Cuando las tropas entraron en Beijing y las autoridades dijeron por megafonía que la población se quedara en casa, Yuan Hongbing hizo lo contrario y se metió de lleno en acción.
Entre gritos, disparos y tanques, Yuan corrió entre la plaza de Tiananmen y los hospitales, cargando a los heridos a la espalda.
En el borde de la plaza, los tanques militares persiguieron a varios manifestantes estudiantiles que huían, aplastando sus cuerpos contra una valla metálica junto al borde de la calle.
Uno de ellos, aun estando muerto, seguía sosteniendo una bandera con ambas manos.
La sangre que brotaba sonaba más fuerte que el estruendo de los motores de los tanques, dijo el Sr. Yuan, cuya propia camisa estaba empapada de sangre de las personas que trataba de rescatar.
«Esta es la brutalidad del PCCh», dijo a The Epoch Times, utilizando el acrónimo del Partido Comunista Chino.
Han pasado treinta y cinco años desde aquella sangrienta noche conocida ahora como la Masacre de Tiananmen, en la que el régimen abrió fuego contra los estudiantes desarmados que aspiraban a dirigir la China comunista hacia la apertura y la democracia.
El número estimado de muertos oscila entre cientos y miles, aunque un cable británico desclasificado de 2017 elevó la cifra hasta los 10,000.
Desafío
Yuan, en aquel momento un profesor de Derecho de la Universidad de Beijing, escapó de China tras pasar medio año detenido por su activismo.
Muchos otros que sobrevivieron sufrieron represalias, perdiendo sus anheladas carreras y enfrentándose a la continua vigilancia de la policía china.
El asunto sigue siendo hoy uno de los temas más censurados en China. Las autoridades detienen a los activistas o los ponen bajo arresto domiciliario antes del aniversario en un intento de impedir que conmemoren el acontecimiento.
Los organismos de censura de Internet también están atentos a las palabras clave relacionadas con el incidente.
En octubre de 2023, unas imágenes de los Juegos Asiáticos en las que aparecían dos atletas de pista chinas abrazadas, llevando los números seis y cuatro tras una final de 100 metros vallas fueron borradas de los medios de comunicación chinos después de que los números formaran inadvertidamente la combinación «6 4», una referencia muy extendida a la fecha de la masacre de 1989.
En Hong Kong, la vigilia anual, que llegó a congregar a 180,000 personas en su momento álgido, desapareció a medida que el régimen endureció su control.
Pero la censura no ha impedido que testigos y activistas prodemocracia intenten conmemorar la fecha.
Nueva York es una de las muchas ciudades de todo el mundo donde los partidarios de la democracia organizaron desfiles o concentraciones para lamentar por las víctimas.
«El Partido Comunista no representa a China», dijo Wang Juntao, otro exdirigente estudiantil de Tiananmen, a The Epoch Times en el acto celebrado en Nueva York el 2 de junio.
El Sr. Wang dirigió a otros participantes en la concentración con cánticos de «abajo el PCCh» junto a pancartas que destacaban las muertes de la masacre de 1989 y advertían sobre la «infiltración del PCCh en Estados Unidos».
A pesar de la intensificación de la represión de las libertades en Hong Kong, la revista local en chino Christian Times dejó en blanco la mayor parte de su portada en su número del 2 de junio. Un editorial adjunto se refería a «la transición de la primavera al verano de aquel año», un eufemismo de uso común para referirse al incidente.
«Afrontar honestamente el pasado», decía el texto, es la única manera de afrontar el futuro.
Las amenazas de los actores chinos no se limitan al interior de China.
Tras un posteo en las redes sociales X, en la que anunciaba su participación en un acto en Los Ángeles con motivo del aniversario de Tiananmen, la destacada disidente Sheng Xue recibió un abrumador número de respuestas, muchas de ellas con ataques personales en chino. Una respuesta la amenazaba con un acto violento y mortal.
«Me pregunto cuál es más dura: ¿tu cabeza o la bala de nueve milímetros de ancho?», decía el posteo. «No lleves casco, déjame intentarlo. Estoy en Los Ángeles, te estaré vigilando desde fuera del escenario».
La Sra. Sheng denunció el asunto a la policía local, que sugirió que se suspendiera el evento. Sheng se negó.
«Su objetivo es clausurarme», declaró a The Epoch Times. «Si no me presento por esta amenaza, ellos ganarán, conseguirán lo que quieren, ¿no?, y pueden usar la misma táctica contra todos los demás que aún se atreven a hablar».
El «legado del comunismo»
En la ciudad texana de Austin se está preparando la construcción de un monumento fuera del recinto de la capital en honor a las víctimas del comunismo, un paso que convertirá al estado en el primero del país en hacerlo.
El monumento elegido para el lugar es una réplica de la Diosa de la Democracia, estatua erigida por primera vez en la plaza de Tiananmen durante la revuelta estudiantil de 1989.
«No estamos hablando de algo hipotético; estamos hablando de un estilo de gobierno y de una forma de vida que conduce a la brutalidad y que ha conducido a la brutalidad en todo el mundo», dijo el representante estatal Tom Oliverson, cuya resolución allanó el camino para el proyecto, en declaraciones a NTD, medio asociado a The Epoch Times.
El Sr. Oliverson se inspiró tras visitar el Monumento a las Víctimas del Comunismo en Washington, que también tiene una réplica de la estatua.
En Texas hay mucha gente de distintas partes del mundo que ha vivido el comunismo en primera persona o tiene familiares que sufrieron bajo regímenes comunistas, dijo el representante, y tener un monumento así será un símbolo para «todas las vidas inocentes que fueron asesinadas por el comunismo» en China y en todo el mundo, para que las «futuras generaciones de Texas nunca olviden el verdadero legado del comunismo».
Si los disparos en la plaza de Tiananmen en 1989 dejaron a muchos desilusionados con el PCCh, hoy parecen más confiados en que el apoyo está de su parte y no con el Partido.
Li Yingzhi, que, al igual que el Sr. Yuan, sufrió un encarcelamiento de medio año por su participación en las manifestaciones de Tiananmen, citó a los jóvenes que protestaron por toda China a finales de 2022 tras un cierre de tres años que convirtió en gran medida a China en una «prisión masiva». Es una muestra de hasta qué extremo ha llegado el control del régimen, y también de lo frágil que es.
«Este régimen brutal tiene que terminar, y ese día está llegando», declaró el Sr. Li a The Epoch Times.
Con la contribución de Luo Ya, Shawn Ma y Yi Ru.
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