«Debería» parece haberse convertido en un insulto estos días. Nos hemos vuelto desafiantes ante la idea de «debería».
«¿Quién lo dice?», decimos. Pensar en «debería» nos lleva a la vergüenza, y la vergüenza es mala, ¿no?
Por otro lado, existe esa sensación de que tal vez «deberíamos» ocuparnos de esa cosa que hemos descuidado, mejorar una u otra área de nuestra vida, exigirnos más, esforzarnos más o aspirar a nuestro máximo potencial.
Sin duda, hay un momento en el que machacarse a uno mismo con los «debería» hace más daño que bien, y ofrecer «debería» a los demás puede suscitar respuestas frías. Aun así, ¿no deberías hacer lo que debes hacer?
Sí, hay que hacerlo.
Debes poner freno a la negligencia
Miras esa pila de correo sin abrir y sabes que deberías sentarte a procesarlo. Ves mensajes de voz sin escuchar o correos electrónicos sin leer y sabes que deberías responder. Piensas en tus seres queridos y sabes que deberías ponerte en contacto con ellos más a menudo. Ves los platos sucios en el fregadero y sabes que deberías lavarlos.
Deberías convertirte en alguien que no descuida las responsabilidades de la vida, grandes y pequeñas. Empieza con algo pequeño para mejorar tus hábitos, ten en cuenta a los demás, deja de procrastinar y haz lo que puedes (y debes) hacer.
Debes cuidarte a ti mismo
Te levantas tarde, sales corriendo por la puerta, comes todo lo que puedes agarrar rápidamente, aceptas más de lo que puedes manejar, te apresuras todo el día tratando de mantener el ritmo, te desplomas al final de la noche, te quedas despierto hasta muy tarde comiendo chatarra y revisando tu teléfono para relajarte.
La vida tiene muchas etapas. Tal vez la tuya se parezca a esta, o tal vez sea diferente. Sin embargo, sea cual sea la estación en la que te encuentres, debes dejar espacio para cuidarte.
Organiza tu vida de modo que puedas dar prioridad a tu bienestar mental, físico y espiritual. Deberías hacerlo.
Debes dejar de lado la perfección
Quizás la razón subyacente por la que no estás haciendo lo que sabes que debes hacer es que también tienes una visión en tu mente de cómo hacerlo perfectamente. Sin embargo, dadas tus limitaciones, no crees que puedas cumplir con esa visión. Al fin y al cabo, la perfección es una tarea difícil. Así que no haces nada.
Deberías dejar de lado tus ideales perfectos y dedicarte a lo que debes hacer, que es algo, no nada.
Debes creer en ti mismo
En algún lugar de tu interior, sabes que puedes ser más de lo que eres ahora. Estás jugando a un juego más pequeño de lo que realmente eres capaz.
Deberías exigirte más y hacerlo mejor: en el trabajo, en tus relaciones, en tus actividades creativas, en casa. Haz lo que debes hacer para mejorar y apunta a ese potencial que sabes, en el fondo, que ha estado ahí todo el tiempo.
Debes apuntar alto
Has sido bendecido con una personalidad muy específica, un carácter propio, dones únicos y una variedad de talentos. Tal vez aún no los hayas descubierto todos. Tal vez hayas pasado por alto o incluso menospreciado algunos de tus dones.
Deberías conocerte mejor, abrazar tus dones y tratar de ponerlos al servicio del mayor bien que puedas imaginar.
Apunta alto. Deberías hacerlo.
Sigue a Barbara en Twitter: @barbaradanza
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