Comentario
Desde que el virus del PCCh comenzó a propagarse en China alrededor del otoño de 2019, el desarrollo de su vacuna se adelantó al resto del mundo. Sin embargo, al analizar la cronología del proceso de investigación y desarrollo de las vacunas fabricadas en China, se producen una serie de irregularidades que llevan a la comunidad internacional a cuestionar el origen del COVID-19. Además, el plan de producción de vacunas del Partido Comunista Chino (PCCh) revela el intento del régimen de beneficiarse de la pandemia.
La fecha de inicio de investigación y desarrollo de la vacuna en China
Según los datos oficiales, el primer caso del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como el nuevo coronavirus, fue identificado el 1 de diciembre de 2019; y para el 21 de enero de 2020, solo se confirmó que 440 personas habían contraído el virus. El 15 de enero de 2020, el octavo informe de salud pública de la Comisión Municipal de Salud de Wuhan afirmaba que «hasta ahora no se han encontrado pruebas claras de transmisión entre humanos». Si esta información era exacta, parece que el régimen no esperaba que el virus se extendiera a nivel mundial y no estaba preparado para tal evento.
Sin embargo, el 25 de marzo de este año, un artículo del medio de comunicación estatal Beijing Daily dio un vuelco a la narrativa en la dirección opuesta. Este reporte mencionaba que el PCCh había formulado cinco estrategias de investigación y desarrollo para la elaboración de vacunas a principios de 2020 y había comenzado a desplegar varios prototipos; y una de estas cinco tecnologías de vacunas provenía de la general de división Chen Wei, la principal experta en armas bioquímicas militares del PCCh, y su equipo. Esta noticia es sospechosa y hace reflexionar.
Según los medios de comunicación estatales chinos, inmediatamente después de que los científicos de la provincia de Hubei aislaran las cepas de virus adecuadas el 9 de enero de 2020, las autoridades locales crearon un equipo conjunto entre el Instituto de Virología de Wuhan (WIV) y el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan para desarrollar vacunas contra el virus del PCCh.
Entre todos los equipos de I+D de vacunas implicados, se publicaron las fechas de inicio específicas de dos empresas: La I+D de la vacuna de Sinopharm fue aprobada oficialmente y comenzó el 19 de enero de 2020, y el proyecto de la vacuna COVID-19 de CanSino Biologics, con sede en Tianjin, fue aprobado y comenzó el 20 de enero de 2020.
Tres preguntas se desprenden de esto.
En primer lugar, si la secuencia inicial del virus realmente evolucionó a partir de orígenes naturales (por ejemplo, hay que culpar de todo el daño a unos pocos murciélagos) como dijo el PCCh, y no es transmisible entre personas, entonces ¿por qué el PCCh movilizó todas las fuerzas disponibles, incluyendo sus unidades militares de guerra biológica para la investigación y el desarrollo de vacunas a gran escala?
En segundo lugar, el PCCh puso en marcha la investigación y el desarrollo de múltiples vacunas antes del cierre de Wuhan el 23 de enero de 2020, lo que indica que estaba muy claro para el PCCh que el virus se propagaría a escala mundial. Siendo ese el caso, ¿por qué fabricarían mentiras sobre cómo el virus no es fácilmente transmisible? Esas tonterías solo permitirán que el virus se extienda aún más rápido por todo el mundo.
En tercer lugar, a principios de 2020, todos los tipos de vacunas en ese momento han entrado en la etapa de aplicación (no todos fueron comercializados). ¿Por qué no se cerró Wuhan entonces? ¿No se minimizaría así el número de infecciones y muertes? Las personas con sentido común pueden deducir que las acciones del PCCh en las primeras etapas de la pandemia fueron cuestionables, lo que puso al descubierto que el régimen no estaba tratando de contener el virus y evitar que se extendiera por el mundo.
¿Estaban ya preparadas las vacunas chinas antes de la pandemia?
Prashant Yadav, experto en la cadena de suministro de atención médica de Center for Global Development, un think tank internacional, señaló que «la fabricación de vacunas es una tarea en la que una combinación casi infinita de cosas tiene que funcionar perfectamente».
