La importancia fundamental de la salud intestinal está recibiendo más atención. Una proporción significativa de su sistema inmunológico reside en su tracto gastrointestinal, lo que significa que optimizar su microbioma intestinal, tendrá efectos de gran alcance en su salud física y bienestar emocional.
La creciente evidencia científica también continúa sugiriendo que un gran componente de la nutrición se centra en nutrir las bacterias promotoras de la salud en su intestino (y en otras partes de su cuerpo). Cuide estas bacterias beneficiosas y mantendrá a los microbios dañinos bajo control y, así mismo, reforzará su protección contra las enfermedades crónicas.
La enfermedad comienza en su intestino
Las investigaciónes han vinculado el TDAH, autismo, discapacidades, la obesidad, la diabetes, problemas de aprendizaje y la enfermedad de Parkinson, y otras condiciones a la salud del microbioma intestinal. Una revisión científica de 2020 de Alessio Fasano, director del Centro de Investigación Celíaca del Hospital General de Massachusetts, llegó a decir que todas las enfermedades inflamatorias comienzan en el intestino.
Parte de la culpa la tiene la higiene excesiva. En otras palabras, somos «demasiado limpios» para nuestro propio bien. Esta «limpieza» elimina un microbioma saludable y deja espacio para que crezcan bacterias no deseadas.
Su dieta también juega un papel crucial en su microbioma y puede afectar varios factores, incluida la liberación de zonulina, un grupo de proteínas que afectan el revestimiento de su tracto intestinal. El artículo de Fasano aborda específicamente el papel de la permeabilidad intestinal mediada por zonulina en la patogénesis de las enfermedades inflamatorias crónicas. La permeabilidad intestinal se refiere a la facilidad con la que las sustancias que se mueven a través del tracto digestivo pueden filtrarse a través de la pared intestinal. Si la pared intestinal tiene «fugas», estas sustancias se filtran al cuerpo y pueden desencadenar inflamación.
Las investigaciónes en varios campos ―incluida la genética humana, el microbioma intestinal y la proteómica (el estudio de las proteínas)― sugieren que la permeabilidad intestinal juega un papel patogénico clave en el desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas (CID). Mientras tanto, la zonulina juega un papel clave en la permeabilidad intestinal.
Aparte de los microbios mismos, Fasano escribe que la condición de la mucosa intestinal, el revestimiento interno de la pared intestinal donde reside gran parte del microbioma intestinal, es de importancia crítica.
“Desempeña un papel fundamental a través de sus interacciones dinámicas con una variedad de factores provenientes de nuestro entorno circundante, incluidos microorganismos, nutrientes, contaminantes y otros materiales”, explica Fasano.
Fasano señala que simplemente no tenemos suficientes genes para explicar la miríada de enfermedades crónicas que pueden acosarnos. Los genes tampoco pueden explicar el momento de aparición de la enfermedad. Para resolver estos misterios, debemos mirar al microbioma, dice.
“Es la interacción entre nosotros como individuos y el entorno en el que vivimos lo que dicta nuestro destino clínico”, escribe Fasano.
Al ser la capa más interna de la pared intestinal, su mucosa entra en contacto directo con los alimentos que ingiere y las sustancias contaminantes que ingiere. La zonulina puede causar que la mucosa intestinal se vuelva demasiado permeable, provocando fugas en el intestino.
“Los estudios preclínicos y clínicos han demostrado que la familia de las zonulinas, un grupo de proteínas que modulan la permeabilidad intestinal, está implicada en una variedad de CID, incluidas las enfermedades autoinmunes, infecciosas, metabólicas y tumorales. Estos datos ofrecen nuevos objetivos terapéuticos para una variedad de CID en los que la vía de la zonulina está implicada en su patogénesis”, escribe Fasano.
Sin embargo, si bien la zonulina es un biomarcador de la permeabilidad intestinal y desempeña un papel patógeno en muchas enfermedades inflamatorias crónicas, debe tenerse en cuenta que no todas las CID son causadas por intestino permeable.
Cadena de eventos propuesta que conducen al CID
El siguiente gráfico se incluyó en la revisión de Fasano, pero se originó a partir de un artículo anterior, titulado «Zonulina, un regulador de las funciones de barrera epitelial y endotelial, y su participación en las enfermedades inflamatorias crónicas». Fue coescrito por Fasano y Craig Sturgeon y detalla la «cadena de eventos propuesta que conduce a la enfermedad inflamatoria crónica».
