Con el sistema electoral bajo amenaza, los estadounidenses deben alzar la voz

Por JUNTA EDITORIAL DE THE EPOCH TIMES
05 de diciembre de 2020 8:34 PM Actualizado: 05 de diciembre de 2020 8:34 PM

El 2 de diciembre de 2020, el presidente Donald Trump dio un discurso en el que detalló algunos de los abusos y fraudes cometidos en las elecciones generales de 2020, diciendo: «Como presidente, no tengo un deber más alto que el de defender las leyes y la Constitución de Estados Unidos. Por eso estoy decidido a proteger nuestro sistema electoral, que ahora está bajo un ataque y asedio coordinados».

Nuestro país fue fundado bajo el liderazgo de George Washington, mientras dirigía nuestro ejército para ganar la Guerra de Independencia. Fuimos afortunados de tener al Presidente Abraham Lincoln, quien nos mantuvo unidos al guiarnos a través de la Guerra Civil. Ahora, nuestro país se enfrenta a un tercer reto fundamental, del cual depende nuestra continua libertad y el derecho a elegir a nuestros líderes.

Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, nuestro país hizo una rápida transición —como se informó en los medios de comunicación— de «Estados Unidos bajo ataque» a «Estados Unidos se recupera» y luego «Estados Unidos contraataca».

El discurso de Trump señaló un punto de inflexión similar: que Estados Unidos está defendiendo sus derechos fundamentales. Su discurso expuso lo que está sucediendo en nuestro país en este momento: un fraude electoral generalizado y planificado. Como señaló Trump, no se trata de él, sino de «nuestra democracia y los derechos sagrados por los que generaciones de estadounidenses lucharon, derramaron sangre y murieron». «Nada es más urgente ni más importante», dijo.

El presidente continuó diciendo: «Si no erradicamos el fraude, el tremendo y horrible fraude que ha tenido lugar en nuestras elecciones de 2020, ya no tendremos un país. Con la determinación y el apoyo del pueblo estadounidense, restauraremos la honestidad y la integridad de nuestras elecciones. Restableceremos la confianza en nuestro sistema de gobierno».

En un ambiente tal vez más complicado que el de la Guerra de Independencia o la Guerra Civil, Estados Unidos se enfrenta a un enemigo que es parte de una red global, que consiste de fuerzas comunistas tanto en el extranjero como en nuestro propio país.

La China comunista ha librado una forma de guerra sin restricciones contra Estados Unidos durante las últimas décadas. El Partido Comunista Chino (PCCh) ve al líder mundial de la libertad, Estados Unidos, como la mayor amenaza para su existencia. El objetivo de la alianza comunista mundial, y su único medio de supervivencia, es apoderarse de Estados Unidos y, con ello, extinguir el faro de libertad con el que Estados Unidos brilla en el mundo. El PCCh se ha dedicado a una penetración sistemática de nuestras instituciones y ha formado lazos con las fuerzas procomunistas dentro de nuestro país.

La globalización es un movimiento comunista. Es una acción estratégica intencional con el objetivo de debilitar al mundo libre, especialmente a Estados Unidos, y ayudar a los objetivos comunistas. En este movimiento, los comunistas internacionales se han asociado con los comunistas chinos. Después de décadas de trabajo, llegó a un punto en el que se volvieron lo suficientemente fuertes como para orquestar un golpe de Estado comunista en Estados Unidos.

Los partidarios de la globalización y el socialismo, con un continuo apoyo financiero, no solo ayudaron en las últimas décadas a extender la vida del régimen comunista en China, sino que lo han reforzado.

Lo que sucedió en Hong Kong este año, donde el PCCh tomó el control total, está sucediendo ahora aquí en Estados Unidos.

A nivel nacional tenemos los medios de comunicación, las grandes empresas de tecnología y otros intereses poderosos en el gobierno y en sectores con y sin fines de lucro trabajando juntos contra un presidente estadounidense.

Los grandes medios de comunicación se niegan a prestar atención a las audiencias electorales que se están llevando a cabo en los estados clave en todo el país, y en cambio continúan describiendo los alegatos creíbles y la evidencia de fraude como «infundados».

