La revista médica The Lancet publicó en su sección Clinical Picture un artículo en agosto en el que se detallaba el caso de un hombre de 33 años en el Reino Unido con COVID prolongado que desarrolló una peculiar decoloración azulada en las piernas. Desde entonces, el informe ha suscitado preocupación por los síntomas desconocidos de la enfermedad.
Hace unos seis meses, el individuo notó que tras un minuto de estar de pie, sus piernas empezaban a oscurecerse y se volvían progresivamente moradas, y sus venas se hacían más prominentes. Al cabo de unos 10 minutos, la decoloración era aún más pronunciada. Según el paciente, sentía las piernas pesadas, con hormigueo y picor. Sin embargo, al acostarse, el color de sus piernas volvía a la normalidad y los demás síntomas remitían.
El paciente había contraído COVID-19 en dos ocasiones. Durante el año siguiente a su recuperación, sufrió insomnio y una fatiga implacables y resistentes al tratamiento. Otros síntomas incluían dolor muscular, trastornos del sueño, problemas visuales, disfunción sexual y dificultades cognitivas. Dos meses antes del artículo, le diagnosticaron el síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS), caracterizado por un aumento anormal de la frecuencia cardiaca al ponerse de pie, mientras que la presión arterial permanecía invariable.
Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, los pacientes con POTS pueden tener síntomas como mareos o aturdimiento, palpitaciones o dolor torácico, dificultad para respirar o desmayos, temblores y sudoración, problemas digestivos, dolores de cabeza, problemas de visión y decoloración púrpura en manos y pies, fatiga y dificultades cognitivas.
Antes de contraer COVID-19, el historial médico de este paciente incluía síndrome de intestino irritable diagnosticado a los 18 años, dolor pélvico desde los 21, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) e hipermovilidad articular a los 31 años. Teniendo en cuenta la historia clínica del paciente y los indicadores clínicos, el diagnóstico apuntó hacia una disfunción autonómica secundaria asociada a la infección por SARS-CoV-2 y vinculada a un COVID persistente. La decoloración de las piernas se atribuye a estasis venosa e isquemia cutánea.
Según la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, la disfunción autonómica se produce cuando el sistema nervioso autónomo (responsable de regular el bienestar y mantener el equilibrio) no funciona correctamente. La disfunción autonómica puede afectar al ritmo cardíaco, la presión arterial, la temperatura corporal, las glándulas sudoríparas y las funciones digestiva, urinaria y sexual.
El Dr. Manoj Sivan, profesor clínico asociado y consultor honorario en medicina de rehabilitación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Leeds, declaró a la revista SciTechDaily: «Se trata de un caso sorprendente de acrocianosis en un paciente que no la había sufrido antes de su infección por COVID-19. (…) Es posible que los médicos no sean conscientes de la relación entre la acrocianosis y el Covid persistente».
El COVID prolongado es un síndrome multisistémico con una serie de síntomas que pueden afectar la calidad de vida de los pacientes. Además de los síntomas comunes del COVID prolongado, la Dra. Janet Díaz, responsable técnica del proyecto de Formación en Cuidados Críticos para Infecciones Respiratorias Agudas Graves (SARI) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmó que se han reportado más de 200 síntomas de COVID prolongado.
Cada vez hay más pruebas que sugieren una conexión entre el síndrome de COVID prolongado y el POTS, así como la disfunción autonómica. Además, anteriormente se ha observado acrocianosis en niños con disfunción autonómica.
Un estudio realizado en España en 2022 indicó que el 2.5 por ciento de los pacientes con COVID prolongado sufren de disautonomía tardía (disfunción autonómica), siendo el POTS un fenotipo autonómico más común entre estos pacientes.
Métodos para aliviar los síntomas del POTS
El artículo sugiere aumentar la ingesta de líquidos y de sal para este paciente, así como ejercicios de fortalecimiento muscular.
Un estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology (JACC) en 2021 indicó que consumir una cantidad ligeramente superior de sal puede disminuir los niveles plasmáticos de norepinefrina, reducir la variabilidad de la frecuencia cardiaca y mejorar los síntomas clínicos.
Los investigadores realizaron un estudio de seis días en el que participaron 14 pacientes con POTS (grupo experimental) y 13 individuos sanos (grupo de control) con edades comprendidas entre los 23 y los 49 años. El grupo experimental consumió una dieta rica en sodio de 300 miliequivalentes (mEq) diarios, mientras que el grupo de control consumió una dieta baja en sodio de 10 mEq diarios. Se midieron la frecuencia cardiaca en posición supina y de pie, la presión arterial, la aldosterona sérica, el volumen sanguíneo, la actividad de la renina plasmática y la norepinefrina y epinefrina plasmáticas de los participantes.
Los resultados revelaron que, en comparación con una dieta baja en sodio, una dieta rica en sodio provocaba un aumento del volumen sanguíneo, una disminución de la variabilidad de la frecuencia cardiaca al estar de pie y una reducción de los niveles plasmáticos de norepinefrina. Además, los pacientes que siguieron una dieta rica en sodio experimentaron mejoras significativas en su bienestar, como una reducción del mareo y un alivio de los dolores de cabeza.
El POTS puede provocar trastornos del sueño; por lo tanto, es crucial centrarse en la gestión del sueño. La Clínica Cleveland recomienda elevar la cabecera de la cama entre 6 y 10 pulgadas para aliviar los síntomas. Además, sugiere establecer un horario de sueño consistente, evitar las siestas diurnas excesivas y abstenerse de ver la televisión en exceso o de utilizar el teléfono celular o el ordenador en la cama, ya que estos dispositivos electrónicos pueden afectar a la calidad del sueño.
La dieta y la nutrición son otros aspectos cruciales para mejorar el POTS. Los médicos aconsejan desarrollar los siguientes hábitos:
— Aumentar la ingesta diaria de sodio de 3000 miligramos a 10,000 miligramos.
— Consumir de 2 a 2.5 litros de agua al día.
— Optar por comidas frecuentes y más pequeñas.
— Seguir una dieta rica en fibra y carbohidratos complejos para ayudar a reducir los picos de azúcar en sangre y aliviar los síntomas.
— Mantener un equilibrio nutricional con proteínas, verduras, productos lácteos y frutas.
— Optar por tentempiés salados como el caldo, los pepinillos, las sardinas, las aceitunas, las anchoas y los frutos secos. Elegir opciones más saludables y evitar depender de las papas fritas y las galletas saladas para el consumo de sal.
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