Agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) de México advirtieron este lunes a miles de migrantes que no se lanzaran a las aguas del río Bravo pero cientos, provenientes de Centro y Suramérica, llegaron a Estados Unidos nadando para entregarse a la Patrulla Fronteriza.
Desde hace varias semanas migrantes que forman parte de las familias que habitan un campamento ubicado en los márgenes del río Bravo (río Grande en EE.UU.)), que carece de condiciones y servicios básicos, han estado arrojándose al caudal para alcanzar territorio estadounidense en su afán por acelerar su ingreso a ese país y terminar con la espera en México.
«Ya queremos cruzar, ya no aguantamos más (en México), nos acosan mucho», declaró a EFE la migrante venezolana Mayerlin, quien por seguridad omitió su apellido.
Los aspirantes a asilo insisten en que la aplicación CBP One, ejecutada por el Gobierno de Joe Biden para registrar a los candidatos a obtener pase legal a esa nación, sigue con fallas.
Además, señalaron que en los últimos días han sido víctimas de situaciones relacionadas con la inseguridad, como la quema de casas de campaña efectuada por supuestos civiles armados.
Este lunes, los agentes del INM arribaron a la zona del río Bravo para pedir a las personas migrantes alejarse del agua y apartarse de la orilla a varios que estaban a punto de arrojarse en colchones inflables, los cuales emplean para sortear el peligro de nadar, pero conllevan el riesgo de caer al río, acción que ya ha cobrado la vida de algunos migrantes.
A esas acciones se sumó la Guardia Nacional, cuyos agentes dispersaron a los grupos que pretendían alcanzar el «sueño americano», esto sin que se presentara fricción alguna, aunque sí hubo varios reclamos sobre las injusticias por las que atraviesan durante su estancia en la frontera mexicana.
«Soy madre soltera, ya estoy cansada, estoy prácticamente durmiendo en la calle con mi hijo todos los días y no tengo alimentos para darle de comer», declaró a EFE la venezolana, María Hernández.
Minutos más tarde, a unos metros del cruce clausurado por los funcionarios apareció una cantidad considerable de niños y adultos que bajaron del bordo al caudal y aunque un agente del INM intentó detenerlos fue superado por la multitud.
A través de su página oficial en Facebook, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos reportó que en las últimas 24 horas habían interceptado a 1.600 migrantes que ingresaron al país por medio del río Grande, entre Matamoros y Brownsville, como se nombra al caudal en la región del sur de Texas.
Ahora los migrantes usan hasta seis camas inflables para pasar grupos de cuatro o menos personas, y de esa misma forma también se traslada a niños a pesar del riesgo de que los viajantes pueden caer al agua ya que muchos no saben nadar.
En la reactivación de los cruces, las autoridades mexicanas ya no lo impidieron y solo se limitaron a observar desde el bordo del río el constante flujo que persistió por la tarde del lunes.
Se estima que hay 3.500 migrantes varados en la ciudad de Matamoros que buscan acceder a Estados Unidos de manera legal o por el río Bravo, incluyendo un número creciente de migrantes de Asia.
Lanzarse al río fronterizo entre México y Estados Unidos es una escena usual desde finales de 2022, cuando también con altas cifras migrantes centro y suramericanos cruzaron el caudal sin importar que del otro lado había agentes estadounidenses para interceptarlos.
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