Crear la ilusión de caos es el propósito de las noticias falsas anti Trump

Por Joshua Philipp - La Gran Época
17 de junio de 2019 7:50 PM Actualizado: 17 de junio de 2019 7:50 PM

Análisis de las noticias

En su libro de 1928, ‘Propaganda’, el cual contribuyó a moldear las tácticas para la publicidad y política modernas, Edward Bernays escribió: «La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones de las masas es un elemento importante en las sociedades democráticas».

«Aquellos que manipulan el mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible, el cual es el verdadero poder que gobierna nuestro país».

En la actualidad, estos mecanismos de control público están siendo usados para crear una ilusión de caos.

El caos tiene importantes usos estratégicos—principalmente en sujetar una situación que cae fuera de los mecanismos normales de control. Con el caos como objetivo, y usando medias verdades, conclusiones falsas, e información fuera de contexto, el complejo industrial de medios construye una ilusión alrededor de la presidencia de Trump que muchos estadounidenses han tomado como realidad.

La falsificación de información para crear una ilusión de caos incluye asuntos grandes y pequeños.

En el ambiente actual, a la prensa no le importa la verdad. Le importa el interés político. Y el interés político depende de controlar la narrativa.

La narrativa de los medios es crear la ilusión constante de inestabilidad—la impresión constante de que las cosas están inestables y cayéndose a pedazos. La narrativa es el caos. Y la ilusión del caos es usada para crear la ilusión constante y falsa de que la presidencia de Trump está llena de escándalos, inestabilidad y conflicto.

La ilusión del caos

Cuando Trump visitó el Reino Unido del 3 al 5 de junio, fue invitado a una cena de estado, se convirtió en el tercer presidente estadounidense en recibir ese honor, luego de George W. Bush y Barack Obama. La prensa por supuesto, criticó a Trump a cada momento durante la visita, y un objetivo favorito fue el intercambio de críticas entre Trump y el alcalde de Londres, Sadiq Khan.

Khan, quien anteriormente había dicho que Trump no era bienvenido en el Reino Unido, escribió una editorial el 1 de junio en The Guardian, en la cual decía que Trump era ejemplo de la «una creciente amenaza». Luego de decir que hay un movimiento «fascista» que trata de enfrenar a la gente una con otra, Khan afirmó que Trump es la «figura principal de ese movimiento global de ultra derecha».

Trump respondió a los comentarios de Khan en un tuit del 3 de junio durante su vuelo al Reino Unido. Él dijo que Khan, «quien según dicen todos, ha hecho un trabajo terrible como alcalde de Londres, ha sido neciamente ‘cruel’ con el presidente visitante de Estados Unidos, por lejos el aliado más importante del Reino Unido. Él es un frío perdedor que debería enfocarse en el crimen en Londres, no en mí».

Trump agregó: «Kahn me recuerda mucho a nuestro muy tonto e incompetente alcalde de NYC, de Blasio, quien también ha hecho un trabajo terrible—solo con la mitad de su altura. En cualquier caso, anhelo ser un gran amigo del Reino Unido, y estoy ansioso por la visita. ¡Aterrizando ahora!»

Para enmarcar los comentarios de Trump en un escándalo, algunos medios eliminaron el contexto al citar las críticas de Trump de Khan, sin describir lo que provocó la respuesta, lo que Khan dijo sobre Trump.

Larry Elder, en su nuevo programa para The Epoch Times (La Gran Época en inglés), señaló un artículo de la CNN titulado «Trumps quiebra la etiqueta diplomática en las vísperas de la visita al Reino Unido». El artículo investiga los comentarios de Trump sobre Khan, pero como Elder nota: «lo que la historia no te cuenta es por qué hizo esos comentarios el presidente Trump».

En otras palabras, las grandes corporaciones de medios caracterizan mal la información, luego usan esas malas caracterizaciones para lanzar criticismo. Critican la ilusión que ellos mismos han creado.

En otro ejemplo, en junio de 2016, el ex presidente Barack Obama afirmó que sería imposible que Trump trajera los empleos de regreso a Estados Unidos, y que los objetivos económicos de Trump serían inalcanzables. Obama dijo: «Él solo dice, ‘bueno, voy a negociar un trato mejor’. Bueno, qué, ¿cómo exactamente vas a negociar eso? ¿Qué palabras mágicas tienes? Y usualmente la respuesta es, él no tiene una respuesta».

Los medios de noticias levantaron la cita de Obama para burlarse de Trump y para declarar que los objetivos de Trump de crear empleo y restaurar la economía no eran alcanzables. Ellos hacían aparecer a Obama como un genio y representaban a Tump como un delirante.

Luego Trump lo hizo—e incluso excedió su objetivo del 3 por ciento de crecimiento económico.

El desempleo en Estados Unidos alcanzó una baja récord en 49 años; el desempleo entre negros e hispanos alcanzó su punto histórico más bajo; y el desempleo femenino fue el mejor desde 1953. Pero entonces, la prensa acreditó a Obama el éxito económico—la clase de éxito que Obama y muchos de esos mismos medios, declararon que era imposible.