En circunstancias normales, se mantiene una homeostasis saludable en el revestimiento intestinal de modo que cuando se encuentra un antígeno, no se produce una reacción inmune excesiva. Los antígenos son moléculas o estructuras moleculares que alertan a su cuerpo sobre un patógeno externo y desencadenan una respuesta inmune.
En el número 2 del gráfico, se establece la disbiosis intestinal (es decir, un desequilibrio en la cantidad y diversidad de la microflora intestinal), lo que provoca un exceso de producción de zonulina, lo que, a su vez, hace que el revestimiento intestinal sea más permeable.
Según Fasano, los dos desencadenantes más poderosos de la liberación de zonulina son el crecimiento excesivo de bacterias y el gluten. La zonulina se produce en respuesta a las bacterias malas ―ayuda a eliminar las bacterias al abrir las uniones estrechas― por lo que el crecimiento excesivo de bacterias tiene sentido. Pero, ¿por qué responde al gluten?
Curiosamente, la vía de la zonulina malinterpreta el gluten como un componente potencialmente dañino de un microorganismo. Es por eso que el gluten desencadena la liberación de zonulina. Si bien Fasano no lo menciona, el herbicida glifosato también activa la zonulina y es 10 veces más potente que el gluten.
La permeabilidad posterior permite que el antígeno derivado de la microbiota y la endotoxina migren desde la luz (el tubo hueco en el centro del tracto intestinal por el que pasan los alimentos y los desechos) a la lámina propia (el tejido conectivo que forma parte de la membrana mucosa que recubre el intestino), lo que desencadena la inflamación.
A medida que el proceso continúa empeorando (número 3 en el gráfico), su respuesta inmune adaptativa se activa y desencadena la producción de citocinas proinflamatorias, incluido el interferón gamma (IFN-γ) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). Estas citocinas empeoran aún más la permeabilidad intestinal, creando así un círculo vicioso. Eventualmente (No. 4), la tolerancia de la mucosa se rompe por completo, lo que resulta en la aparición de una enfermedad inflamatoria crónica.
Enfermedades inflamatorias crónicas relacionadas con el intestino permeable
La enfermedad inflamatoria crónica específica que finalmente surge al final de todo esto depende en parte de su composición genética, de los tipos de exposiciones que ha tenido y de la composición de su microbioma intestinal.
“La patogenia de una variedad de CID parece involucrar cambios mutuamente influenciados en la permeabilidad intestinal/tráfico de Ag, activación inmune y cambios en la composición/función del microbioma intestinal”, escribe Fasano.
Una reacción en cadena que comienza con un desequilibrio en el número y la diversidad de la microflora intestinal (también conocida como disbiosis intestinal) estimula la liberación de zonulina, que conduce a un intestino permeable, lo que provoca la liberación de citocinas proinflamatorias.
Estas citocinas luego causan un aumento de la permeabilidad intestinal y estimulan un ciclo vicioso que conduce a un flujo masivo de antígenos dietéticos y microbianos que desencadenan la activación de las células T, advierte Fasano.
Las células T juegan un papel central en la respuesta inmune adaptativa y si se sobreactivan debido a una afluencia masiva de antígenos, que pueden dañar los tejidos sanos.
«Dependiendo de la composición genética del huesped, las células T activadas pueden permanecer dentro del tracto gastrointestinal, causando CID del intestino… o migrar a varios órganos diferentes para causar CID sistémica».
Las enfermedades inflamatorias crónicas asociadas con la desregulación de la vía de la zonulina incluyen:
- Trastornos autoinmunes como enfermedad celíaca, diabetes tipo 1, enfermedad inflamatoria intestinal, esclerosis múltiple y espondilitis anquilosante.
- Trastornos metabólicos como obesidad, resistencia a la insulina, enfermedad del hígado graso no alcohólico, diabetes gestacional, hiperlipidemia y diabetes tipo 2.
- Enfermedades intestinales como síndrome del intestino irritable, sensibilidad al gluten no celíaca y disfunción entérica ambiental (una enfermedad crónica que afecta el intestino proximal).
- Enfermedades neuroinflamatorias como trastorno del espectro autista, esquizofrenia, trastorno depresivo grave y fatiga crónica/encefalomielitis miálgica.
- Cánceres de cerebro e hígado.
Los microbios intestinales influyen en los genes y pueden alterar el riesgo de cáncer
Si bien la inclusión del cáncer en esa lista puede parecer extraña a primera vista, algunos investigadores creen que el microbioma intestinal en realidad puede terminar cambiando las reglas del juego para la prevención y el tratamiento del cáncer.
