La oficina del gobernador de Colorado, Jared Polis, anunció el sábado que el estado dejará de enviar autobuses cargados de inmigrantes ilegales a Chicago y Nueva York, una medida que había provocado las protestas de los alcaldes demócratas de ambas ciudades.
Polis, demócrata, anunció el martes que el gobierno estatal intervendría para asegurarse de que los inmigrantes ilegales llegados recientemente a Denver lleguen de forma segura a Chicago y Nueva York en autobús, alegando que la mayoría de esas personas no consideran Colorado su «destino final deseado». No tuvo que esperar hasta el sábado para cesar en ese plan.
Según la oficina del gobernador, Polis decidió dar marcha atrás tras discutir el asunto con sus compañeros demócratas que dirigen esas ciudades «santuario» y «hospitalarias».
«El gobernador tuvo una conversación muy productiva con el alcalde Adams y la alcaldesa Lightfoot hoy, donde compartió que no hay más autobuses programados para los migrantes de Denver a Chicago en este momento, y el último transporte rentado a la ciudad de Nueva York se completará con éxito mañana», dice un comunicado de prensa de la oficina de Polis.
«Ahora que los viajes en todo el país han vuelto a la normalidad porque las fiestas y el impacto del clima han normalizado las rutas de transporte, Colorado ha estado en el proceso de reducir este transporte», añade el comunicado.
La decisión del sábado se produce después de que Lightfoot y Adams, cuyas ciudades se han visto desbordadas por una afluencia de decenas de miles de inmigrantes ilegales desde la primavera de 2022, pidieran a Polis en una carta abierta que no añadiera más a su carga. Muchos de esos inmigrantes ilegales cruzaron la frontera entre EE. UU. y México hacia Texas antes de aceptar voluntariamente un boleto de autobús de ida a las metrópolis gobernadas por los demócratas.
Chicago, según la carta, ha «acogido a 3854 inmigrantes trasladados en autobús a su ciudad desde Texas» desde finales de agosto de 2022. Mientras tanto, el sistema de refugios de emergencia de la ciudad de Nueva York está luchando para atender a unos 36,400 «solicitantes de asilo», una crisis en espiral para la que la ciudad planea gastar 1000 millones de dólares.
«Deben dejar de enviar inmigrantes en autobús a Chicago y Nueva York», escribieron los alcaldes. «Estas acciones no están a la altura de los valores de un Estado proclamado hospitalario y deben cesar inmediatamente».
Denver declara el estado de emergencia
En diciembre, el alcalde de Denver, Michael Hancock, declaró el estado de emergencia en respuesta a la dramática afluencia de inmigrantes ilegales que llegaban a la ciudad.
«Permítanme ser franco: esta afluencia de inmigrantes, la naturaleza imprevista de su llegada, y nuestros actuales desafíos de espacio y personal han puesto una inmensa presión sobre los recursos de la ciudad hasta el nivel en que están a punto de llegar a un punto de ruptura en este momento», dijo Hancock en una conferencia de prensa el 15 de diciembre.
Según la alcaldía, más de 900 inmigrantes ilegales han llegado a Denver a lo largo de varios meses, más de 600 de ellos desde el 2 de diciembre. El esfuerzo de acogida ya ha costado a la ciudad más de 800,000 dólares, y se espera que esa cantidad «aumente significativamente».
Continúan los programas republicanos de autobuses
El año pasado, los gobernadores republicanos de Texas y Arizona enviaron en autobús al menos a 18,000 de las personas que entraron ilegalmente en sus estados a ciudades «santuario» y «hospitalarias» de todo el país.
Según el gobernador de Texas, Greg Abbott, el Estado de la Estrella Solitaria ha enviado más de 9100 inmigrantes ilegales a Washington, más de 4900 a Nueva York, más de 1500 a Chicago y más de 840 a Filadelfia. Esto incluye tres autobuses cargados de personas que fueron dejados cerca de la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris en Nochebuena.
Mientras la Casa Blanca criticaba las iniciativas de los autobuses calificándolas de «crueles» y «vergonzosas», Abbott respondió diciendo que las políticas fronterizas erróneas de la Administración Biden son las culpables de la crisis que las comunidades fronterizas han tenido que afrontar durante años.
«Estas comunidades y el estado están mal equipados para hacer el trabajo asignado al gobierno federal: alojar a los miles de inmigrantes que inundan el país cada día. Con la llegada de temperaturas peligrosas, muchos de estos migrantes corren el riesgo de morir congelados en las calles de las ciudades», afirmó Abbott en una carta abierta.
«La necesidad de abordar esta crisis no es tarea de estados fronterizos como Texas. En su lugar, la Constitución de EE. UU. dicta que es su trabajo, Sr. Presidente, defender las fronteras de nuestro país, regular la inmigración de nuestra nación, y gestionar a los que buscan refugio aquí».
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