Cómo las redes sociales ponen en peligro la salud mental

Por Gregory Jantz
01 de agosto de 2023 8:18 PM Actualizado: 01 de agosto de 2023 8:18 PM

Dado que las redes sociales se han convertido en algo tan omnipresente en nuestra era moderna, es fácil olvidar que Facebook, Twitter y similares solo tienen unas décadas de antigüedad. Los efectos de pasar demasiado tiempo en estos sitios aún están saliendo a la luz, sobre la base de cada vez más estudios científicos.

Aun así, en los últimos años se han realizado numerosas investigaciones que demuestran que las redes sociales pueden contribuir significativamente a la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental. Como afirma un informe de Medical News Today: «Encuestas nacionales y estudios basados en la población muestran que el mundo de las redes sociales puede tener efectos devastadores en la salud mental de los usuarios».

Numerosos estudios apuntan a efectos adversos sobre la salud mental de los jóvenes que pasan un tiempo prolongado dedicados a la actividad en línea. Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh concluyó que «la exposición a representaciones muy idealizadas de compañeros en las redes sociales provoca sentimientos de envidia y la creencia distorsionada de que otros llevan vidas más felices y/o exitosas».

Puedo confirmar por experiencia propia ─después de trabajar con cientos de clientes durante varias décadas─ que el mal uso de la tecnología tiene un impacto directo en la gravedad de las dificultades de salud mental. Es importante comprender dos principios:

1.Las redes sociales son un bien neutral. La tecnología en sí no es ni intrínsecamente perjudicial ni beneficiosa. El mal uso es lo que causa problemas. Las redes sociales son como una motosierra: bien utilizadas, son una herramienta útil y productiva; mal utilizadas, son un desastre a punto de ocurrir. Son nuestras propias decisiones sobre el uso que hacemos de las redes sociales las que determinarán las repercusiones personales, para bien o para mal.

2.Comprender los peligros de las redes sociales nos ayuda a evitar problemas. Está claro que las redes sociales no van a desaparecer y que probablemente seguirán creciendo en alcance e influencia. Así que haríamos bien en reconocer las trampas para salvaguardar nuestro bienestar.

He aquí algunos factores que hacen de las redes sociales un peligro potencial para la salud mental:

Aislamiento

Una característica común a prácticamente todas las actividades en Internet es que son solitarias. Aunque se envíen mensajes, se chatee o se juegue con otras personas en línea, lo más frecuente es estar físicamente solo.

Interactuar con otras personas solo a través de medios electrónicos filtra nuestra comunicación y elimina una gran variedad de señales no verbales importantes. Los investigadores calculan que entre el 65 y el 85 por ciento de toda la comunicación se produce a través de señales no verbales, como el contacto visual, la expresión facial y los gestos con las manos. Si se quiere saber lo que realmente piensa una persona y quién es en realidad, tiene que estar en contacto personal con ella. La conexión real por medios electrónicos es imposible. Básicamente, las relaciones online se saltan el desarrollo normal y suelen crear una sensación de «intimidad instantánea», que no es verdadera cercanía emocional.

Además, el aislamiento nos permite crear «falsos personajes», es decir, identidades virtuales que presentamos en el ciberespacio y que se parecen muy poco a quienes somos en realidad. Estos falsos egos nos permiten adoptar rasgos que normalmente evitamos en las relaciones cara a cara. O nos permiten ocultar toda evidencia de angustia y disfunción en nuestra vida real.

Falsa intimidad con tantos «amigos»

En la vida real, lo más importante es la calidad de las relaciones, no la cantidad de amigos o seguidores. Las redes sociales crean la dicotomía de tener docenas o cientos de amigos en línea pero no sentirse particularmente cercano a muchos (o a ninguno) de ellos.

Puede que las redes sociales te permitan estar conectado y al día con tus amigos de la vida real, sobre todo con los que viven lejos. Pero el problema surge cuando tus supuestas conexiones con amigos online te hacen sentir desconectado de personas que viven y respiran.

Antes del auge de la tecnología en línea, el contacto social frecuente hacía más difícil esconderse de los demás. Ahora, sin embargo, es posible tener comunidades virtuales en las que nunca se ve ni se oye a otra persona. Las relaciones solo se producen a través de pantallas, si es que se producen, y las interacciones son superficiales.

Ciberacoso y conflictos virtuales

Aunque el acoso se ha producido durante generaciones en los patios de recreo, las esquinas y los lugares de trabajo, la tecnología digital ha aumentado y ampliado las formas de hostigamiento.

El ciberacoso es diferente del acoso tradicional porque las personas pueden esconderse tras el disfraz del «anonimato» para abusar electrónicamente de sus víctimas. Las pantallas ofrecen una cortina de humo para evitar la identificación y la responsabilidad. Una persona solo necesita una dirección de correo electrónico válida para crear grupos o participar en ellos, lo que facilita la creación de cuentas falsas y el acoso anónimo. Esta práctica se ha extendido de forma alarmante, según las estadísticas de la fundación i─Safe:

1.Más de la mitad de los adolescentes han sufrido acoso en Internet, y casi el mismo número ha participado en ciberacoso.

