China y el Foro Económico Mundial abrazan iniciativas anticapitalistas

La República Popular China y el Foro Económico Mundial están alineados en políticas económicas globalistas que le vienen como anillo al dedo a los intereses de Beijing.

Por Rafael Marrero
21 de diciembre de 2022 9:18 PM Actualizado: 21 de diciembre de 2022 9:18 PM

La agenda del Foro Económico Mundial (FEM), que promueve políticas globalistas, le viene como anillo al dedo a la República Popular China (RPC), que aspira a liderar el nuevo orden global posiblemente resultante de la propuesta económica del FEM, conocida como “El Gran Reinicio” del capitalismo.

Mientras el fundador del organismo internacional, el economista y empresario alemán Klaus Schwab, impulsa la descabellada iniciativa, al creerse el decisor del rumbo económico del mundo, el dictador chino con aires hegemónicos globales abraza la propuesta, tan controversial como disparatada.

A juzgar por el escenario geopolítico actual, bien podría decirse que el discurso antinacionalista del FEM se alinea perfectamente a los objetivos globalistas de Xi. Tengamos en cuenta que a él no solo le interesa gobernar eternamente en su país (ya fue reelecto para un tercer mandato, y contando), sino también imponer sus ideas socialistas al resto del mundo.

FEM: el negocio familiar más influyente del mundo

Según reza en su página web, «el Foro Económico Mundial es una organización internacional para la cooperación público-privada. Se estableció en 1971 como una fundación sin fines de lucro y tiene su sede en Ginebra, Suiza. Es independiente, imparcial, y no está ligado a ningún interés especial».

Hay que decir que esa definición es, cuando menos, cuestionable. Para empezar, lo que Klaus Schwab creó en 1971 fue el Foro de Gestión Europea, un cónclave con un marcado fin de negocios que, en 1987, por su inclinación a temas económicos con tintes políticos, se transformó en el FEM y cambió su forma jurídica a fundación.

El hecho de que es una entidad sin ánimos de lucro, también ha sido cuestionado. Según un reporte de El Mundo, «Schwab obtiene inmensos réditos económicos y ha sido acusado reiteradamente de falta de transparencia contable». Sin dejar de mencionar, claro está, su debatida imparcialidad. Basta con echarle un vistazo a su discurso globalista para percatarnos por dónde van los tiros en esta organización.

¿Qué más decir de su fundador? Pues que Schwab es tan solo un economista octogenario con un postgrado en la Universidad de Harvard, que un buen día decidió crear una empresa, «el negocio familiar más influyente del mundo», según la misma fuente.

Su hijo, Olivier, es el director ejecutivo de la fundación; su hija, Nicole, ha trabajado en organizaciones juveniles y de género vinculadas al Foro de Davos (como también se conoce al FEM), y su esposa, Hilde, es la presidenta de la Fundación Schwab para el Emprendimiento Social, que complementa los objetivos de la entidad.

Según El Mundo, aunque rico e influyente, Schwab no es de las personas más acaudaladas del orbe, ni tampoco ha sido electo jamás para ocupar cargo alguno. Aun así, tiene una gran autoridad y, cada año, logra reunir en Davos, Suiza, a presidentes de gobierno, representantes de organismos internacionales, poderosos empresarios y líderes políticos de todo el orbe.

El globalismo y “El Gran Reinicio” del capitalismo 

Aunque algunos creen que el globalismo constituye la parte economicista de la globalización, lo cierto es que es un sistema ideológico que impulsa la concentración del poder a nivel mundial en un solo Estado y el traspaso de la soberanía de los países a entidades supranacionales, con el fin de crear una estructura de poder totalitario.

En consonancia con esos preceptos, en junio de 2020, el Foro Económico Mundial propuso implementar “El Gran Reinicio”, una iniciativa globalista supuestamente orientada a reconstruir la economía capitalista tras el impacto del coronavirus. Según el FEM, la pandemia representa una oportunidad tanto para la recuperación económica como para el camino futuro de las relaciones globales.

El FEM igualmente considera que debemos dirigir el mercado hacia resultados más justos, que las inversiones deben estar orientadas al progreso mutuo de las naciones, y que debemos dar lugar a una cuarta revolución industrial basada en una economía digital y una infraestructura pública.

Fue el propio Schwab quien lo dejó así estipulado en su libro COVID-19: The Great Reset, obra en la que llamó a realizar los cambios institucionales que sean necesarios para poner a las economías en el camino hacia, lo que él llamó, un futuro más justo y verde.

Según un reporte del Mises Institute, el economista alemán también definió a su propuesta «en términos de convergencia de los sistemas económicos, monetarios, tecnológicos, médicos, genómicos, ambientales, militares y de gobierno». Es decir, su idea «implicaría vastas transformaciones en cada uno de esos dominios».

En términos económicos y de política monetaria, la iniciativa también «implicaría una consolidación de la riqueza, por un lado, y la probable emisión de una renta básica universal, por el otro». Asimismo, «podría incluir el paso a una moneda digital, incluida una centralización consolidada de las cuentas bancarias y los bancos, una fiscalidad inmediata en tiempo real, tipos de intereses negativos, y un control centralizado del gasto y de la deuda».

