Un extracto del libro recién publicado de la psicóloga Nancy Colier, «La mujer emocionalmente agotada: Por qué te sientes agotada y cómo conseguir lo que necesitas». (New Harbinger Publications, 2022)
Mis necesidades: ¿el trabajo de quién?
La mayoría de nosotros creemos, al menos en cierto nivel, que es responsabilidad de otra persona averiguar nuestras necesidades, y no solo averiguarlas, sino también satisfacerlas. Pero en realidad, si ya no eres un niño, esa responsabilidad, ese privilegio, es suyo y, hasta cierto punto, sólo suyo. Esto no quiere decir que sus necesidades no vayan a ser atendidas por otros. A veces lo harán. Pero, contrariamente a lo que tal vez desearía que fuera cierto y, desde luego, a la fantasía que le han vendido, nadie más tiene el mandato ─ni su pareja, ni sus amigos, ni su familia, ni su jefe, ni nadie más─ de intuir sus necesidades ni de satisfacerlas (ni de satisfacerle a usted). Es bonito cuando ocurre, pero la tarea de cuidarse y mantenerse le pertenece en última instancia a uno mismo. Cuando asuma esta responsabilidad de todo corazón, sin resistencia ni resentimiento y sin imaginar que debería ser de otro modo, estará preparado para vivir el autocuidado en su encarnación más madura.
La mayoría de las estrategias de autocuidado se centran en la acción: qué se tiene que hacer, cómo defenderse y comportarse de forma diferente en el mundo para satisfacer las necesidades. La acción es buena y, por supuesto, necesaria. Pero pasar directamente a la acción, empezar a cuidarse antes de cuidarse, es saltarse un paso fundamental e ineludible. Hasta que no cambie quién es por dentro, solo estará practicando el autocuidado─light; estará dándose baños de sonido y comprándose flores cuando todavía no se preocupa por sí mismo. Es ir directamente a la experiencia exterior y pasar por alto la experiencia interior. Por mi parte, no quiero que omita el paso de preocuparse por sí mismo.
El asunto de conseguir lo que necesita es un trabajo interior. En realidad, no es posible relacionarse de forma diferente con el mundo hasta que no se haya aprendido (y se esté dispuesto) a relacionarse de forma diferente con uno mismo. No es posible ser su propio defensor hasta que haya desarrollado un sincero respeto y afecto por la persona a la que defiende. En pocas palabras, no se puede obtener lo que se necesita del mundo hasta que no se obtiene lo que se necesita de uno mismo. Los capítulos que siguen son solo una receta para conseguirlo.
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