No solo se ha demostrado que las bacterias intestinales influyen en la expresión genética, activando algunos genes y desactivando otros, una investigación publicada en 2018 encontró que los microbios intestinales en realidad controlan las respuestas inmunes antitumorales en el hígado y que los antibióticos pueden alterar la composición de las células inmunitarias en el hígado, desencadenando el crecimiento tumoral.
Ciertas bacterias intestinales también promueven la inflamación, que es un factor subyacente en prácticamente todos los cánceres, mientras que otras bacterias la sofocan. Incluso se ha demostrado que la presencia de ciertas bacterias intestinales estimula la respuesta del paciente a los medicamentos contra el cáncer.
Una forma en la que las bacterias intestinales mejoran la eficacia del tratamiento del cáncer es activando su sistema inmunológico y permitiendo que funcione de manera más eficiente. Los investigadores han descubierto que cuando estos microbios específicos están ausentes, es posible que ciertos medicamentos contra el cáncer no funcionen en absoluto.
Las bacterias intestinales son parte de su defensa antiviral
Las bacterias intestinales también están involucradas en su defensa antiviral, según muestra una investigación reciente. Según lo informado por la Escuela de Medicina de Harvard el 18 de noviembre de 2020:
“Por primera vez, los investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard han (…) identificado la población específica de microbios intestinales que modula la respuesta inmune tanto localizada como sistémica para protegerse de los invasores virales. El trabajo (…) identifica un grupo de microbios intestinales, y una especie específica dentro de él, que hace que las células inmunitarias liberen químicos que repelen los virus conocidos como interferones tipo 1.
“Los investigadores identificaron además la molécula precisa, compartida por muchas bacterias intestinales dentro de ese grupo, que abre la cascada de protección inmunológica. Esa molécula, anotaron los investigadores, no es difícil de aislar y podría convertirse en la base de medicamentos que estimulen la inmunidad antiviral en los seres humanos”.
Si bien los hallazgos aún deben replicarse y confirmarse, apuntan a la posibilidad de que usted pueda mejorar su inmunidad antiviral al regenerar su intestino con Bacteroides fragilis y otras bacterias de la familia Bacteroides.
Estas bacterias inician una cascada de señales que induce la liberación de interferón beta que protege contra la invasión viral al estimular a las células inmunitarias para que ataquen al virus y provoquen la autodestrucción de las células infectadas.
“Específicamente (…) una molécula que reside en la superficie de la bacteria desencadena la liberación de interferón beta al activar la vía de señalización llamada TLR4-TRIF”, explica Harvard. «Esta molécula bacteriana estimula una vía de señalización inmunológica iniciada por uno de los nueve receptores tipo toll (TLR) que forman parte del sistema inmunológico innato».
El papel de la vitamina D
La investigación reciente también destaca el papel de la vitamina D en la salud intestinal y la autoinmunidad sistémica. El artículo de revisión, publicado el 21 de enero de 2020 en Frontiers in Immunology, señala:
“Las enfermedades autoinmunes tienden a compartir una predisposición a la deficiencia de vitamina D, que altera el microbioma y la integridad de la barrera epitelial intestinal».
«La deficiencia de vitamina D puede contribuir a la autoinmunidad a través de sus efectos sobre la función de barrera intestinal, la composición del microbioma y/o los efectos directos sobre las respuestas inmunitarias».
Como se señaló en esta revisión, la vitamina D tiene varios efectos reguladores directos e indirectos en su sistema inmunológico, incluida la promoción de las células T reguladoras (Tregs), la inhibición de la diferenciación de las células Th1 y Th17, el deterioro del desarrollo y la función de las células B, la reducción de la activación de los monocitos y la estimulación de los péptidos antimicrobianos de las células inmunes.
Dicho esto, la relación entre la vitamina D y la autoinmunidad es complicada. Además de suprimir una respuesta inmune que podría enloquecer, la vitamina D también parece mejorar los trastornos autoinmunes por la forma en que afecta la composición de la microbiota y la barrera intestinal.
La revisión cita investigaciones que muestran que su estado de vitamina D altera la composición de su microbioma intestinal. En términos generales, la deficiencia de vitamina D tiende a aumentar los Bacteriodetes y Proteobacteria, mientras que una mayor ingesta de vitamina D tiende a aumentar la prevalencia de Prevotella y reducir ciertos tipos de Proteobacteria y Firmicutes.
Si bien la investigación aún es escasa en lo que respecta al impacto de la vitamina D en las bacterias intestinales, especialmente en pacientes con enfermedades autoinmunes, la deficiencia de vitamina D y las enfermedades autoinmunes son comorbilidades conocidas y a menudo se recomienda la suplementación con vitamina D para estos pacientes.
