargo, en los últimos meses de la política, un brote sin precedentes del virus surgió a pesar de las restricciones y ahora está causando que el débil sistema médico del país esté al borde del colapso.
El 7 de diciembre, el Consejo de Estado chino publicó las «Nuevas Diez Reglas» sobre el control de la epidemia, que incluían la relajación de medidas como permitir el autoaislamiento en casa y no exigir pruebas PCR negativas para los viajes entre regiones.
Pero hasta la fecha, el régimen sigue sin tener una hoja de ruta clara para «coexistir con el virus», ni ha asignado recursos médicos suficientes para hacer frente a la oleada masiva de infecciones que se prevé.
Tsunami de infecciones
En los últimos quince días, Beijing se ha visto envuelto en un tsunami de casos de COVID-19.
El 11 de diciembre, el número de pacientes ambulatorios con fiebre en los hospitales de Beijing alcanzó la cifra de 22,000, 16 veces más que una semana antes. Las llamadas diarias a la línea de emergencia superaron las 30,000, seis veces el volumen normal.
Tang Yun (seudónimo), residente en Beijing, declaró a The Epoch Times el 14 de diciembre que los hospitales locales estaban llenos y los pacientes hacían fila afuera.
«Muchas personas con enfermedades graves no pueden ser hospitalizadas porque no hay suficientes camas ni UCI», declaró.
Una encuesta realizada por el medio de comunicación The Beijinger reveló que hasta el 70% de los encuestados afirmaron haber contraído el virus del COVID-19.
Guang Yuan, residente de Beijing, declaró a The Epoch Times el 14 de diciembre que la mayoría de las personas que conoce se han infectado: «Toda la familia de mis dos hermanos está infectada. Mi amigo el Sr. Song, al que acabo de llamar, me ha dicho que toda su familia está infectada; la familia de otro amigo, el Sr. Yang, también está infectada. Casi todos los que conozco están infectados, excepto mi hermana y mi madre, que tiene más de 90 años. Pero no creo que puedan aguantar mucho más».
Feng Zijian, exdirector de los CDC chinos, declaró al China Youth Daily que es probable que hasta el 60% de la población china se infecte en esta primera gran oleada.
Y luego, «con el tiempo, alrededor del 80-90% de la población estará infectada», dijo Feng. Esto significa que en China más de mil millones de personas estarán infectadas por el virus.
Según Wigram Capital Advisors, un grupo de asesoramiento macroeconómico que ha proporcionado modelos a los gobiernos durante la pandemia, podría producirse en China una «oleada invernal» de infecciones por COVID-19 sin precedentes, con un máximo diario de 20,000 víctimas mortales a mediados de marzo. La demanda de unidades de cuidados intensivos debería alcanzar un pico 10 veces superior a la capacidad hospitalaria a finales de marzo, cuando las hospitalizaciones diarias podrían llegar a 70,000.
Tras el brote en Beijing, el crematorio de los suburbios orientales designado para incinerar a los pacientes infectados por COVID-19 está desbordado de cadáveres, según el Wall Street Journal. Un empleado del crematorio calculó que cada día llegaban al crematorio unos 200 cadáveres, frente a los 30 ó 40 habituales. El aumento de la carga de trabajo está desbordando al personal del crematorio, muchos de los cuales también están infectados por el virus, que se propaga rápidamente.
Los brotes se propagan con rapidez
El profesor Ben Cowling, jefe del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Medicina Li Ka Shing de la Universidad de Hong Kong, declaró a NPR que el COVID-19 se está propagando ahora más rápidamente en China que en cualquier otro lugar durante la pandemia. También parece ser especialmente contagioso entre la población china.
Al inicio de la pandemia, a principios de 2020, el número de reproducción R0 del virus era de unos 2 o 3, y durante la oleada de ómicron en Estados Unidos el invierno pasado, el R0 saltó a unos 10 u 11, dijo Cowling.
En el brote actual en China, los científicos de la Comisión Nacional China de Salud estiman que el R0 llega a 16, propagándose más rápidamente que las oleadas anteriores en todo el mundo.
«Se trata de un nivel de transmisibilidad realmente alto», declaró Cowling a NPR. «Por eso China no pudo mantener su política de cero COVID. El virus es demasiado transmisible incluso para ellos».
El invierno pasado, el número de casos en Estados Unidos se duplicaba cada tres días aproximadamente, añadió Cowling. «Ahora, en China, el tiempo de duplicación es como de horas. Incluso si consigues ralentizarlo un poco, seguirá duplicándose muy, muy rápidamente. Así que los hospitales van a estar bajo presión, posiblemente a finales de este mes».