Dicho de otro modo: lo que el FEM y Schwab intentan vendernos es la creación de un gobierno global bajo el cual se amparen todas las naciones y cuya economía estribe en una sola moneda de tipo virtual, con el añadido de una total centralización de los procesos bancarios y financieros. ¿Recuerdan la metáfora de que el mundo es una aldea global? Pues con esta irrazonable y alocada propuesta dicha metáfora se quedaría realmente corta.

El nuevo orden biotecnológico y feudalista

Prosiguiendo con los objetivos trazados por el Foro Económico Mundial, el Mises Institute agregó en su informe sobre el tema que, «en términos militares, “El Gran Reinicio” implica la creación de nuevos espacios de batalla, incluyendo el ciberespacio».

En cuanto a la gobernanza, aparte de significar un solo gobierno, implica la convergencia de empresas y estados, y la digitalización de las funciones gubernamentales con el uso de tecnología 5G y algoritmos de predicción, vigilancia en tiempo real y la gobernanza anticipatoria del comportamiento humano.

«Dicho esto, prosiguió el reporte, “El Gran Reinicio” no es más que una campaña de propaganda coordinada envuelta bajo un manto de inevitabilidad. Más que una mera teoría de la conspiración, es un intento de conspiración o la “ilusión” de los planificadores socioeconómicos de que las empresas “interesadas” y los gobiernos adoptarán la desiderata del FEM».

Pero ¿qué recursos están usando el Foro Económico Mundial y los planificadores de esta enrevesada propuesta? Pues, según el Mises Institute, «la retórica de la “igualdad económica”, la “justicia”, la “inclusión” y el “destino compartido”, entre otros eufemismos. En conjunto, esas frases representan el componente político e ideológico colectivista del socialismo corporativo previsto».

En otras palabras: bajo el manto de supuestos beneficios económicos y sociales, por solo citar algunos, «el FEM prevé un orden mundial biotecnológico y feudalista» en el que «los planificadores y las partes interesadas» estarán al mando, pero en el que «la mayor parte de la humanidad [estará] en esclavitud». Es decir, para la gente, en general, expectativas reducidas y autonomía individual muy restringida, si no totalmente eliminada.

La relación entre Klaus Schwab y Xi Jinping

A juzgar por lo que ha trascendido en los últimos años, todo indica que las ideas globalistas de Klaus Schwab han encontrado en Xi Jinping al recipiente correcto. Por tal razón, tanto el uno como el otro no hacen más que congratularse entre sí cada vez que tienen una oportunidad.

Hace muy poco, el economista alemán dijo que respeta «los logros de China, que son tremendos en los últimos 40 años, [concretamente], desde que entró en acción la política de apertura y reforma». Asimismo, remarcó que la RPC «es un modelo atractivo a seguir para muchos países», según informó The Epoch Times.

Con anterioridad, en 2021, el economista alemán alabó a Xi tras su discurso online en el Foro de Davos. En aquel entonces, dijo que contaba con el líder chino para comenzar una nueva era global, al tiempo que le agradeció por «su declaración de principios y por recordarnos que somos parte de una comunidad global que comparte el mismo futuro común».

Xi, por su parte, señaló que «ahora desempeñaremos un papel más activo para fomentar una globalización económica mundial, que sea más abierta, inclusiva, equilibrada y beneficiosa para todos», justamente a tono con la polémica Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la que el FEM es un fiel seguidor.

Sin la presencia de un alto cargo de la Administración Biden en el encuentro de 2021, dicen que, en esa ocasión, Xi habló como si ya fuera el nuevo líder mundial, que señaliza el camino político a seguir. Incluso, se atrevió a decir que lo que está por delante es un nuevo gobierno global en el que su nación tendrá un peso muy importante.

En línea con las ideas de Schwab, el líder chino también ha expresado públicamente su admiración por el empresario izquierdista, lo ha citado varias veces en sus discursos ante el FEM e, incluso, ha llamado “Economía Schwab” a las ideas “brillantes” que suelen debatirse en el cónclave.

Expertos en el tema aseguran que los libros de Schwab (entre ellos, el citado COVID-19: The Great Reset) les han sido de mucha utilidad a Xi, toda vez que las iniciativas globalistas del empresario parecen encajar perfectamente en sus consabidos planes mundiales. Recordemos que la reestructuración que obsesiona al alemán, es un sistema socialista global, mientras que lo que mantiene el chino, es que su país está siguiendo el camino hacia un socialismo moderno.

La controversia entre globalismo y proteccionismo

Si bien Klaus Schwab, Xi Jinping y otros políticos izquierdistas están en la misma página por sus ideas marxistas, hay toda una controversia en torno a la postura del Foro Económico Mundial, pues este no hace más que abogar por que todas las naciones se acojan a su guion, esto es, al llamado reseteo del capitalismo tal cual lo conocemos para dar lugar a un socialismo globalizado.

