Durante todo 1917, los esfuerzos de la guerra y la actividad revolucionaria en cascada derrocó al gobierno zarista ruso y estableció el Gobierno Provisional de izquierda, pero con principios democráticos. Las nuevas autoridades hicieron preparativos para celebrar elecciones. Para las muchas filosofías políticas y grupos entonces existentes en la intelectualidad rusa, era una perspectiva emocionante.
En marzo de 1917, el zar Nicolás II fue depuesto y forzado a abdicar después de un grave derramamiento de sangre en San Petersburgo, entonces la capital del imperio ruso. Pero la vasta nación, que contenía muchas culturas y razas diferentes en un 20 por ciento del área terrestre mundial, nunca había sido una democracia y no estaba preparada para implementar un sistema electoral universal y secreto.
En mayo, el Gobierno Provisional no había sido capaz de llevar a cabo una elección y la disidencia estaba aumentando por todas partes. La fecha se retrasó varias veces y la opinión pública se hundió aún más.
Después de varias acciones anti-gubernamentales violentas a lo largo del verano, el radical Partido Bolchevique bajo la dirección de Vladimir Lenin se armó y se movilizó. En su infame Revolución de Octubre, 100 milicianos comunistas tomaron el Palacio de Invierno en San Petersburgo, mataron a dos personas y se apoderaron de la capital rusa.
Como comunista, Lenin despreciaba la democracia, llamándola una herramienta capitalista de opresión. Sin embargo, para apaciguar a la todavía poderosa oposición, los bolcheviques aceptaron seguir adelante con las elecciones.
Los bolcheviques convocarían a la Asamblea, pero finalmente no quisieron aceptar sus resultados. Como se afirma en un informe inicial, el parlamento ruso propuesto «debe corregir los errores históricos … y proteger a la clase obrera de la explotación».
En un discurso en su momento, Leon Trotsky, la mano derecha de Lenin, proclamó: «que viva una paz inmediata, honesta y democrática. Todo el poder a los soviéticos. Toda la tierra a la gente. Que viva la Asamblea Constituyente».
Hay informes contradictorios sobre si Lenin creía que iba a ganar las elecciones, o si él y sus bolcheviques simplemente fingían apoyo. En cualquier caso, su lenguaje proporcionó una excusa para que los bolcheviques disolvieran más tarde la Asamblea Constituyente.
Los bolcheviques mantenían el poder a través de los soviéticos clandestinos o los consejos de trabajadores urbanos y soldados. La «dictadura del proletariado» de Lenin era incompatible con la democracia propuesta.
En noviembre, se celebraron elecciones para la Asamblea Constituyente y se confirmó el temor de los bolcheviques de que ellos, el líder auto designado de la Revolución Rusa, no ganaría un voto popular. Los bolcheviques ganaron menos de una cuarta parte del voto total de 40 millones de rusos, perdiendo seriamente a los revolucionarios socialistas quienes contaban con el amplio apoyo de las masas campesinas.
Según lo descrito por Tony Cliff, un escritor comunista británico, Lenin ridiculizó los resultados de las elecciones, diciendo que las «leyes obsoletas» habían dado a los revolucionarios socialistas (etiquetados como derechistas por los bolcheviques) «un peso indebido».
En el artículo «Las elecciones de la Asamblea Constituyente y la Dictadura del Proletariado», Lenin expresó su enojo con la población campesina: «El país no puede ser igual al pueblo en las condiciones históricas de esta época. El pueblo inevitablemente lidera el país. El país sigue inevitablemente al pueblo».
Cuando la democracia trabajó contra los bolcheviques, Lenin acudió a la violencia. Según Cliff, la revolución y la lucha entre las fuerzas «capitalistas» y «proletarias» se resumía a las «ametralladoras, bayonetas, y granadas que se tenía a disposición».
Los campesinos rechazaron a los bolcheviques, pero estos reunieron a un gran número de seguidores entre los trabajadores urbanos y soldados que habían desertado de la lucha en curso contra Alemania en la Primera Guerra Mundial. Lenin y su partido político tenían la fuerza militar para tomar el poder.
La guerra civil rusa se entiende fácilmente como una lucha entre las fuerzas socialistas «rojas» y las fuerzas conservadoras «blancas» rusas, pero esto describe en forma errónea la naturaleza del conflicto y sus participantes. Decenas de millones de campesinos rusos, que se opusieron a la dictadura de Lenin, fueron los más numerosos entre las víctimas en una guerra que, según algunas estimaciones, mató a más de 12 millones de personas o más que todas las muertes por combate en la Primera Guerra Mundial.
Las políticas económicas bolcheviques, o «comunismo de guerra», ocasionaron que millones de personas en el campo ruso murieran de hambre cuando se incautó su grano. Y después de la guerra civil, millones más fueron condenados a perecer en los brutales proyectos del sucesor de Lenin, Joseph Stalin.
Se estima que el comunismo ha matado al menos 100 millones de personas, no obstante sus crímenes no han sido recopilados y su ideología aún persiste. La Gran Época busca exponer la historia y creencias de este movimiento, que ha sido una fuente de tiranía y destrucción desde su surgimiento.
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