«Hay variabilidad en las materias primas, los microorganismos necesarios para hacer crecer los productos de las vacunas, las condiciones del cultivo en el que crecen esos microorganismos, etc.», dijo Yadav a USA today.
Por lo tanto, normalmente se necesitan varios años para diseñar un prototipo de vacuna y luego desarrollar nuevas vacunas. Sin embargo, China parece estar muy familiarizada con el desarrollo de esta vacuna.
Es sabido que los prototipos de vacunas que se utilizan en los ensayos clínicos deben desarrollarse primero durante mucho tiempo. La vacuna de Pfizer comenzó la investigación y el desarrollo el 20 de marzo de 2020 y les llevó al menos cuatro meses producir un prototipo viable; los medios de comunicación estatales chinos informaron que la vacuna de Sinopharm comenzó su investigación y desarrollo el 19 de enero de 2020 e inició los ensayos clínicos el 12 de abril del mismo año.
Sinopharm fue más rápida en la creación de una vacuna que Pfizer, lo que implica que el PCCh estaba preparado para una pandemia antes de que todo comenzara, incluso para adelantarse a la vacuna.
Cómo China produjo rápidamente vacunas COVID en masa
Actualmente hay al menos siete productores de vacunas en el mundo, entre ellos Pfizer, Moderna, AstraZeneca, J&J/Janssen, Sinopharm, Sinovac y Covishield. La capacidad de producción de las vacunas de Pfizer era entonces bastante reducida; solo hasta hoy su ritmo de fabricación ha alcanzado los 100 millones de dosis al mes. Sin embargo, las vacunas chinas se han fabricado a un ritmo que precede al de Pfizer en casi un año.
La vacuna de Pfizer en Estados Unidos comenzó la investigación y el desarrollo a finales de marzo del año pasado; luego avanzaron con los prototipos, las tres fases de ensayos clínicos hasta la aprobación final y el lanzamiento al mercado. Este proceso les llevó unos nueve meses. El propio equipo de Pfizer no podía creer lo rápido que ocurrió. La empresa tardó otros meses en alcanzar la velocidad de producción de 100 millones de dosis al mes. Así pues, Pfizer tardó aproximadamente un año desde el inicio de su programa de vacunas hasta el lanzamiento al mercado a gran escala.
China se unió al plan «COVAX» de la Organización Mundial de la Salud a principios de octubre de 2020, que proporciona vacunas y financiación para la compra de vacunas para 92 países de ingresos bajos y medios. Cuando China se unió al plan, Zheng Zhongwei, jefe del equipo de I+D de vacunas del Mecanismo Conjunto de Prevención y Control del Consejo de Estado del PCCh, dijo que para finales de 2020, la capacidad de producción anual de vacunas de China podría alcanzar los 610 millones de dosis. En otras palabras, ya a finales del verano y principios del otoño de 2020, la capacidad de producción de vacunas chinas se acercaría a la producción mensual de cientos de millones de dosis. Por eso, en los primeros meses de este año, solo las vacunas chinas dominaron el suministro mundial de vacunas. Las vacunas de Europa y Estados Unidos no empezaron a fabricarse hasta finales de 2020, y les llevaría tres meses más producirlas en masa. En comparación con la vacuna china, las vacunas europeas y estadounidenses empezaron tarde en el mundo, y el suministro de sus vacunas estaba muy por detrás de la demanda nacional y extranjera. Esto dejó un margen de casi seis meses para que las vacunas chinas se hicieran omnipresentes en el mundo.
Aunque la capacidad de investigación y fabricación de vacunas de China haya alcanzado el mismo nivel que la de Estados Unidos, el proceso de cultivo de los microorganismos necesarios para los ensayos clínicos y la producción de vacunas no puede comprimirse ni acelerarse. Por lo tanto, el tiempo más corto que necesita China para lograr la producción masiva de vacunas a gran escala debería ser aproximadamente el mismo que el de Estados Unidos, que fue de alrededor de un año. Sin embargo, teniendo en cuenta que la vacuna de China había alcanzado la escala de 100 millones de dosis al mes a principios del otoño del año pasado, el PCCh debe haber comenzado el trabajo de preparación para el cultivo de microorganismos, la selección, las pruebas y el envasado para el otoño de 2019.
