Una adolescente de 15 años de Mississippi, Carly Madison Gregg, fue declarada culpable de asesinato en primer grado e intento de asesinato el viernes.
Gregg fue declarada culpable de disparar mortalmente a su madre, Ashley Smylie, y de intentar matar a su padrastro, Heath Smylie, en un ataque en su casa en marzo. Además de estos cargos, Gregg, que tenía 14 años en el momento del asesinato, también fue declarada culpable de manipulación de pruebas.
El jurado dictó rápidamente dos condenas a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por asesinato e intento de asesinato, después de deliberar sólo unas dos horas ese mismo día. También se le impuso una pena de 10 años por manipulación de pruebas, que se ejecutará simultáneamente con las cadenas perpetuas.
Durante el juicio, la fiscalía describió a Gregg como calculadora y deliberada. Argumentaron que sus acciones el día del asesinato demostraban una clara intención.
Las imágenes de video grabadas por una cámara de la cocina mostraron a Gregg escondiendo una pistola a la espalda mientras se dirigía a su dormitorio, donde disparó a su madre varias veces.
El tiroteo se produjo supuestamente luego que su madre, también profesora, descubriera bolígrafos de vapeo en el dormitorio de su hija, que los fiscales describieron como pruebas de la «vida secreta» de Gregg, que incluía vapeadores, teléfonos desechables y autolesiones.
Después del asesinato, Gregg presuntamente envió un mensaje de texto a su padrastro desde el teléfono de su madre, escribiendo: «¿Cuándo vas a estar en casa cariño?» en un esfuerzo por atraerlo de nuevo a la casa.
Una vez que llegó, le tendió una emboscada en la puerta y le disparó en el hombro antes de que él le arrebatara el arma.
La acusación subrayó que estas acciones demostraban una clara conciencia de su fechoría y la intención de encubrir su delito. Los fiscales argumentaron que el comportamiento de la acusada —tanto antes como después de los asesinatos— era coherente con el de alguien que conocía la diferencia entre el bien y el mal.
La defensa se centró en la salud mental de Gregg, argumentando que padecía graves problemas psicológicos y que sufrió un episodio psicótico el día del asesinato.
Señalaron su historial de depresión, ansiedad y autolesiones, así como su reciente cambio de medicación una semana antes del tiroteo. La defensa argumentó que la medicación empeoró su estado mental y contribuyó al colapso que condujo al ataque.
Los abogados de Gregg citaron las anotaciones de su diario y el testimonio de su mejor amiga, que demostraban que estuvo oyendo voces y temía heredar la esquizofrenia de su padre biológico.
La defensa alegó además que las acciones de Gregg tras el asesinato —como invitar a su amiga a casa, mostrarle el cadáver de su madre y preguntarle si quería salir mientras «atendía» a su padrastro— eran indicativas de confusión, no de premeditación.
Argumentaron que Gregg no comprendió plenamente sus actos y pidieron al jurado que considerara un veredicto de no culpabilidad por razón de demencia.
Heath Smylie, el padrastro que sobrevivió al ataque, describió en su testimonio cómo entró en la casa y Gregg lo recibió con disparos tan pronto como abrió la puerta.
Se produjo un forcejeo, durante la cual se dispararon más balas, una de las cuales rozó su hombro. Heath Smylie recordó ver a Gregg en estado de terror, explicó que [su expresión] era la de alguien que vio un demonio o algo así y que probablemente ni siquiera lo reconoció en ese momento.
Tras recibir el disparo, el padrastro arrancó el arma de las manos de la chica. Cerró la puerta ubicada tras de él con llave, Heath Smylie descubrió el cadáver de su esposa en el dormitorio de su hija y llamó al 911.
Hizo hincapié en que, a pesar del horrible ataque, creía que Gregg no era ella misma durante el incidente y describió sus acciones como completamente inusuales.
Gregg rompió a llorar cuando el juez leyó el veredicto.
Mientras que la defensa argumentó que Gregg podría rehabilitarse algún día, la fiscalía insistió en la cadena perpetua, afirmando que ponerla en libertad sería un peligro para la sociedad.
«Puede parecer una niña pequeña, y dicen que es la dulce Carly, pero por desgracia todos sabemos que eso no es cierto», dijo la fiscal Kathryn White Newman al instar al jurado a condenarla a cadena perpetua sin libertad condicional.
El juez impuso la cadena perpetua a ejecutarse simultáneamente con la condena de 10 años por manipulación de pruebas. Los abogados de Gregg aún no deciden si apelarán la condena.
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