Cowling cree que la razón de una transmisibilidad tan explosiva es que los chinos tienen muy poca inmunidad al virus, ya que la gran mayoría nunca se ha infectado. Hasta hace poco, el partido comunista gobernante en China (PCCh) se ha centrado en la cuarentena masiva, las pruebas y las restricciones de viaje para evitar la propagación del virus por el país. Como resultado, la mayoría de la gente no estuvo expuesta a las variantes que aparecieron antes de ómicron. Pero esto significa que casi todos los 1400 millones de habitantes son ahora vulnerables a la infección.
«Es posible que [China] tenga que pagar el precio de su retraso a la hora de adoptar un enfoque de ‘coexistencia con el COVID'», afirmaron los analistas de Nomura Securities en un informe del 8 de diciembre. Según Nomura, la tasa de infección en China es solo del 0.13%, «muy por debajo del nivel necesario para la inmunidad de grupo».
Débiles cimientos del sistema sanitario
El frágil sistema sanitario chino se enfrenta a una gran prueba.
Según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE, por sus siglas en inglés), en 2020 había 28.2 camas de la unidad de cuidados intensivos por cada 100,000 habitantes en Alemania, 21.6 en Estados Unidos y 13.8 en Japón.
En noviembre, el Diario del Pueblo citó datos de los expertos en prevención y control de epidemias del Consejo de Estado, según los cuales China tiene menos de 4 camas de UCI por cada 100,000 habitantes. Jiao Yahui, director general del Departamento Médico de la Comisión Nacional de Salud, presentó mejores cifras, afirmando que actualmente hay 138,100 camas de cuidados intensivos en todo el país. Teniendo en cuenta que la población china es de 1400 millones de habitantes, esto se traduce en 9.8 camas de cuidados críticos por cada 100,000 personas.
El número de personas infectadas por COVID-19 en Estados Unidos durante una importante oleada en el mes de enero alcanzó los 20,148,614. Sin embargo, incluso con 20 millones de personas infectadas, las camas de la UCI en todo el país no estaban «sobrecargadas», aunque a 19 estados les quedaba menos del 15% de sus camas de la UCI.
Hong Kong cuenta con unas 7.1 camas de la UCI por cada 100,000 habitantes, aproximadamente el doble que las camas de las UCI de China continental, según datos citados por el Diario del Pueblo. Pero cuando la quinta ola de COVID-19 azotó Hong Kong en febrero de este año, sus camas de las UCI estaban saturadas y muchos hospitales se vieron obligados a instalar tiendas de campaña fuera de las salas de urgencias para alojar temporalmente a los pacientes en estado crítico.
El sistema de ambulancias de Beijing también está siendo llevado más allá de sus límites. Según el medio chino Economic Observer, desde las 11 de la mañana hasta las 3 de la tarde del 14 de diciembre, un asilo estuvo intentando resolver la situación de emergencia de un anciano. El personal no paraba de llamar al número de emergencias 120 desde cuatro teléfonos, pero no conseguían contactar con una ambulancia, ya que la línea estaba siempre ocupada.
Zhang Yihe, conocido escritor residente en Beijing, declaró a The Epoch Times el 15 de diciembre que los cimientos del sistema médico chino son débiles.
«Durante muchos años, no hemos invertido lo suficiente en la construcción de una asistencia sanitaria básica», afirmó. «Las autoridades se dedican mucho a la investigación de alto nivel, pero ignoran los cimientos, lo básico y lo ordinario… Cuando se produce una epidemia a gran escala, por supuesto que todo es inadecuado. Ésa es la lección».
El problema de un sistema sanitario insuficiente ya existía antes de la pandemia. En 2020, había menos de tres médicos por cada 1000 habitantes, por detrás de los principales países desarrollados y de Brasil, un país en vías de desarrollo.
Además del escaso número de médicos per cápita, los recursos sanitarios de China están desigualmente distribuidos. Para los 500 millones de chinos que se calcula viven en zonas rurales, hay menos de dos médicos por cada 1000 habitantes, mientras que en Beijing y Shanghái hay más de cinco médicos por cada 1000 habitantes.
A medida que se acerque el Año Nuevo chino, la avalancha de personas que regresan a sus lugares de origen atraerá a mucha gente de las ciudades al campo.
Tang Yun, residente en Beijing, declaró a The Epoch Times que actualmente la epidemia es muy grave en las grandes ciudades, pero se han registrado relativamente pocos casos en las zonas rurales.
Sin embargo, «cuando empiece la migración de Año Nuevo, la gente llevará el virus al campo y empezará una segunda oleada de brotes en las zonas rurales», afirmó.
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