Las autoridades chinas afirmaron que el primer paciente infectado con el virus fue reportado en Wuhan el 1 de diciembre de 2019, pero esta mentira fue puesta en evidencia por su línea de tiempo que muestra la rápida producción masiva de vacunas. Basándose en la información anterior, en el otoño de 2019, el PCCh no solo tenía el nuevo coronavirus en sus manos, sino que también dominaba una serie de tipos de vacunas que podrían utilizarse, e incluso comenzó a prepararse para la producción masiva de vacunas. Debe haber hecho la suposición de que la epidemia pronto se extendería desde China a otros países, causando estragos en todo el mundo.
El PCCh prioriza las exportaciones de vacunas y retrasa las vacunaciones nacionales
Cuando las vacunas chinas se produjeron a gran escala, no se utilizaron en China. Por un lado, China almacenó cientos de millones de dosis de vacunas, y por otro lado, las vacunas fueron enviadas a otros países para ensayos clínicos, abriendo la puerta a la exportación de vacunas a gran escala. Ya en julio de 2020, la vacuna de Sinopharm comenzó la fase III de los ensayos clínicos en los Emiratos Árabes Unidos. Este ensayo clínico incluyó a 40,832 personas en los EAU, Bahréin, Egipto y Jordania. La vacuna CoronaVac de Sinovac también comenzó un ensayo de fase III en Brasil, Turquía, Indonesia y Chile el 21 de julio de 2020. En ese momento, Estados Unidos todavía estaba en la fase inicial de investigación para el desarrollo de la vacuna.
¿Por qué el PCCh no anunció de forma anticipada en junio de 2020 que estaba listo para la producción en masa de las vacunas fabricadas en China cuando se disponía a organizar los ensayos clínicos en otros países?
El PCCh, bien conocido por ser un mentiroso habitual, optó por no fanfarronear esta vez porque había dos factores que debía tener en cuenta. En primer lugar, si se hubiera anunciado que la vacuna estaba lista para su producción en masa en junio del año pasado, inevitablemente se revelaría su secreto y el mundo entero sospecharía que el PCCh había preparado la vacuna antes de que el virus se extendiera por todo el mundo. En segundo lugar, el PCCh tuvo que esperar a que la epidemia se extendiera a otros países para poder organizar ensayos clínicos en países seleccionados, a fin de obtener las cualificaciones necesarias para la venta mundial de sus vacunas.
Este primer factor determinó que cuando el PCCh tuvo la capacidad de producción masiva de vacunas en junio de 2020, tuvo que mantener la información en secreto. Por lo tanto, las autoridades chinas no lanzaron la vacunación masiva a nivel nacional, a pesar de que se necesitaba urgentemente para contener el virus.
Además, el PCCh retrasó intencionadamente el calendario de vacunación nacional en aras de promocionar sus vacunas en el extranjero. Según un reporte reciente del United Daily News de Taiwán, Beijing se había comprometido a vender o donar casi 700 millones de dosis de vacunas a más de 90 países a partir del 7 de junio de 2021.
El medio de comunicación estatal chino Xinhua News Agency reportó que el 13 de enero de 2021 solo se habían administrado 10 millones de dosis de vacunas en China. En ese momento, la capacidad de producción anual de vacunas de China ya había alcanzado los 600 millones de dosis.
Según la información pública difundida por la Comisión Nacional de Salud, la vacunación masiva en China no comenzó hasta marzo de este año, y el total de la vacunación fue de 80 millones de dosis hasta el 23 de marzo de 2021, lo que suponía una octava parte de la capacidad de producción anual de China.
Luego, el total de vacunas administradas llegó a 250 millones a finales de abril, y a mil millones de dosis el 21 de junio.
