Según «La Guía Materna para ser Mamá», «[La maternidad] significa que tienes la oportunidad de nutrir, no de perder, tu verdadero sentido del ser. Descubrirás superpoderes que no sabías que tenías. Soportarás desafíos más grandes de los que nunca habías conocido».
Puedo dar fe de ello. Mi hijo mayor tiene ahora 4 años y la persona que soy hoy es mucho más capaz, eficiente, contenta y cariñosa que la que era antes de ser madre.
Y si soy honesta, han sido realmente los retos los que me han hecho mejorar (y seguir haciéndolo), así como el amor. La maternidad está tan perfecta y elegantemente diseñada para ayudarnos a alcanzar nuestro potencial. Nos desafía hasta la profundidad, pero al mismo tiempo, el amor que tenemos por nuestros pequeños nos da la fuerza y la motivación que necesitamos para afrontar esos desafíos.
Aceptando el desafío
Una de las lecciones de la maternidad es aceptar que tus retos como madre siempre serán inesperados y a veces muy diferentes de los retos de otras madres a tu alrededor.
La comparación tiene sus límites porque lo que es fácil y natural para algunas puede ser difícil para otras, ya sea debido al carácter, la experiencia de vida o las circunstancias de la vida.
Tengo una inclinación perfeccionista e idealista hacia mi carácter, y esto me ha hecho difícil aceptar algunos de mis defectos.
Por ejemplo, cuando nació mi segundo hijo, me pareció muy difícil manejar a mi niño tan activo con mis manos ocupadas con el bebé. Desperdicié mucho tiempo persuadiendo y amenazando con consecuencias. Con la lógica pura de la niñez, mi hijo pronto se dio cuenta de que mamá ya no podía respaldar sus palabras con acciones inmediatas, así que aprendió que no tenía que escuchar.
Durante mucho tiempo, tuve la persistente culpa materna de esta debilidad en mi crianza y me pregunté si había estropeado algo crucial en él durante esos primeros y críticos años de formación.
Ya no tengo esta culpa. Me arrepiento de mis malos momentos como madre, especialmente cuando lo veo copiando mi tono de voz exasperado durante los conflictos menores con su hermana. Pero ya no me preocupa que pueda necesitar terapia a los 35 años para superar mi mala crianza.
No me preocupa porque he llegado a ver la increíble capacidad de las personas para crecer y prosperar cuando se enfrentan a desafíos.
Reflexión y transformación
Cuando nos convertimos en madres, inevitablemente recurrimos a nuestra propia educación —tanto en la sabiduría como en nuestros momentos malos, en los patrones neuróticos— como base para construir nuestra propia maternidad.
Esto me ha dejado muy agradecida por mi propia crianza y humilde ante lo difícil que es criar a otro ser humano con paciencia y amabilidad.
Por supuesto, hay cosas que no podremos cambiar, como nuestras predisposiciones innatas, pero no importa dónde empecemos, podemos dar el ejemplo de esfuerzo y mejora.
Hans Watson de la Universidad Elite, que se especializa en psiquiatría reproductiva, dijo que aconseja a sus pacientes que se esfuercen por ser «padres suficientemente buenos».
«Cuando haces lo ‘suficientemente bueno’, es: cuando enseñas a tus hijos a auto-reflexionar y luego a estar dispuestos a cambiar de manera que sus debilidades se conviertan en fortalezas, entonces tendrás un niño estrella de rock», dijo.
Esta es la clave de la resiliencia, algo que realmente necesitamos que nuestros hijos aprendan si quieren tener éxito en la vida y ser felices.
Parte de la resiliencia, sin embargo, es también comprender nuestros límites.
Watson dijo que si no puedes tener días buenos, puede ser el momento de pedir ayuda. También dijo que la salud mental durante el embarazo y después del nacimiento puede ser muy volátil, y que a veces simplemente se necesita apoyo externo.
Y puede ser un signo de fortaleza el admitir que no puedes hacerlo sola, porque en realidad ninguna de nosotras puede hacerlo.
Tengo mucho que mejorar en mi maternidad. La paciencia y la amabilidad son lo primero de la lista en estos días. Me emociono cuando pienso en lo tranquila y feliz que podría estar en el futuro si me dedico a estas virtudes. Y esta visión me da la fuerza en el presente para serlo aún más.
Así que te deseo un feliz día de la madre y espero que encuentres tu propia versión de supermamá.
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Para las nuevas mamás
En los últimos meses, he estado pensando en las mujeres que ahora se están convirtiendo en madres por primera vez durante la incertidumbre de esta pandemia.
Me puse en contacto con Diana Spalding, una enfermera partera certificada, enfermera pediátrica y co-autora de «La Guía Materna para ser Mamá», sobre cómo las nuevas madres pueden enfrentar mejor el estrés adicional de este momento.
Ella dijo: «Esta es potencialmente una de las circunstancias más estresantes en las que uno puede hacer su viaje hacia la maternidad y la paternidad, pero eso significa que es la más profunda. Cavarás profundo y te darás cuenta de que eres más fuerte de lo que jamás podrías haber imaginado. Y en última instancia, cuando cavas profundo, te darás cuenta de que la emoción más significativa de todas, es el amor. Amas a tu bebé, y tu bebé te ama a ti, y eso, resulta que es lo que más importa, durante una pandemia o sin ella».
Watson también compartió algunos consejos prácticos:
No. 1, después del nacimiento, si te sientes abrumada o estresada por tu hijo y es hora de amamantarlo, ¡hazlo! La oxitocina que se libera reducirá tu estrés y ansiedad y te ayudará a crear un vínculo.
No. 2, sigue recordándote que debes ser suficientemente buena: Con un bebé, esto significa que estás satisfaciendo las necesidades básicas de tu hijo y trabajando en mejorar algún aspecto de tu crianza.
No. 3, reajusta tu expectativa de cómo es una buena madre. No serás inmediatamente tan buena como lo fue tu madre porque lo que recuerdas es el final de sus años de crianza, ¡después de haber tenido años de práctica! Estás empezando desde el principio y la mejor manera de avanzar es aprender.
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