“Yo era simplemente el barrendero encargado de limpiar 110 pisos en el World Trade Center”.
William Rodríguez, un conserje puertorriqueño, no sabía que el físico que desarrolló luego de limpiar un centenar de escaleras en las Torres Gemelas por 20 años, iba a salvar la vida de miles de personas ese trágico 11 de septiembre de 2001.
Durante sus primeros diez años, Willie había trabajado para el gobernador de Nueva York de esa época, Mario Cuomo. Cuando Cuomo pierde las elecciones, la empresa contratista envía a Willie a las Torres Gemelas para trabajar con casi 400 empleados encargados de limpiar los siete edificios del complejo de más de trece hectáreas.
Ese martes 11 de septiembre, Willie recuerda que eran las elecciones en Nueva York, y el cielo se veía muy despejado.
“El día estaba precioso, y yo nunca me tomaba días libres, pero llamé a mi supervisor y le pedí que me registrara como día de enfermedad, y él se volvió loco. Me pidió que llegara aunque fuese tarde”, dijo a The Epoch Times. “Irónicamente, eso me salvó la vida, porque yo empezaba mi turno a las 8 a.m. desde arriba del edificio hasta abajo, comenzando con el restaurante Windows of the World, que estaba en el piso 107, y el avión me hubiese impactado”.
Willie conocía todas las salidas y las puertas de emergencia del edificio, y cuando se oye la primera explosión, ayuda a escapar a 15 personas de la Torre Norte. Así, logró entrar dos veces más para rescatar a gente atorada en un ascensor y a una mujer que había quedado atrapada en uno de los pisos.
Pero es en su tercera vuelta a la Torre Norte donde se encuentra con un oficial de la unidad canina de la Policía de Puertos.
“Él me dice: ‘Willie, tienes la llave?’ Se refería a si tenía la llave maestra”, dijo. “El World Trade Center tenía cinco llaves maestras en todo el complejo y las personas con las primeras cuatro eran los jefes de mis jefes que estaban entrenados en todo el proceso de evacuación, pero ellos se fueron con las llaves. La quinta llave la tenía yo, le llaman la ‘Llave de la Esperanza’. Esta llave significó la vida y la esperanza de cientos y cientos de personas ese día”, añadió.
Gracias a eso, Willie logró subir 39 pisos junto a los bomberos para rescatar a todas las personas que quedaron atrapadas, en cada piso se estima que trabajaban cerca de 350 empleados.
“La compasión es más fuerte que la violencia. En ningún momento pensé en mi seguridad, solo pensaba en mis amigos que estaban atrapados”, dijo. “A pesar de la infinidad de reconocimientos que he recibido, yo soy simplemente un sobreviviente más, para mí los héroes murieron el 11 de septiembre tratando de ayudar a otras personas a salvarse. Yo solo tenía la llave y tenía el conocimiento”, dice el puertorriqueño.
Aún así, Willie siente que no logró cometer su objetivo de salvar a sus compañeros. “Nunca llegué a ellos. No pude salvarlos. Siempre me va a quedar esa culpabilidad”, dijo.
“Pero yo glorifico esta segunda oportunidad que la vida me dio, recordándolos y dándoles su honor a diario, tratando de que la gente no se olvide”, añade Willie, diciendo que su deseo es volver a humanizar ese 11 de septiembre, especialmente para las nuevas generaciones.
“Que sepan que ese eslogan que dice ‘Nunca olvidaremos’ es verdadero, es por eso que hoy por hoy, a través de los años, sigo en mi constante lucha de llevar este mensaje”.
Transformando vidas por el mundo
Desde entonces, Rodríguez se ha dedicado a dar charlas motivacionales por todo el mundo contando su experiencia en las Torres, él estima que más de 200 millones de personas lo han escuchado en conferencias y entrevistas desde Londres a México, hasta sitios tan remotos como Irán, Malasia y Sudáfrica.
En sus charlas, Willie relata su historia, y sobre cómo superarse y enfrentar la adversidad.
