Opinión
En apariencia la política mexicana tiene una ruta prevista: Morena, que quiere ser hegemónico, va camino de prolongar su poder en una réplica del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien instauró la llamada “dictadura perfecta” según la definición de Mario Vargas Llosa.
Aquella hegemonía política que duró décadas, creó incluso un grupo de especialistas en Universidades estadounidenses, quienes eran llamados “mexicanólogos” dedicados a estudiar ese curioso fenómeno político que era una dictadura sin serlo de manera abierta.
En la década de los 70, el andamiaje de ese sistema comenzó a crujir. Al final de la siguiente década hay un viraje importante cuando de ser un país cerrado, con elecciones controladas y que había contado con una policía política al estilo de cualquier dictadura (la Dirección Federal de Seguridad ya desaparecida en ese entonces), se pasó a la apertura comercial negociando el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, se creó el Instituto Federal Electoral (IFE, ahora INE) que eliminó el control gubernamental de las elecciones y nació, también como organismo autónomo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Con la llegada al poder de AMLO y su movimiento —que fusiona al viejo priismo junto con débiles facciones de izquierda quienes aportan sobre todo ideología a cambio de participar en el reparto del botín—, nace un intento de restaurar el antiguo sistema de partido hegemónico con una variante, se trata de un caudillismo que ahora se expresa con una candidata, Claudia Sheinbaum, quien promete continuidad y sometimiento a la figura precisamente del caudillo.
Esto incluye en la sombra a uno de sus hijos, Andrés López Beltrán, denunciado por el manejo de negocios que se inscribe en un clásico tráfico de influencias, de acuerdo a la denuncia penal de la diputada del Partido Acción Nacional (PAN), María Elena Pérez-Jaén Zermeño. Y el tema es además muy delicado, pues se trata según la acusación, de tráfico de medicamentos en un contexto de desabasto y negocios turbios generalizados actualmente en el ámbito de la salud pública.
De pronto, al contrario de muchas encuestas dudosas, las cosas no parecen ir tan bien para el partido gobernante. Y la construcción de su hegemonía —que incluye arrasar o dominar las instituciones creadas en la transición democrática para sustituirlas con un caudillismo de signo dictatorial— empieza a verse cuestionada.
Y esto no ha sido todavía por una amenaza de la oposición, quien lanza a una candidata carismática, Xóchitl Gálvez, que hasta ahora ha resistido una feroz campaña negra en su contra financiada y organizada desde el gobierno de manera muy obvia.
Los signos de que el andamiaje de Morena “invencible” cruje desde dentro, son obra de que la propaganda no es todo y surgen los actos, las deficiencias, el desgaste, las omisiones, los abusos y la esencia misma de un proyecto con una pretensión condenada por la geopolítica, la evolución económica del país y su pertenencia al grupo de los 20.
El retroceso al que se ha sometido al país, y se quiere extender en un sometimiento histórico extenso, es contra natura en un sentido político y un mal sueño del que todo indica para quien quiere verlo se está despertando.
La grave acusación a este hijo del presidente —ha habido otras contra el otro hijo, José Ramón López Beltrán—, se une al escándalo de Segalmex, donde se ha cometido el mayor fraude de la historia mexicana y su director general, Ignacio Ovalle, amigo del presidente, ha sido protegido y sólo se está procediendo contra funcionarios menores. El discurso oficial contra la corrupción ha dejado de tener autoridad moral y empieza a percibirse ya como algo hueco y sin sustancia.
Y está presente el desastre provocado por el huracán Otis en Acapulco, que ya vivía una crisis por la vigencia del crimen organizado cuyo predominio surge en el gobierno de Félix Salgado Macedonio, compadre del presidente, quien impuso a su hija al frente del gobierno estatal.
El hecho de que el presidente López Obrador se conformara con mandar un tuit (X) y se fuera a dormir a pesar de saber que llegaba un huracán de nivel cinco, sin encabezar una junta de emergencia y advertir sobre la gravedad del meteoro, aunado al pasmo gubernamental inicial luego del desastre, de manera inevitable corroe la imagen presidencial marcada por aquella foto donde el presidente queda atascado en el lodo rodeado de militares y sin llegar a Acapulco.
De pronto, en uno de los temas más delicados del actual gobierno, su pasividad —señalada por muchos como complicidad—, frente a la expansión y dominio territorial del crimen organizado, estalla en el municipio de Texcaltitlan, poblado de Texcapilla, con una rebelión popular contra las extorsiones del grupo criminal llamado La Familia, con el resultado de cuatro campesinos y diez criminales muertos.
La crisis no ha finalizado pues los criminales secuestraron a un número indeterminado de pobladores, incluyendo cuatro niños, con el propósito de que se les entreguen cuatro campesinos que aparecen en un video encabezando la lucha en contra de los delincuentes quienes portaban armas de alto poder. La ausencia del gobierno y del presidente para enfrentar esta grave crisis iguala a la de Acapulco, con el agravante de que toda una política de “seguridad” se desploma sin que se vea ninguna reacción efectiva por parte del gobierno.
Mientras tanto, los actos de campaña adelantada de Claudia Sheinbaum comienzan a mostrar un desgaste, con personas acarreadas que se retiran sin escucharla, o incluso dan muestras de repudio a una candidata que se reconoce sin ningún carisma. Hay videos de Guaymas, Querétaro y otros que muestran este fenómeno nada alentador para el partido oficial.
Es válido preguntarse así: ¿cruje ya el andamiaje de Morena? Quizás los astros se alinean para una coalición opositora que, si supera su desorden y deja de estar distraída, puede derribar una hegemonía condenada históricamente como inviable para un país que se ha modernizado y es democrático todavía.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
Únase a nuestro canal de WhatsApp de The Epoch Times México para recibir las últimas noticias al instante haciendo clic aquí
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.