Vitamina D necesaria para el mantenimiento de uniones estrechas
Es más conocido cómo la vitamina D apoya las defensas de las células inmunitarias e intestinales en el intestino. De hecho, la vitamina D es uno de los componentes cruciales necesarios para mantener uniones estrechas.
Es importante para la salud del epitelio intestinal, la capa de una sola célula que recubre el interior del intestino delgado y grueso (colon) del tracto gastrointestinal.
Como se explica en esta revisión:
«El epitelio intestinal está en constante interacción con el ambiente externo. La adecuada integridad de la barrera y la función antimicrobiana de las superficies epiteliales son fundamentales para mantener la homeostasis y evitar la invasión o la sobrecolonización de determinadas especies microbianas».
«Un epitelio intestinal sano y una capa de mucosidad intacta son fundamentales para protegerse contra la invasión de organismos patógenos, y la vitamina D ayuda a mantener esta función de barrera (…)».
La vitamina D podría contribuir a las enfermedades autoinmunes
Según los autores, la deficiencia de vitamina D puede contribuir a las enfermedades autoinmunes al afectar al microbioma y al sistema inmunológico de la siguiente manera:
- La deficiencia de vitamina D o la administración de suplementos modifica el microbioma, y la manipulación de la abundancia o la composición bacteriana influye en la manifestación de la enfermedad.
- La falta de señalización de la vitamina D debida a la deficiencia alimentaria puede perjudicar la integridad de la barrera física y funcional del intestino, permitiendo así que las interacciones bacterianas estimulen o inhiban las respuestas inmunitarias.
- Sus defensas inmunológicas innatas pueden verse comprometidas si tiene una deficiencia de vitamina D.
Cómo optimizar su microbioma intestinal
Toda esta información debería llevarnos a la conclusión de que optimizar la flora intestinal y el nivel de vitamina D es de crucial importancia para la buena salud. Al regenerar su intestino con bacterias beneficiosas, puede mantener a raya a los microbios patógenos y los hongos y evitar que se apoderen de ellos, y la optimización de la vitamina D ayudará a evitar las fugas en el intestino.
Comer regularmente alimentos tradicionalmente fermentados y cultivados es la forma más fácil, más efectiva y menos costosa de tener un impacto significativo en el microbioma de su intestino. Las opciones saludables incluyen el lassi (una bebida de yogur indio), productos lácteos orgánicos cultivados alimentados con pasto como el kéfir y el yogur, natto (soja fermentada) y vegetales fermentados de todo tipo.
Aunque no soy un gran partidario de tomar muchos suplementos (ya que creo que la mayoría de sus nutrientes deben provenir de la comida), los probióticos son una excepción si no se comen alimentos fermentados con regularidad. Los probióticos a base de esporas, o esporebióticos, pueden ser particularmente útiles cuando se toman antibióticos. También son un excelente complemento de los probióticos habituales.
Los esporebióticos, que consisten en la pared celular de esporas de bacilos, ayudarán a aumentar su tolerancia inmunológica. Y como no contienen ninguna cepa de bacilo viva, solo sus esporas, la capa protectora alrededor del ADN y el mecanismo de trabajo de ese ADN, no se ven afectados por los antibióticos.
Los antibióticos, como sabe, matan indiscriminadamente las bacterias intestinales, tanto las buenas como las malas. Por eso las infecciones secundarias y la disminución de la función inmunológica son efectos secundarios comunes de la toma de antibióticos. La exposición crónica a bajas dosis de antibióticos a través de la comida también afecta al microbioma intestinal, lo que puede provocar una enfermedad crónica y un mayor riesgo de resistencia a los medicamentos. Por último, pero no por ello menos importante, también debe evitar las cosas que interrumpen o matan su microbioma, y esto incluye:
- Antibióticos, a menos que sean absolutamente necesarios.
- Carnes criadas convencionalmente y otros productos animales, ya que estos animales son alimentados rutinariamente con antibióticos de baja dosis, además de granos genéticamente manipulados y/o tratados con glifosato.
- Alimentos procesados (ya que el exceso de azúcares alimenta a las bacterias patógenas).
- Agua clorada y/o fluorada.
- Jabón antibacteriano y productos que contienen triclosán.
- El Dr. Joseph Mercola es el fundador de Mercola.com. Médico osteópata, autor de best-sellers y ganador de múltiples premios en el campo de la salud natural, su visión principal es cambiar el paradigma de la salud moderna proporcionando a las personas un recurso valioso que les ayude a tomar el control de su salud. Este artículo se publicó originalmente en Mercola.com.
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