¿Por qué se retrasó la inoculación masiva en China hasta marzo? Porque durante ese mes, las vacunas COVID fabricadas en Europa y Estados Unidos entraron en la fase de producción masiva, y las vacunas que Occidente desarrolló son muy superiores en comparación con las vacunas fabricadas en China. Como China sabía que difícilmente podría competir con Occidente en cuanto a la eficacia de las vacunas, el PCCh tuvo que aprovechar la oportunidad de actuar rápidamente en un plazo limitado —los pocos meses antes de que Occidente pudiera producir grandes cantidades de vacunas— para obtener beneficios de sus exportaciones de vacunas. El hecho de que el PCCh diera prioridad a la exportación de vacunas frente a la inoculación nacional revela su siniestra intención de permitir deliberadamente que el virus se extienda por todo el mundo para luego sacar provecho de la pandemia.
China engaña a los compradores internacionales con ensayos clínicos poco fiables
Con el fin de vender rápidamente grandes cantidades de vacunas chinas antes de que las vacunas estadounidenses estuvieran disponibles, los ensayos clínicos del PCCh en países extranjeros se llevaron a cabo de forma descuidada. Las vacunas chinas Sinopharm y Sinovac completaron los ensayos clínicos de fase III ya en otoño de 2020, pero el informe del ensayo clínico de fase III de Sinopharm se retrasó hasta marzo de 2021. Luego se publicó en el Journal of the American Medical Association (JAMA) el 26 de mayo de 2021. Antes del 26 de mayo, el PCCh ya había ganado mucho dinero con la pandemia.
En cuanto se publicó el informe clínico de la fase III de la vacuna de Sinopharm, la comunidad médica internacional planteó inmediatamente su preocupación.
Bloomberg reportó el 27 de mayo de este año que los fabricantes chinos de vacunas han sido criticados porque no compartieron suficientes datos sobre la seguridad y eficacia de la vacuna.
«Las pruebas estaban muy sesgadas hacia los hombres, que representaban casi el 85 por ciento de los participantes. Menos del 2 por ciento tenían 60 años o más, y la mayoría estaban sanos. Como resultado, hay pocas pruebas sobre la eficacia y la seguridad entre las mujeres, los ancianos y las personas con enfermedades subyacentes», dice el reporte.
Dong Yuhong, experto en virología radicado en Europa, cree que estos ensayos clínicos carecen de datos suficientes para demostrar la capacidad de la vacuna de proteger a los receptores de desarrollar síntomas graves.
El reporte de Bloomberg señalaba que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio luz verde a la vacuna china de Sinopharm para que se vendiera en todo el mundo a pesar de las deficiencias de los ensayos. Hasta la fecha, la OMS no ha autorizado oficialmente la vacuna Sinovac de China porque no se ha hecho público el informe de su ensayo clínico. Sin embargo, el PCCh ya ha vendido 380 millones de dosis de la vacuna Sinovac en todo el mundo.
Voice of America publicó el 27 de junio un reportaje que resume los tres nuevos hallazgos sobre los orígenes del virus, procedentes de investigaciones realizadas en todo el mundo.
Las conclusiones son: 1) el primer caso de infección por el virus identificado en China se produjo al menos dos meses antes de la fecha que China comunicó en su momento, y el virus se había extendido por todo el mundo antes de que Wuhan fuera puesta en confinamiento; 2) el virus que surgió al principio ya mostraba una asombrosa adaptabilidad al cuerpo humano, lo que indica que no se puede descartar la posibilidad de fugas en el laboratorio; 3) los expertos chinos destruyeron las muestras del virus en su fase inicial, lo que se considera un intento de destruir pruebas y encubrir los orígenes del virus.
Creo que estamos avanzando para descubrir la verdad sobre el encubrimiento del PCCh en cuanto al origen del COVID-19.
El Dr. Cheng Xiaonong es un estudioso de la política y la economía de China con sede en Nueva Jersey. Cheng fue investigador político y ayudante del antiguo líder del Partido, Zhao Ziyang, cuando éste era el primer ministro. También fue editor jefe de la revista Modern China.
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