2.Más de 1 de cada 3 jóvenes ha sufrido ciberamenazas en línea.

3.Más de la mitad de los jóvenes no se lo cuentan a sus padres cuando sufren ciberacoso.

Aunque normalmente se considera un problema solo entre adolescentes, el ciberacoso puede afectar a cualquiera. Según el Pew Research Center, el 41 por ciento de los adultos estadounidenses declaran haber sido objeto de acoso en Internet, de los cuales el 18 por ciento afirma que los incidentes fueron «graves», como acoso continuado y amenazas de violencia.

La crisis de la comparación

Antes de Internet, la mayoría de las personas con las que nos comparábamos eran de carne y hueso. Vivían al final de la calle o trabajaban al final del pasillo. Al menos era posible verlos tanto en su peor momento como en el mejor. Y se contaban por docenas como mucho.

Ahora, nos comparamos con miles de «vecinos» virtuales. Y solo vemos lo que ellos nos permiten ver: cenas felices con amigos, excursiones exóticas, niños recibiendo premios, cruzando la línea de meta en la maratón de Boston.

Con las redes sociales, la gente puede centrarse en aspectos clave de su vida, destacando lo positivo y omitiendo todo lo que quiere ocultar. Mientras que somos conscientes de las dificultades y luchas cotidianas de nuestras propias vidas, las de nuestros amigos parecen ser una sucesión de éxitos salpicados en contadas ocasiones por pequeños contratiempos que se afrontan con gracia y aplomo.

Una persona con riesgo de sufrir problemas de salud mental ya está preparada para creer que su vida no está a la altura de la de los demás. Internet proporciona pruebas persuasivas de que tienen razón al respecto.

Contenido tóxico

Mientras que gran parte de lo que se ve en Internet presenta una visión demasiado optimista de la realidad, otros sitios venden el extremo opuesto: fatalidad y pesimismo sin parar. Asistimos a un alarmante desfile de guerras, hambrunas, conflictos políticos, injusticias sociales y catástrofes medioambientales.

Es como si las organizaciones de noticias, los blogueros, los miembros de grupos de chat y millones de comentaristas se hubieran confabulado para convertir regiones enteras del ciberespacio en una película distópica, donde todo está devastado y en llamas. Si pasa mucho tiempo allí, estará convencido de que el mundo se tambalea al borde de la calamidad y el colapso cada segundo de cada día.

La sensación de malgastar el tiempo

Cuando no controlamos nuestro tiempo en las redes sociales, podemos pasar horas de nuestro día y no tener nada que mostrar. Y cuando perdemos horas navegando al azar, sentirnos insatisfechos es solo el principio.

También podemos empezar a sentirnos abrumados porque nuestra falta de productividad nos está alcanzando y creando estrés por las tareas de la vida y el trabajo que se quedan sin hacer. Las consecuencias de caer en el agujero negro de las horas perdidas en Internet pueden causar estragos en nuestra vida y nuestras emociones.

Internet presenta un almacén infinito lleno de opciones. Un clic lleva a cientos de posibilidades más. Las redes sociales son un pozo sin fondo de publicaciones, me gusta, seguidores y comentarios, y antes de que nos demos cuenta han desaparecido tardes o días enteros.

Contagio emocional

Es el fenómeno por el cual las emociones de una persona de un grupo ─una familia, un equipo de trabajo, incluso un grupo de amigos que aparecen en las redes sociales─ pueden contagiarse a otras personas del mismo grupo. En esencia, las personas absorben y adoptan involuntariamente emociones transmitidas a través de la comunicación en línea.

El contagio emocional tiene aspectos positivos y negativos. Por ejemplo, las expresiones positivas de emoción ─sonrisas, alegría, optimismo─ son pegadizas. De hecho, los investigadores Nicholas Christakis y James Fowler han llegado a la conclusión de que por cada amigo feliz que tengas, aumentas tu propia probabilidad de ser feliz en casi un 10 por ciento.

Del mismo modo, las emociones negativas también son transmisibles. Incluso el lenguaje corporal negativo, como fruncir el ceño o cruzarse de brazos, puede propagarse como la pólvora en un grupo.

Las investigaciones han demostrado que la felicidad, la ira, la tristeza y todo lo demás puede contagiarse a una persona a través de las redes sociales. Un estudio examinó a 3,800 usuarios de redes sociales seleccionados al azar, comprobando la capacidad de contagio de los tonos emocionales de los contenidos que veían en línea. El estudio descubrió que los estados emocionales se manipulan fácilmente a través de las redes sociales, y que la simple lectura de mensajes cargados de emoción puede transferir estados emocionales al lector.

La exposición a las diatribas negativas, las noticias trágicas, el drama y los conflictos en tus círculos virtuales de amigos no carece de impacto. Sin embargo, como el contagio emocional suele producirse a nivel subconsciente, puedes encontrarte reflejando la negatividad a la que estás expuesto en las redes sociales.


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