¿Debemos aceptar antivalores por ser políticamente correctos?

Por Gerardo De la Concha
23 de junio de 2024 5:36 PM Actualizado: 25 de junio de 2024 6:13 AM

Opinión

Comienzo con una confesión: ignoraba yo a qué se referían exactamente cuando se habla de “Trans”. Pensaba que se trataba de hombres operados, pero de pronto comencé a darme cuenta que había muchos y envueltos en polémicas internacionales en el deporte, en la política o cuando invaden los baños de mujeres.

Para los políticos mexicanos es un tema tabú. Simplemente desde la izquierda, la derecha, el centro, cualquier postura pública de un político consiste únicamente en apoyar a los trans, eso es lo políticamente correcto. Y ninguno va a arriesgar sus prebendas por ir a contra corriente. Los políticos en general tienen intereses, no principios.

Luego supe del caso de Wendy Guevara (“una” influencer, qué horrible palabra), quien en un concurso de un programa de TV obtuvo más de 18 millones de votos y se coronó como Reina. Ahora es una celebridad. De hecho puede presumir que obtuvo más votos que Xóchitl Gálvez, la candidata presidencial opositora.

En una manifestación contra el presidente López Obrador, una persona reivindicada a sí misma como “diputada trans” del partido Morena, se dedicó a insultar a algunos de los manifestantes. Les gritaba groserías, especialmente a las mujeres.

Hubo también un escándalo en la Cineteca de la Ciudad de México a raíz de que a un trans  un policía le impidió pasar a un baño de mujeres, el policía fue despedido y el director de la Cineteca firmó una declaración pública pidiendo disculpas. El trans del caso acudió después a la dulcería del lugar acompañado de un grupo, lo saqueó en venganza y nadie lo impidió ni mucho menos sancionó.

Finalmente en algún momento me enteré que se le dice trans a hombres que se visten de mujeres, se consideran mujeres y quieren ser reconocidos como tales, con todos los derechos femeninos del mundo moderno, incluyendo derechos especiales, pues siendo hombres “transgénero”, exigen participar como mujeres en competencias deportivas, concursos de belleza, ser legisladores por cuota, haya leyes que los vuelva intocables, etcétera.

Estos hombres quieren ser reconocidos como mujeres e imponer que esto sea legal, no sólo una singularidad de la infra cultura contemporánea, sino totalmente establecido, es una toma de poder, aceptada e incluso promovida políticamente.

Se trata de una ideología aberrante. Las primeras en ser violentadas en sus derechos como mujeres son quienes nacen con este género, pues se altera la equidad, el respeto a la condición femenina en distintos campos y espacios; a la realidad natural se le introduce un artificio y se quiere crear una distorsión entre el orden natural y el orden jurídico.

No se trata de derechos humanos establecidos contra los abusos de autoridades de todos los niveles, sino del abuso de una supremacía contra el derecho de todos los demás.

Ya no es la locura de los hombres que quieren ser tratados como mujeres en todos los aspectos, sino la locura del mundo contemporáneo que acepta y reivindica supremacías disfrazadas de derechos.

En algunos países de Occidente se ha llegado al grado de entregar bebés a estas personas y se los dan en una cama de hospital, como si hubieran parido. Al bebé le suprimen su derecho a tener la protección de una maternidad normal.

En La Piel de Curzio Malaparte, el autor italiano cuenta de la figliata, una ceremonia secreta del antiguo culto uraniano, donde un hombre finge ser mujer y dar a la luz, pero es un muñeco, no un ser vivo. Este libro reúne relatos de la inmediata posguerra en Nápoles al término de la Segunda Guerra Mundial, en un  momento en que normas y principios estaban hechos añicos y era un ambiente propio para extravagancias y la decadencia humana. ¿Qué se ha descompuesto en la civilización humana contemporánea para que bebés inocentes sean entregados a una adopción considerada un derecho?

No es ningún “discurso de odio” criticar esto. De hecho la violencia que ejercen muchos trans es una verdadera expresión de odio contra los demás. Pequeños grupos boicotean a quienes ellos identifican como contrarios. Y agreden amparados en su condición; así ha sucedido en conferencias o expresiones públicas.

El problema no es el travestismo, que siempre ha existido y nadie debe ser molestado si lo ejerce a su cuenta y sin molestar a otros, sino lo rechazable es la idea de que un hombre debe ser reconocido como mujer invadiendo los espacios y los derechos de la mujer verdadera.

Pero peor si se agrede el crecimiento normal de los niños. Ya se ha cometido este abuso en los libros de texto de educación básica auspiciados por el gobierno cuya función está a punto de expirar. La ideología transgénero y la idea de normalizar diferencias antinaturales en las familias se promueven en libros de texto que han abolido la enseñanza de las matemáticas, el lenguaje, la historia universal, la enseñanza de los clásicos de la literatura.

Con los impuestos ciudadanos el gobierno de la Ciudad de México encabezado por la hoy presidenta elegida Claudia Sheimbaum, promovió una campaña llamada Drags King, con sujetos disfrazados de duendes que en sitios oficiales y convocando a una diversión infantil, le cuentan a los niños historias para legitimar diferentes opciones sexuales con el pretexto de fomentar según ellos la tolerancia, creando confusión en mentes infantiles que, a mi parecer, deben ser educados en los valores tradicionales de sus familias.

Este derecho a que los niños sean educados en los valores de sus familias está siendo transgredido oficialmente con este tipo de promociones como los drags kings, además con una violación abierta a la ley pues se fomenta el delito de corrupción de menores tipificado en el Código Penal.

Este tipo de ideología amparada en la LGBTT+ sustenta un supremacismo inaceptable en un verdadero Estado de Derecho. Es lo que se ha tipificado como marxismo posmoderno el cual la mayoría de los ciudadanos desconoce y seguramente no aceptaría.

La presidenta elegida Claudia Sheinbaum promovió como jefa de gobierno de la CDMX una ley para que en las escuelas de educación básica  estuviera autorizado que las niñas usen pantalón y los niños falda si lo deciden, aun en contra del criterio de sus padres. Una concesión a todo este enredo o una expresión de sus ideas propias del marxismo posmoderno.

La elección de un partido en el gobierno no debe ir en contra de los valores universales y tradicionales en aras de seguir una moda convertida en la supremacía de antivalores que no son en realidad decisión de una gran parte de los ciudadanos.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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