Opinión
Elon Musk ha estado recientemente punteando en los titulares debido al incremento masivo en sus riquezas a causa del fuerte aumento de las acciones de Tesla. Muchos ahora notan que el multimillonario sudafricano ha superado a Warren Buffet en la lista de personas más ricas del mundo.
Lo que muchos parecen ignorar es precisamente cómo ha obtenido este éxito reciente. Si bien, se sabe que sus empresas comenzaron con subsidios gubernamentales durante cerca de dos décadas, sus últimos logros han sido el resultado de estrechas conexiones con el mercado chino, vínculos que pueden dañar los intereses económicos y de seguridad nacional de Estados Unidos.
Sí, SpaceX, la compañía espacial de Musk, sigue enfrentando problemas de control de calidad y aparentemente se ha basado en contratos gubernamentales y exhibiciones creativas de sus finanzas para que sus prestamistas privados puedan salir adelante. Aun así, el historial financiero de Tesla no ha sido mucho más estable. Durante años, Musk logró hacer crecer la imagen de Tesla sin obtener ganancias a través de subsidios y marketing inteligente. Pero con los subsidios estadounidenses comenzando a desaparecer, Musk aparentemente no tuvo más remedio que buscar nuevos mercados para repetir el mismo esquema. Su mayor objetivo para entonces fue China.
Después de años de dificultades financieras, Musk obtuvo los fondos necesarios para construir una mega factoría en Shanghai, principalmente gracias al respaldo de su antiguo amigo y Ministro de Ciencia y Tecnología de China, Wan Gang.
Los términos del acuerdo fueron relativamente generosos. Aparentemente a cambio de ayudar a mitigar el desequilibrio comercial después de los aranceles del presidente Donald Trump y la orden para que las empresas permanezcan fuera de China, Musk mantendría el control total de su fábrica, evitaría aranceles e incluso recibiría subsidios nacionales. A cambio, China esperaba que Tesla pudiera ayudar a crear la cadena de suministro y la base de consumidores necesarios para hacer crecer un mercado de vehículos eléctricos (EV) aún más robusto y quizás socavar el de Estados Unidos.
Parece que la apuesta de China ha dado frutos.
Con la incorporación de Tesla, China está ganando instalaciones de investigación y desarrollo que pueden llevar a su nación a la vanguardia de la tecnología de vehículos autónomos. Están surgiendo nuevos proveedores, mientras que las empresas más establecidas encuentran nuevas fuentes de ingresos en la cadena de suministro en desarrollo. Al igual que lo que hizo con el iPhone de Apple, China espera que aparezcan rivales nacionales de la nueva inversión extranjera (Nio es un buen ejemplo). Al igual que Foxconn, China podría impulsar su dominio en el mercado global. Por ahora, simplemente se han convertido en el mercado automotriz más grande del planeta.
Al proporcionar a los consumidores más opciones, China esperaría evitar la «trampa de ingresos medios», es decir, la desaceleración del crecimiento cuando un mercado emergente alcanza su nivel de ingresos medios. Podría decirse que el aumento del número de inversiones extranjeras ha impulsado a China por delante del resto del mundo en el desarrollo de un mercado de energía nuevo y saludable. Y si esto se configura como lo hizo Huawei, los resultados podrían ser peligrosos para la seguridad nacional de EE.UU.
Para Tesla, sin embargo, la asociación ha sido mutuamente beneficiosa.
Musk ha tenido trimestres rentables después de expandirse al mercado chino. Si bien sus ventas en Estados Unidos han tenido dificultades, ha podido defenderse de los competidores chinos y hacerse a una cuarta parte del mercado. Ha desarrollado muchas asociaciones en la región que lo han arraigado más profundamente en la cadena de suministro emergente, como su acuerdo para baterías con el CEO de CATL, Zeng Yuqun. El resultado ha sido una China más fuerte y un Elon Musk más rico.
Pero esto no ha sido útil para Estados Unidos. En todo caso, ha sido perjudicial.
El presidente Trump ha liderado un esfuerzo global para reducir las prácticas comerciales poco éticas de China, sus miles de millones de dólares en robo de propiedad intelectual y su creciente listado de abusos contra los derechos humanos. El régimen chino ha seguido tomando medidas enérgicas contra las libertades civiles de Hong Kong, la libertad de los uigures y los derechos de las naciones vecinas al mar. Incluso, como respuesta a la firma del proyecto de sanciones de Hong Kong del presidente Trump, China se alista para continuar con su comportamiento abusivo.
Las acciones de Musk han socavado severamente la estrategia arancelaria del presidente Trump, que busca reducir el comportamiento depredador de China, debilitando el mercado automovilístico chino y su posición económica general. La presencia continua de Tesla en el país solo ayuda a China a crear una economía más robusta, alimentando aún más la conducta del régimen. Musk incluso elogió al país asiático como un futuro líder mundial y habló con admiración sobre cómo están avanzando sus sectores empresariales.
Los políticos deben responsabilizar a las empresas nacionales por sus tratos con China, que en última instancia socavan la seguridad nacional. Mientras que los medios de comunicación celebran la teatralidad de Musk, los encargados de formular políticas deben preocuparse por las prácticas comerciales cuestionables de las empresas y los efectos que tienen al apoyar a un conocido estado de corte autoritario y sumamente agresivo.
Dave Sussman es consultor de negocios, analista económico y fundador y CEO de Valcor Worldwide.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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