Opinión
«Hasta que no hagas que lo inconsciente sea consciente, éste dirigirá tu vida y lo llamarás destino». – Carl Jung
¿Cuántas veces se propuso cambiar algo en su vida para terminar dándose por vencido al cabo de unas semanas, a pesar de los detallados planes y la motivación efusiva?
Cambiar es difícil. Y, como muchas otras cosas, es aún más difícil conseguirlo por uno mismo. Pero resulta que hay un factor invisible detrás de las bambalinas que desempeña un papel fundamental en nuestros hábitos, para bien o para mal. Es nuestra mente inconsciente.
Al aprender a interactuar con este compañero oculto, los estudios demuestran que podemos lograr transformaciones que parecen imposibles utilizando tan sólo la fuerza de voluntad.
¿Cree que se tarda 21 días en crear un hábito? Piénselo nuevamente
La creencia común es que los hábitos se forman en 21 días. Sin embargo, la investigación indica lo contrario. Un artículo publicado en 2012 en el British Journal of General Practice atribuye la cifra de 21 días a los pacientes de cirugía plástica que se adaptan a su nuevo aspecto.
Un estudio del 2009 publicado en el European Journal of Social Psychology ofrece una visión más clara. En un seguimiento de 96 participantes, se descubrió que el tiempo medio para alcanzar la «automaticidad» cuando las acciones se vuelven automáticas y requieren poco esfuerzo consciente era de 66 días. Sin embargo, el intervalo oscilaba entre 18 y 254 días.
Un estudio publicado en la revista British Journal of Health Psychology en 2021 corroboró aproximadamente la cifra, descubriendo que los participantes alcanzaban el punto máximo de automaticidad en una media de 59 días.
La mente consciente contra la inconsciente
La mente es compleja y existen distintos métodos para describir su funcionamiento. En una perspectiva común en la actualidad, se dice que el ser consciente se encarga del pensamiento analítico y lineal y que el ego experimenta la consciencia. El ego es el «yo» que experimenta la conciencia, según el Dr. Daniel Lieberman, psiquiatra y autor de «Spellbound: Ciencia moderna, magia antigua y el potencial oculto del inconsciente».
En cambio, el inconsciente es misterioso: es la parte que no podemos controlar directamente, explicó el Dr. Lieberman a The Epoch Times.
«Puede hacer una hoja de cálculo o ir al supermercado. Eso está bajo su control», afirmó. «Pero no puede obligarse a tener ideas creativas. Éstas proceden del inconsciente», añade.
La fuerza de voluntad pura no puede impulsar un cambio duradero. Esto puede explicar por qué la mayoría de la gente no cumple sus propósitos de Año Nuevo. Una encuesta de YouGov de 2019 reveló que solo el 7 por ciento cumplía todos los propósitos y el 19 por ciento solo algunos. La aplicación de fitness Strava vio que la mayoría de las personas abandonaban sus objetivos de ejercicio para el segundo viernes de enero, un día apodado «Día del Renunciante».
Cuando se trata de hábitos, muchos creen que es el inconsciente el que impulsa el comportamiento a largo plazo. Afortunadamente, la mente consciente parece tener una influencia decisiva sobre la inconsciente.
Cuando los hábitos toman el control
La decisión de adquirir un hábito de forma consciente crea vías neuronales en la mente inconsciente, según un modelo mental descrito en una revista científica del 2017 publicada en Annals of the New York Academy of Sciences, que describe cómo el cerebro favorece el automatismo.
Una reacción automática se produce sin la participación activa de la conciencia, lo que lleva a la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de las funciones cognitivas de nivel superior, a activar patrones establecidos de forma rígida y repetitiva, según la revisión.
Como resultado, los patrones inconscientes pueden anular las intenciones, imponiéndose a la voluntad consciente.
A pesar de centrarse en los objetivos y la intención para el cambio de hábitos, los datos sugieren que es más eficaz involucrar al inconsciente.
Un informe del 2011 sobre dos estudios publicados en la revista Journal of Experimental Social Psychology concluyó que las señales contextuales se imponen a la fijación de objetivos.
Y un metaanálisis de 47 experimentos publicado en 2006 en Psychological Bulletin concluyó que la intencionalidad tiene un efecto limitado en el cambio real de conducta. Los autores escribieron: «Los esfuerzos futuros de cambio de conducta harían bien en tener más en cuenta las vías no intencionadas para la acción».
