Ahora mismo está ocurriendo algo en mi vida que es muy difícil. Definitivamente desearía que no fuera parte de mi vida, sin embargo, está claro que mi anhelo no ha hecho nada para cambiarlo.
Como siempre sucede: Si luchamos con la realidad, la realidad gana.
Y así se me ocurrió (maravillosamente) este podría ser un momento propicio para practicar la aceptación.
Cuando investigo una idea o una práctica, me gusta empezar con lo que no es. En este caso, ¿cuáles son los mitos y conceptos erróneos sobre la aceptación que se interponen en el camino para que podamos hacerlo?
Mito No. 1: Estamos bien con lo que está pasando. Podemos estar de acuerdo con ello
El mayor malentendido acerca de la aceptación es que significa que estamos de acuerdo con lo que estamos aceptando, que de alguna manera estamos de acuerdo con esta situación que no queremos.
Realidad: La aceptación no requiere que estemos de acuerdo con lo que estamos aceptando
La aceptación no implica que ahora queramos lo que no queremos. No incluye sentirse bien o en paz con lo que estamos aceptando. No significa que ahora estemos de acuerdo con esto.
Mito No. 2: La aceptación significa que dejamos de intentar cambiarla
Creemos que la aceptación es sinónimo de aceptar renunciar pasivamente a todos los esfuerzos para hacer las cosas diferentes, es decir que estamos de acuerdo en que esta situación continuará para siempre. Estamos decidiendo escondernos bajo las sábanas.
Realidad: Aceptar no significa suspender los esfuerzos para cambiar lo que es
La aceptación no implica que estemos renunciando a que la realidad se convierta en algo diferente. La aceptación es todo acerca de ahora y no tiene nada que ver con el futuro. Además, la aceptación no es un acto de pasividad, sino más bien un acto de sabiduría. Significa estar de acuerdo en comenzar nuestros esfuerzos desde donde realmente estamos y considerando lo que realmente es.
Mito No. 3: La aceptación es un fracaso
En nuestra cultura, la aceptación es para los sumisos, para los perdedores. Es lo que hacemos cuando fallamos al hacer todo lo demás. Vemos la aceptación como una elección sin elección, un final desalentador y deprimente como una batalla perdida.
Realidad: La aceptación no es un acto de fracaso
La aceptación puede, con la comprensión correcta, ser experimentada como un acto de valentía. Es para aquellos que tienen la fuerza para enfrentar la verdad y dejar de negarla. Puede ser el primer paso en un proceso de verdadero éxito y cambio.
Así que, si no son estos mitos, entonces, ¿qué es lo que llamamos aceptación?
Podría ser útil usar una palabra diferente. En lugar de preguntar: «¿Puedo aceptar esto?» Yo prefiero: «¿Puedo relajarme con esto?» O, «¿Puedo estar con esto tal como está?» O, «¿Puedo estar de acuerdo en que así son las cosas ahora mismo?» Estos indicadores se sienten más factibles dado que lo asociamos con la aceptación. Porque el hecho es que algo dentro de nosotros nunca aceptará o estará de acuerdo con lo que no queremos, y esa parte de nosotros también necesita ser incluida en este proceso.
Tranquilizarse significa que también nos relajamos con la parte de nosotros mismos que grita «no» a la situación.
Significa que hacemos espacio para la no aceptación en nosotros. Aceptamos la situación y también el feroz rechazo de la misma al mismo tiempo. No nos pedimos a nosotros mismos que nos deshagamos de la resistencia; esa resistencia es nuestra amiga. Está allí para protegernos de lo que no queremos. Así que aceptamos y permitimos la situación negativa y también, el odio de la misma.
En segundo lugar, la aceptación consiste en reconocer que esta situación particular está ocurriendo. No estamos diciendo que nos gusta, que estamos de acuerdo o que dejaremos de intentar cambiarla, simplemente significa que estamos aceptando que es lo que es. El elemento primario de la aceptación es la apertura a la realidad tal como es, no como nos sentimos al respecto.
En mi caso, con la situación que estoy viviendo, estoy practicando relajarme con la realidad de la cual, no tengo una respuesta a esta difícil situación. Acepto esta situación, aunque quiero que sea diferente y ahora mismo no sé cómo hacer que eso suceda.
Lo cómico es que nuestra negativa de aceptar una situación suele implicar una lucha contra la realidad. Nos negamos a permitir lo que ya se ha permitido. Visto desde este punto de vista, nuestra negativa a aceptar la realidad tiene un toque de locura.
Cuando practicamos la aceptación, solo decimos «sí, esto está pasando». Eso es todo. Y paradójicamente, eso nos libera para empezar a cambiar la situación o a nosotros mismos en relación con ella.
Como dijo un buen amigo, la situación cambiará o tú cambiarás, pero el cambio ocurrirá.
Desperdiciamos tanta energía luchando contra la realidad que no aplicamos nuestra energía e intención a lo que podemos hacer al respecto. Estamos atrapados en una discusión con el universo. La aceptación nos permite al menos empezar a hacer lo que podamos hacer desde donde estamos.
La aceptación es un paso profundo y poderoso en nuestro crecimiento y desarrollo. Se necesita valor para ser honesto sobre dónde estamos. La aceptación requiere determinación para sentir lo que es verdad. Esto puede ser insoportable, pero es mucho más útil que evitar tales sentimientos negando la realidad.
Cuando practicamos la aceptación, que incluye nuestro «no» inicial, nos damos permiso para unirnos a nuestra vida, para experimentar el momento presente tal como es. Nos permitimos dejar de luchar contra la realidad, que es agotadora e inútil.
La aceptación es contraria a la intuición y, sin embargo, sumamente sabia. Cuando estamos dispuestos a decir «sí, así son las cosas, lo quiera o no», algo primordial en nosotros se tranquiliza. Podemos exhalar; la mentira que hemos estado llevando a cabo por fin ha terminado.
Lo gracioso es que casi siempre sabemos lo que es verdad y solo nos engañamos a nosotros mismos con nuestra no aceptación. Aceptar nos ofrece permiso para ser finalmente auténticos con nosotros mismos, para poder estar en compañía de nosotros mismo.
Cuando podemos decir que acepto que así son las cosas, aunque las odie y no sepa qué hacer al respecto, entonces al menos puedo estar en la verdad, que, en última instancia, es el lugar más poderoso, valiente y abnegado desde el cual podemos crear nuestra vida.
Nancy Colier es psicoterapeuta, ministra interreligiosa, oradora pública, líder del taller y autora de The Power of Off: The Mindful Way to Stay Sane in a Virtual World. (El poder de desconectarse: la forma consciente de mantenerse cuerdo en un mundo virtual). Para más información, visite NancyColier.com.
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