Como Schwab y Xi convergen tanto en ideas como en principios, no es raro que el economista muestre su simpatía por el dictador y, en cambio, desprecie a los abiertamente contrarios al globalismo, como, por ejemplo, el expresidente Donald Trump, quien en más de una ocasión no solo cuestionó al foro, sino que también expuso su punto de vista respecto a sus desatinadas propuestas.

Según un reporte de la BBC, en su discurso ante la 73ª Asamblea General de la ONU, Trump dijo que «EE. UU. siempre va a escoger la independencia y la cooperación por encima de gobiernos globales, el control y la dominación». Enfatizando en que EE. UU. es gobernado por los estadounidenses, también remarcó que, en vez de la ideología del globalismo, él abraza la doctrina del patriotismo.

En una suerte de respuesta a Trump, Xi dijo en 2017 que «no habrá ganadores en una guerra comercial [y que] seguir el proteccionismo es como encerrarse en un salón oscuro». Para el editor de Economía de la BBC, Kamal Ahmed, «el mensaje de China es claro: Estados Unidos puede estar empezando a mirar más hacia adentro de sus fronteras, pero China busca extender su influencia, y la ruta escogida es la de la economía».

Según Ahmed, «la destacada participación china en el Foro Económico Mundial, el lanzamiento del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, como rival del Banco Mundial dominado por Estados Unidos, y la resurrección del corredor de comercio de la Ruta de la Seda, desde Asia al Medio Oriente y Europa, son estrategias que apuntan en una dirección: el entusiasmo de Xi Jinping por una China más expansionista».

El experimento de ingeniería social comunista

Por supuesto, Trump no es el único que se opone a las locuras globalistas del Foro Económico Mundial. De acuerdo con un reporte de Cambio 16, muchos conservadores opinan que la propuesta del foro induce a un comunismo en el que no habría dinero en efectivo, ni libertad, ni privacidad, dada la vigilancia masiva que recaería sobre los ciudadanos.

Algunas organizaciones, como el Instituto Transnacional de los Países Bajos, aseguran que el Foro de Davos «es un golpe de estado global silencioso». Según un reporte de El Mundo, este instituto basa sus acusaciones «en polémicos informes, elaborados en el propio Foro Económico Mundial, como el que sostiene que los gobiernos ya no son los actores dominantes en la escena mundial y que ha llegado la hora de un nuevo paradigma internacional de gobernanza accionarial, que mezcle lo público con lo privado».

Radio Televisión Martí, por su parte, señaló en su plataforma digital que, en Occidente, el orden globalista tiene un correlato, en el sentido de que se trata de «una nueva dictadura del pensamiento, un experimento de ingeniera social a la altura de lo creado por el comunismo».

Artículos de opinión difundidos en otros medios de prensa, como Forbes o The Guardian, entretanto, han calificado al reseteo de plan vacío, motivado por una “agenda social radical” y marcadamente hipócrita. O sea, es un plan propuesto por quienes combaten el cambio climático, pero que, en cambio, llegan a Davos en jets privados.

Las predicciones para el mundo en 2030

Durante el más reciente encuentro presencial del FEM, celebrado en mayo de 2022, se constató nuevamente que los lineamientos del foro están en sintonía con los polémicos planes de la ONU en relación con su Agenda 2030. Es más: ambas entidades se han unido en un memorando de entendimiento, tan impensable como desconcertante.

El caso es que, siguiendo la pauta trazada por la ONU, el Foro Económico Mundial también lanzó sus predicciones para 2030. Básicamente, asegura que, para esa fecha, las compras serán un recuerdo lejano, pues los habitantes habrán hallado la solución de la energía limpia y tomarán prestado lo que necesiten.

Asimismo, alaba la delantera de China en la lucha contra las emisiones de carbono, refiere que el dominio de EE. UU. habrá terminado; predice que no habrá hospitales, pero sí grandes avances en la medicina preventiva; vaticina que no comeremos carne, sino alimentos saludables, y conjetura que los valores sobre los que se construyó Occidente serán puestos a prueba.

Según reportó el Panam Post, en la reunión presencial del foro, Klaus Schwab se jactó de su protagónico rol en ese empeño, cuando dijo: «El futuro lo construimos nosotros, la poderosa comunidad [presente] aquí, en esta sala». Es que tanto para él como «para los partidarios del reinicio, si no se toman medidas adecuadas, el mundo será cada vez menos sostenible e igualitario, de ahí que solicitan la participación de todos los actores globales».

Cabe mencionar que entre esos actores globales a favor del susodicho cambio se encuentran, nada más y nada menos, que líderes políticos, como el mismísimo Joe Biden, Emmanuel Macron y Justin Trudeau, presidentes de EE. UU., Francia y Canadá, respectivamente. Y, desde luego, el mandatario chino, Xi Jinping.

Que nadie se equivoque creyendo que la cacareada propuesta económica del Foro Económico Mundial y sus fieles seguidores, como Xi Jinping, traerá consigo la bonanza y el bienestar que tanto predicen. Como diría el diario El Español, el globalismo es un producto intelectual, un diseño de la izquierda antiliberal, por tanto, nos toca luchar contra él desde cada una de nuestras fronteras para no dejarnos embaucar.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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