Para lograr un cambio duradero, el Dr. Lieberman sugiere un enfoque en dos partes: comprometer el lado «animal» inconsciente y el lado «divino» conectando con un propósito superior.
Entrenar nuestro animal interior
Para entrenar a nuestro «animal» inconsciente interior, el Dr. Lieberman afirma que la constancia y los rituales son fundamentales. Hizo hincapié en la paciencia porque los seres humanos aprenden algunas cosas de la misma manera que los animales: a través de la repetición.
Un estudio del 2015 publicado en el Journal of Behavioral Medicine encontró que hacer ejercicio cuatro días a la semana durante seis semanas estableció un hábito, facilitado por rutinas simples y perspectivas positivas.
«No puedo decir: ‘Bueno, cada día miraré mi agenda y elegiré cuándo estoy libre’. Eso no va a funcionar», afirma el Dr. Lieberman. Use la misma ropa de gimnasia y haga los mismos ejercicios todos los días, pero añada el tipo de cosas a las que responden los animales —como recompensas— en la medida de lo posible, añadió. «Cuando se entrena a los animales, siempre hay que darles la misma recompensa».
Sin embargo, algo de reforzamiento negativo ayuda. El Dr. Lieberman describió el «síndrome del menor refuerzo», una técnica de entrenamiento mediante la cual los entrenadores de delfines se quedan quietos después de un error, con la precaución de no reaccionar. Cualquier respuesta alimenta el comportamiento, pero ninguna lo deja morir.
«Se castiga al animal, pero sólo se le castiga privándole de recompensas», dijo el Dr. Lieberman. «Si no va al gimnasio… no se permita ver su serie favorita en Netflix».
Crear un hábito es una cosa; romperlo es más difícil. Para abordar la cuestión, el Dr. Lieberman recomendó invertir el protocolo: recompénsese por resistirse a un mal hábito, incluso a mitad de un día. Vea Netflix o ahorre para darse un capricho cuando no fume o coma alimentos poco saludables.
Intervención divina
Aunque trabajar con nuestro animal interior ayuda, conectarse con un poder superior puede lograr una integración inconsciente más profunda, ya sea a través de la religión tradicional o de la meditación secular.
«Ese lado divino del inconsciente tiende a ser muy impredecible. Los artistas nunca saben cuándo van a estar inspirados. Los científicos nunca saben cuándo van a estar inspirados. La intuición va y viene», afirma el Dr. Lieberman.
Alcohólicos Anónimos aprovecha la relación de los adictos con un poder superior para superar el alcoholismo. Una revisión de estudios empíricos publicada en 2016 en el Journal of Religion and Health mostró que los participantes que sienten la presencia de Dios a diario y creen en un espíritu universal obtienen mejores resultados en cuanto a los antojos y la angustia.
La autoafirmación a través del enfoque en un autoconcepto valorado, como ser una persona honesta, aumentó la actividad física y la positividad, según una investigación publicada en 2014 en el Journal of Sport and Exercise Psychology. La afirmación es utilizada por algunas personas como una forma de comunicarse con su inconsciente, integrando mitades distintas pero fuertemente entrelazadas.
La práctica religiosa facilita la autorregulación inconsciente implícita, frente a la regulación consciente explícita, según una revisión del 2010 de 30 experimentos independientes publicada en Personality and Social Psychology Review.
También existe una investigación, publicada en 2003 en el Journal of Personality and Social Psychology, que sugiere que los conceptos religiosos ayudaban inconscientemente a las personas a ejercer el autocontrol frente a la tentación porque eran más lentas a la hora de reconocer las palabras relacionadas con la tentación.
Es posible que la religiosidad permita una autorregulación integradora, encarnada y centrada en la persona en su totalidad, que explica el frecuente mayor bienestar de las personas religiosas.
El Comité Interno
Si los comportamientos surgen de los hábitos, debemos convertirnos en los arquitectos de nuestras rutinas. Cuando nos fijamos objetivos como comer sano, el «yo» le dice al inconsciente que cambie.
«El ego está bastante unificado», dice el Dr. Lieberman. «El inconsciente: hay muchas, muchas voces ahí abajo».
La pura fuerza de voluntad no establece hábitos a largo plazo; debemos trabajar con estas voces: nuestras motivaciones internas.
Este «comité» no responde a los dictados. Responde mejor a la pregunta sobre nuestros propios impulsos, a la definición de un entorno agradable con un ritual coherente y al recurso a un poder superior para vigorizar nuestros esfuerzos.
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