Una lista de casos como estos podría continuar por días, porque las falsas narrativas han sido creadas contra Trump por el complejo industrial de medios de manera continua. Pero como último ejemplo, no olvidemos la más grande de estas mentiras: la narrativa de la colusión Trump–Rusia.

Cuando el exconsejero especial Robert Mueller publicó sus hallazgos el 24 de marzo, declaró que no había evidencia de que Trump había conspirado con Rusia. Esto a pesar de dos años de mentiras de los medios que habían citado fuentes sin identificar sobre dichos que resultaron ser falsos, y de funcionarios públicos que aseveraron haber visto evidencia, lo cual también resultó ser falso.

A los votantes estadounidenses se les mintió durante las elecciones de 2018. Se les alimentó historias falsas durante dos años. El complejo industrial de medios los agitó, los atemorizó, para que crean que existía información que no existía. Luego, cuando se mostró que la prensa había mentido, mucha de esa gente siguió creyendo esas mentiras sin pruebas, y a pesar de los hechos—y todo porque los medios de noticias dieron vuelta otra vez la narrativa para continuar con su ilusión.

El juego del engaño

Por supuesto, los medios noticiosos no son los únicos involucrados en alimentar esta ilusión de caos.

Operadores políticos ayudan a fabricar falsas crisis con ataques partidarios y una política de oposición absoluta, a menudo a costa de la honestidad, decencia e integridad.

Tomemos por ejemplo, una táctica común usada en audiencias públicas cuando alguien era obligado a testificar ante el Congreso sobre las investigaciones «Trump–Rusia». Una táctica favorita de muchos operadores políticos fue afirmar mentiras, luego exigir una respuesta de «sí» o «no» de la persona que testifica–a una pregunta para la cual, cualquiera de las dos respuestas podría ser falsa.

En esta situación, si la persona respondía «sí» o «no», podía significar mentir bajo juramento. Si intentaban aclarar, eran acusados de «evitar la pregunta». Y si escogían no responder, eran retratados como alguien que intenta esconder algo.

Al hacer esto, estos operadores políticos pasan la pelota a su séquito en los medios partidarios para fabricar más historias falsas–a veces con la falsa admisión de culpa que fabricaron usando el abuso de poder, o a través de la mentira forzada que instigaron al exigir una declaración falsa.

Este método depende de la corrupción y de los lazos entre la política partidaria y periodistas partidarios. La gente llamada a testificar, se convierte en herramientas que perpetúan la ilusión de caos; y los televidentes y lectores que aceptan la falsa ilusión que se les muestra, se convierten en víctimas de estos trucos políticos.

Censura individual

Y cuando el número de ataques a la fabricada ilusión de caos se hace demasiado fuerte—cuando las narrativas falsas son expuestas y atacadas, y cuando los medios pierden terreno para dar batalla con medios honestos—el complejo industrial de medios comienza a pedir censura y la exclusión de sus competidores.

Hemos visto esto recientemente con los presuntos miles de canales que YouTube prohibió recientemente por promover «extremismo». Acciones como esta limitan el campo de competencia para el complejo industrial de medios, ya que reduce el número de competidores, elimina la ganancia de sus competidores y les da una justificación para desacreditar a su competencia con la etiqueta de «extremismo».

Otras formas de censura también se alimentan de esto. Project Veritas expuso recientemente que Pinterest se involucraba presuntamente en discriminación religiosa, al censurar versos y frases de la biblia como «pascua cristiana» y por censurar contenido relacionado a asuntos como la oposición al aborto.

Amplia censura como esta, funciona para mantener la ilusión de caos en las bases de la sociedad. Le da a la gente promedio la impresión de que nadie se atreve a hablar de temas claves, de que nadie está dispuesto a debatir el otro lado de la moneda política, y que la batalla de ideas ya ha sido ganada.

El terrorismo político es también un factor importante para silenciar la oposición de las bases. Esta funciona con la mano pesada de la atención mediática para destruir las vidas y carreras de la gente promedio, aislándolos para atacarlos sobre una posición política que hayan expresado en Internet.

Al hacer ejemplo de la gente común a través del terrorismo político, el complejo industrial de medios asegura su narrativa al intentar que la gente tenga tanto miedo de hablar, por temor a ser atacados.

Y al mismo tiempo, hacen llamados a congregar a sus seguidores que son adoctrinados con la continua agitación emocional, y a quienes creen que al unirse a los ataques, muestran su adhesión a la causa.

Luego, cuando se trata de la ilusión de caos más amplia, todos estos métodos se alimentan en un ciclo.

Esto se relaciona con la táctica política de «arriba y abajo», donde los actos en el suelo son usados por operadores en los medios o en la política para pedir regulaciones que hagan avanzar sus planes más profundos.

Es todo un juego. Es todo una ilusión. Y detrás no hay nada más que un pequeño grupo de operadores corruptos en los medios, empresas y en la política trabajando juntos por un interés común—y su objetivo, tal como lo es ahora, es crear una ilusión de caos.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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