Los legisladores republicanos interrogaron a funcionarios del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y el Departamento de Estado, quienes testificaron sobre la integración de Estados Unidos en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En una comparecencia ante el Congreso, a un encuentro titulado «Reformar la OMS: Garantizar la seguridad sanitaria mundial y rendición de cuentas», celebrada el 13 de diciembre, la representante Nicole Malliotakis (R-NY) planteó cuestiones críticas sobre el continuo apoyo de Estados Unidos a la OMS en medio de las preocupaciones sobre su gestión de las investigaciones sobre COVID-19 y el posible acatamiento de las narrativas chinas.
Como uno de los principales donantes de la OMS, con una contribución de aproximadamente USD 700 millones en 2020 y 2021, de los cuales más del 65% son voluntarios, Estados Unidos tiene una participación significativa en las operaciones de la organización. En diciembre de 2021, la administración Biden prometió USD 280 millones adicionales para combatir COVID-19 y brindar ayuda urgente, enfatizando la importancia de garantizar que el dinero de los contribuyentes se utilice de manera eficiente y transparente.
Durante la audiencia, la Sra. Malliotakis expresó su aprensión por la respuesta de la OMS ante la pandemia de COVID-19, citando retrasos en el reconocimiento de la transmisión del virus de persona a persona y renuencia a implementar medidas críticas.
La representante destacó el preocupante nivel de influencia otorgado al Partido Comunista Chino (PCCh), incluido el poder de veto sobre la inclusión de científicos estadounidenses y la capacidad de editar y alterar los informes finales.
«La OMS continuó elogiando los fallidos esfuerzos del Partido Comunista Chino para combatir la pandemia a pesar de un encubrimiento mundialmente reconocido», dijo la legisladora después de comentar sobre las acciones del PCCh.
«Entonces luego, cuando presionamos para que se realizara una investigación sobre los orígenes, se le dio al PCCh pleno poder de veto sobre la inclusión de científicos estadounidenses. Los chinos comunistas vetaron a los tres estadounidenses propuestos por nuestro gobierno como organismo de investigación, y al PCCh «se le otorga pleno poder para editar y alterar los informes finales».
«Me veo obligada a hacer la pregunta (…) ¿cómo justifican continuar nuestro apoyo a la OMS, dado su manejo discutible de las investigaciones de COVID-19 y el aparente cumplimiento de las engañosas narrativas de políticas comunistas chinas?», preguntó la Sra. Malliotakis al pasar a interrogar a los panelistas.
Dirigiéndose a Loyce Pace, subsecretaria de Asuntos Globales, la señora Malliotakis cuestionó la justificación de la mantención del apoyo de Estados Unidos dados estos desafíos.
La Sra. Pace reconoció la necesidad de reformas y citó los esfuerzos en curso para influir en un cambio dentro de la OMS. Ella señaló el establecimiento del Comité Permanente sobre Preparación y Respuesta a Emergencias Sanitarias, donde Estados Unidos tiene un asiento, como un paso hacia una mejor supervisión.
En respuesta a las preocupaciones de la señora Malliotakis sobre la eficacia de tener un asiento en la mesa, la señora Pace enfatizó el compromiso de los líderes con las reformas. Sin embargo, la representante subrayó problemas más amplios con las organizaciones internacionales infiltradas por malos actores y pidió acciones concretas más allá de las contribuciones monetarias.
John Nkengasong, embajador especial de la Oficina de Diplomacia y Seguridad Sanitaria Mundial, habló de un intento de implementar medidas prácticas para hacer que la OMS sea eficaz.
El embajador mencionó el grupo de trabajo de los estados miembros sobre el fortalecimiento de los presupuestos y convenios de la OMS, con alrededor de 67 de 96 acciones implementadas en este momento. El Sr. Nkengasong destacó los esfuerzos en curso para presionar a la OMS para que genere un retorno de la inversión en términos de las acciones requeridas.
La señora Malliotakis, escéptica sobre la eficacia de estas medidas, expresó la necesidad de detener la financiación hasta que se produzcan los cambios tangibles en el seno de las instituciones internacionales como la OMS. La conversación destacó los desafíos que enfrenta Estados Unidos para equilibrar las contribuciones financieras con la demanda de rendición de cuentas y reformas, especialmente frente a la creciente influencia china.
A medida que continúa el debate, persisten dudas sobre el futuro del apoyo de Estados Unidos a la OMS y sobre el asunto de una reforma más amplia en las organizaciones internacionales enredadas en complejidades geopolíticas.
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