Rusia se convirtió en el primer país del mundo en aprobar una vacuna COVID-19 llamada Sputnik V el 11 de agosto y ha sido criticada por la comunidad médica internacional porque la vacuna aún no ha sido probada en ensayos médicos a gran escala.
La «Sputnik V» es una vacuna desarrollada por el Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya en coordinación con el Ministerio de Defensa ruso.
El Instituto de Investigación de Gamaleya, de propiedad del estado, es uno de los laboratorios de investigación de vacunas más antiguos de Rusia. Ha estado realizando investigaciones científicas en sus instalaciones desde la era soviética. El nombre Sputnik V se convirtió en el orgullo de la Unión Soviética tras surgir de la carrera por los satélites en la Guerra Fría de 1957.
El Ministerio de Sanidad ruso señaló que la vacuna se basa en una que se ha demostrado que funciona contra el adenovirus, el resfriado común, y se espera que proporcione inmunidad contra el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, durante un máximo de dos años.
Los científicos de Rusia y otros países expresaron su preocupación por el ritmo de desarrollo y la falta de transparencia y afirman que ofrecer la vacuna al público antes de importantes ensayos finales podría plantear un grave problema. Setenta y seis pacientes participaron en el ensayo de la fase 1, una cantidad demasiado pequeña para determinar si la vacuna rusa es segura y eficaz.
El Instituto Gamaleya fue cuestionado por un grupo de científicos y médicos de 12 países para obtener información sobre la vacuna del Sputnik V luego de haber destacado «patrones extraños» en los datos publicados en la principal revista médica británica The Lancet hace un mes.
Los 37 profesionales prominentes solicitaron acceso a los datos para examinarlos más a fondo y firmaron una carta abierta en la que exponen una serie de preocupaciones sobre una aparente duplicación de los resultados relativos a la producción de anticuerpos en los participantes a los que se administró la vacuna en el primer ensayo. Ellos consideraron tal duplicación «altamente improbable», según The Moscow Times.
El Instituto Gamaleya ha ignorado la solicitud y no ha respondido a múltiples llamados públicos, así como a al menos dos propuestas oficiales para obtener «información anónima en bruto», según el grupo de investigadores que planteó las preocupaciones por primera vez.
Enrico Bucci, un profesor de biología de la Universidad de Temple en Estados Unidos quien fue el primero en destacar la posible duplicación de datos, dijo que la respuesta pública de Rusia no respondió a sus preocupaciones y que no espera que Rusia sea «más transparente».
A pesar de todo esto, TASS, una agencia de noticias estatal de Rusia, dijo que el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), que financió la producción de la vacuna, «recibió pedidos de exportación de mil millones de dosis de vacunas por parte de 20 países».
La agencia señaló además que la vacunación pública contra el nuevo coronavirus Sputnik V podría comenzar en Rusia a finales de octubre.
El presidente ruso Vladimir Putin ofreció a todo el personal de las Naciones Unidas una vacuna gratuita el mes pasado, sin embargo, el propio presidente aún no la ha probado.
Además, el número de infecciones por coronavirus en Rusia ha aumentado en 12,846 en las últimas 24 horas, el mayor desde el inicio de la pandemia por segundo día consecutivo, según informó el centro de crisis contra el coronavirus el 9 de octubre.
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