Esto ha impedido que mucha gente conozca incluso los hechos más básicos sobre estas elecciones. La mayoría de los medios de comunicación estadounidenses no se diferencian de los medios controlados por el Estado en China —solamente ofrecen mentiras y encubrimientos, y su plan es lavar el cerebro con propaganda.

Además, las grandes empresas de tecnología en Occidente han bloqueado la comunicación de la gente en formas no diferentes a las que se ven en la China comunista. Contrariamente a lo que afirman estas empresas, las redes sociales se han convertido en una máquina para controlar la comunicación en lugar de plataformas para un discurso abierto.

Las principales agencias gubernamentales—sostenidas con el dinero de nuestros impuestos— no muestran ningún interés por investigar las alegaciones creíbles y la evidencia de fraude electoral a gran escala. Se han quedado de brazos cruzados mientras fuerzas en nuestro país se coordinan con los comunistas a nivel internacional para lanzar un golpe de Estado.

Muchos de nosotros aquí en The Epoch Times hemos vivido bajo regímenes comunistas, tanto en China como en otras partes del mundo, y conocemos de primera mano su tiranía. Nuestras libertades en Estados Unidos nos han permitido prosperar y también advertir a nuestros conciudadanos que esas mismas libertades están ahora en peligro.

Si no adoptamos una postura y hablamos en este momento crítico, veremos al PCCh y a las fuerzas comunistas aliadas completar su plan de décadas para acabar con la libertad estadounidense.

Durante los ataques del 11 de septiembre, en el Vuelo 93, cuarenta estadounidenses lucharon contra los secuestradores terroristas para defender la capital de la nación. Se trataba de gente común y corriente haciendo acciones extraordinarias. Eran estadounidenses valientes. Antes de tomar acción, votaron. Incluso durante la prueba de vida o muerte que tuvieron en el avión secuestrado, votaron.

Votaron, rezaron y luego actuaron. Este es el espíritu estadounidense. Esta es la creencia estadounidense y la tradición estadounidense. Tomamos cada voto como algo sagrado. Votamos para tomar una decisión, creemos en el resultado y actuamos en consecuencia.

Las elecciones generales de 2020 están exponiendo la verdadera postura de cada persona, cada compañía, cada medio de comunicación e incluso cada país de todo el mundo.

En una audiencia sobre el fraude electoral en Michigan el 27 de noviembre, le preguntaron a la testigo Melissa Carone por qué no se había presentado más gente a testificar. Su respuesta: «Mi vida ha sido destruida, mi vida ha sido completamente destruida debido a esto. He perdido a familiares, he perdido amigos. He sido amenazada. Mis hijos han sido amenazados. He tenido que mudarme. He tenido que cambiar mi número de teléfono».

Pero a pesar de haber enfrentado esta hostilidad, se presentó a testificar públicamente. Valientemente puso el bien del país por encima de su propia situación.

Durante la Guerra de Independencia, Thomas Paine dijo: «Estos son los tiempos que ponen a prueba el espíritu de los hombres». Hoy es el mismo caso.

No solo Melissa, sino todos los estadounidenses enfrentan esta prueba: ¿aman la libertad y están dispuestos a oponerse a las fuerzas comunistas que buscan quitársela? Cuando el PCCh avanzó para tomar el control de Hong Kong, millones de hongkoneses salieron a las calles a protestar, pero fueron superados. En las calles, agitaban la bandera estadounidense, el símbolo de la libertad.

En la prueba a la que nos enfrentamos hoy en día yace el destino del mundo. Las fuerzas del mal quieren que nos rindamos. La tradición estadounidense nos enseña a enfrentarnos a la tiranía con coraje y a las amenazas con valentía. Nos enseña a utilizar los recursos que brinda la fe para contrarrestar la maldad.

En este momento crítico, los estadounidenses necesitan unirse para tomar una postura contra el fraude y a favor de la verdad. Para elegir la libertad sobre el comunismo, y el bien sobre el mal.

Se trata de nuestro derecho a votar. Se trata de si todavía podemos tener un país libre.

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