“Quiero llevar primero un mensaje de conocimiento de cómo evitar emergencias futuras y luego que aprendan sobre la motivación, disposición y entusiasmo del ser humano, que en medio de la adversidad siempre sale algo bueno”, dijo.
“Que entiendan de que si yo pude cambiar la historia de los Estados Unidos siendo solo un barrendero, ustedes que tienen mejor educación que yo, pueden hacer 20 o 30 veces más de lo que yo que hice, porque yo no tenía esa preparación”, añadió. “Si uno tiene el entusiasmo y tiene las herramientas necesarias, ustedes pueden lograr grandes cosas”.
Tras los atentados, Willie también empezó a ser entrevistado por muchas cadenas de televisión en inglés y español. Muchos hispanos que no recibieron ayuda se acercaron a pedirle apoyo.
“Formé el Grupo de Víctimas Hispanas porque simplemente no estaban ayudando a los latinos sobrevivientes. Para el americano el núcleo familiar es tu esposa y tus hijos, pero para el latino es todo lo contrario–nosotros tenemos toda una familia. Entonces tuve que reeducar a todas estas organizaciones sin fines de lucro para que entendiesen qué era lo que estaba ocurriendo y cuáles eran las necesidades, y ahí me entero de que estaban deportando a muchísima gente que había perdido víctimas en el World Trade Center”, dijo Willie.
Willie puso manos a la obra y empezó a lanzar anuncios de servicio público (PSA) en cadenas como Univisión y Telemundo para llamar a los hispanos que fueron víctimas del atentado. Así logró contactar con 2200 familias.
“Desde ahí la gente cree que yo soy abogado, pero yo era simplemente un barrendero que limpiaba pisos. Todo lo que aprendí en la oficina del gobernador de Nueva York me dio las tablas y me dio básicamente el ímpetu”, dijo. “Yo veía cómo todos los días se sentaban a escribir proyectos de leyes, lo viví por diez años, así que comencé a repetir todo lo que se hacía en la oficina del gobernador para ayudar a las víctimas y comencé a escribir programas de leyes”.
Todos estos esfuerzos llevaron a Willie hasta la Casa Blanca, donde el presidente George W. Bush le ofreció tomar clases en el Instituto de Gobernación. Aunque dijo que tuvo propuestas para lanzarse a la política, él decidió usar ese conocimiento obtenido para seguir ayudando a la comunidad hispana.
Willie dice que aunque lo que ocurrió el 11 de septiembre siempre será parte de su vida, él no quiere que se mantenga solo en eso. “Uno tiene que seguir evolucionando y seguir haciendo esto por la comunidad, y mi dedicación es a la comunidad”.
“Mi historia ayuda a la comunidad latina porque soy un ejemplo de lo que es la responsabilidad social”, dijo. “El hecho de que un latino, un puertorriqueño, haya sido el protagonista del evento terrorista más grande de la historia de los Estados Unidos, y que no se quedó solo en eso, sino que siguió trabajando por la comunidad, quizás da una lección de vida para mucha gente en muchísimos países”, añadió.
“Los latinos representamos la entrega, el sacrificio constante por el bien de los demás”, dijo Willie mientras miraba un rótulo que tiene en la pared de su habitación. “Yo me levanto todas las mañanas y veo la frase que dice ‘¿A quién ayudaste hoy?’, y yo quisiera que todo el mundo pusiera una frase en su pared para que les dé motivación, disposición y entusiasmo de hacer grandes cosas diariamente”.
A 22 años del evento, Willie dice que para él este día aún simboliza 102 minutos de horror.
“102 minutos de constante terror, 102 minutos de pérdidas–perdí 200 amigos ese día, 200 amigos que no voy a volver a ver”, señala. “Esa caída destruyó mi vida de una forma inimaginable, pero también las recuerdo con mucho cariño porque eran 92 países los que estaban representados en trabajadores, era un mosaico cultural”.
“Y hoy por hoy todavía las echo de menos”.
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