Puntos de vista sobre la salud
Casi todos los días las noticias traen una nueva historia de un joven que muere de un paro cardíaco. Es enfermizo darse cuenta de que la miocarditis inducida por la vacuna contra COVID-19 podría dejar una zona de cicatriz en el corazón, con el consiguiente riesgo de taquicardia ventricular, fibrilación ventricular y paro cardiaco en cualquier momento. Recientemente Hulscher, et al. han demostrado de forma concluyente mediante autopsia que la miocarditis inducida por la vacuna contra COVID-19 puede ser mortal.
Ahora, un estudio realizado en Hong Kong por Yu y sus colegas descubrió que, de los jóvenes que presentaban daños cardíacos confirmados por resonancia magnética y que se sometieron a un segundo escáner un año después, el 58 por ciento presentaba anomalías residuales que sugerían la posible formación de una cicatriz en el músculo cardíaco.
Se evaluó a 40 adolescentes, con una media de edad de 15 años, en su mayoría varones. Cabe destacar que el 73 por ciento no presentaba síntomas cardiacos, por lo que, sin una evaluación, los padres no habrían tenido ni idea de que su hijo estaba sufriendo daños cardiacos a causa de la vacuna contra COVID-19. Aproximadamente el 18 por ciento de los casos tenían inicialmente una fracción de eyección ventricular izquierda reducida, lo que indicaba que corrían riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca.
Los autores señalan que varios otros estudios han encontrado que la mayoría de los casos de miocarditis por la vacuna contra COVID-19 con hallazgos anormales en la resonancia magnética cardiaca no se han resuelto a los 3-6 meses. Ahora, el informe de Yu y sus colegas sugiere que el daño puede ser permanente al año.
Por favor, comparta este importante avance con los padres que han vacunado a sus hijos o están contemplando sucumbir a los mandatos escolares. La vacuna puede causar daños irreversibles y toda una vida de preocupaciones y remordimientos.
Republicado del Substack de Peter McCullough
Referencias:
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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