Opinión
«Crecí odiando a la policía», dijo Jon Ponder, fundador de la organización sin fines de lucro HOPE for Prisoners en Las Vegas.
Tres veces convicto, Ponder creció en las calles de Nueva York sin padre y se involucró en una pandilla a una edad temprana, cayendo en el crimen y el abuso de sustancias. Su primer arresto fue a los 12 años.
En 2004, fue arrestado por robo de banco. Iba camino a una prisión de máxima seguridad cuando se encontró con el agente del FBI que lo arrestó, Richard Beasley. «Entró en la habitación y reveló su corazón, su lado humano», dijo Ponder en una entrevista con The Epoch Times para el programa «American Thought Leaders».
Había «algo en su comportamiento» que le permitió a Ponder ver «más allá de las gafas de sol y ese uniforme». Beasley trató a Ponder con respeto, casi como si fueran amigos, dijo Ponder. La interacción le ayudó a deshacerse de su desdén de décadas por las fuerzas del orden.
«Si se mira a través del país, uno de los mayores problemas, y lo vemos hoy en día, es que la gente en las comunidades no confía en la policía», añadió.
El problema, dijo a continuación, es que los habitantes de estas comunidades nunca interactúan con la policía a nivel personal.
Después de que Ponder cumplió su sentencia, Beasley fue a visitarlo al centro de reinserción social federal y le dijo que había estado rezando por él. Los dos se unieron por la nueva fe de Ponder, la que había desarrollado mientras estaba encerrado.
Poco después de su liberación, Ponder lanzó el programa HOPE for Prisoners (Esperanza para los prisioneros), para ayudar a sus compañeros expresidiarios a triunfar sobre los demonios internos y superar las barreras para encontrar un empleo y reintegrarse con éxito a la sociedad.
Él se asoció con el Departamento de Policía Metropolitana de Las Vegas para crear un programa especial de mentores, en el cual los oficiales de la ley ofrecen su tiempo para entrenar a los expresidiarios, creando confianza y respeto mutuo.
Es «la vida frotándose contra la vida», como a Ponder le gusta describirlo, un proceso que ayuda a los exagresores a mirar más allá de la placa o el uniforme de la policía y en el que las fuerzas del orden vean más allá de los tatuajes o las malas acciones del pasado.
«He visto a hombres y mujeres de nuestra policía local salirse de su camino para tener conversaciones con empleadores que tradicionalmente nunca contratan a alguien que ha estado encarcelado», dijo.
En las ceremonias de graduación de los participantes en el programa HOPE for Prisoners, oficiales de policía, fiscales y jueces se reúnen para celebrar los logros de los expresidiarios.
Uno de los graduados del programa, Desha Taylor, había desarrollado un profundo odio hacia la policía después de haber sido testigo de cómo un oficial disparaba a su hermano mayor tres veces en la espalda, apenas dos semanas después de que su hermano fuera liberado de la prisión.
En un taller de HOPE for Prisoners, Taylor se puso de pie y con lágrimas en los ojos estrechó la mano de un oficial de policía por primera vez. «Todo mi cuerpo estaba temblando», dijo en un breve documental de HOPE for Prisoners. «El oficial BJ me rodeó con sus brazos, puso mi cabeza en su pecho y me sostuvo como si fuera su hija».
Lloraron juntos, y «toda esa ira, odio, como una nube oscura se fue», dijo Taylor.
Ahora Taylor ha reconstruido su vida y se ha deshecho de su pasado criminal. «A menudo sale a la comunidad con nuestra división de policía comunitaria, limpiando nuestros vecindarios» y ayudando a eliminar los graffiti, según Ponder.
Solo el 6 por ciento de los participantes de HOPE for Prisoners terminan reingresando al sistema de justicia penal, según un estudio realizado en 2016 por el Center for Crime and Justice Policy, y el 74 por ciento logra obtener un empleo de tiempo completo, añadió.
«Una gran parte de ese éxito» es por «los hombres y mujeres de las fuerzas del orden», dijo a continuación.
Desfinanciar a la policía, una propuesta que fue promovida por un grupo de manifestantes después del asesinato de George Floyd, sería «la cosa más horrorosa que nuestro país podría hacer» y los crímenes violentos y los homicidios se dispararían como resultado.
En su lugar, se deberían canalizar más recursos a la policía para impulsar la capacitación, financiar cámaras corporales para todos los oficiales, promover la diversidad y construir relaciones entre las fuerzas del orden y las comunidades a las que sirven, añadió.
«Es importante que veamos a los oficiales de policía en la comunidad» conversando con los locales o jugando al baloncesto con los niños, dijo Ponder, «no solo porque se llame al 911».
«Es la vida frotándose contra la vida».
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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