La dependencia estadounidense de las importaciones procedentes de China disminuyó significativamente en los últimos años. Las empresas están luchando por redirigir sus cadenas de suministro a otros lugares para evitar los impredecibles cambios de normas del régimen comunista, los aranceles impuestos a China en 2018 y las reacciones negativas a las violaciones de los derechos humanos.
Las importaciones procedentes de China de febrero se situaron por debajo de los USD 31,000 millones, la cifra más baja desde 2006, ajustada a la inflación, y excluyendo febrero y marzo de 2020, cuando el movimiento de mercancías procedentes de China se desplomó debido a las restricciones por la pandemia COVID-19, según registros de la Oficina del Censo y datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.
En particular, las importaciones de ropa y productos electrónicos, donde China solía reinar, han cambiado de tendencia.
Las importaciones de computadores y productos electrónicos de enero y febrero cayeron alrededor de un 27 % en comparación con los mismos meses de 2018. Las importaciones de ropa cayeron casi un 42 % en el mismo período, según datos del Departamento de Comercio.
China puede, de hecho, perder la posición de mayor contraparte comercial de Estados Unidos. En febrero, Estados Unidos importó más de México que de China, una situación no vista en décadas, salvo los dos meses al inicio de la pandemia.
China ha estado perdiendo cuota de mercado en la industria de la confección durante al menos una década, y el declive se aceleró drásticamente en 2018, después de que la administración Trump impusiera aranceles a miríadas de productos chinos, como señaló la Asociación de la Industria de la Moda de Estados Unidos (USFIA), en marzo, al publicar su informe Sourcing Trends and Outlook.
Los aranceles han supuesto más de USD 176,000 millones, según registros de aduanas.
«Aunque China sigue siendo el principal proveedor del mercado estadounidense, ya no es un proveedor dominante», comentó la USFIA sobre los datos de 2022.
La tendencia parece aún más marcada este año. Estados Unidos ha importado en el período de enero y febrero cerca de USD 4000 millones de ropa de Vietnam y Bangladesh y menos de USD 2800 millones de China, lo que supone menos del 20 % de la cuota de mercado de importación.
En el mismo período, unos USD 20,000 millones en computadores y productos electrónicos procedían de China, mientras que más de USD 24,000 millones procedían de México, Taiwán y Vietnam. Esto deja a China con una cuota de mercado inferior al 29 %.
Aparte de los aranceles, China exasperó a los minoristas el año pasado con repetidos bloqueos extremos por COVID-19. La propia enfermedad causó más alteraciones.
«Espere una miríada de retrasos y cancelaciones de pedidos este año si sus proveedores tienen quienes les suministran de China», advirtió Everstream Analytics, consultora alemana de la cadena de suministro, en su previsión para 2023 (pdf).
La empresa asignó un 90 % de probabilidad de riesgo.
«Las garantías de sus proveedores de primer nivel de que no hacen negocios con China no son una protección suficiente, porque esos proveedores probablemente no tengan visibilidad de toda su red de suministro», dice el informe.
«Así mismo, ellos sentirán el impacto en algún momento de 2023».
El informe también asignó una «puntuación de riesgo» del 75 % a la eventualidad de que las empresas se enfrenten a violaciones por trabajo esclavo.
«Investigadores de los medios de comunicación, ONG y otros equipos de investigación de violaciones del trabajo forzado impulsaron la aprobación de la Ley de Protección del Trabajo Forzoso Uigur (UFLPA)», señala el documento.
«Los investigadores han descubierto vínculos entre varias marcas de renombre y sus proveedores subalternos que utilizaban mano de obra forzada, en Xinjiang, China. Su empresa podría estar en los próximos titulares, sobre todo si pertenece al sector de la electrónica o al comercio minorista».
El trabajo esclavo está sancionado por el régimen de China. Aunque la vasta red de campos de «reeducación por el trabajo» del país se cerró oficialmente hace años, la práctica continúa en otros centros de detención. El uso de esta forma de «reeducación» contra la minoría uigur de Xinjiang ha suscitado gran atención internacional, pero se ha utilizado ampliamente y contra toda la población y en particular contra presos de conciencia, incluidos budistas tibetanos, activistas por la democracia, cristianos clandestinos y practicantes de Falun Gong.
En virtud de la Ley de Protección del Trabajo Forzoso Uigur, a 31 empresas estadounidenses se les prohibieron importaciones por el uso de mano de obra esclava de Xinjiang, pero Everstream encontró al menos 177 más.
«Es de esperar que estas empresas aparezcan en los medios de comunicación el año que viene», dice el informe.
La fabricación de microchips está abandonando China, pero el proceso llevará tiempo.
«Muchas empresas fabricantes de chips decidieron abandonar China durante el apogeo de la pandemia del virus COVID-19 y la escasez de chips de 2020-2021. Dado que se tarda unos tres años en construir una planta de chips semiconductores, la diversificación fuera de China se hará evidente en 2024, a medida que esas nuevas plantas entren en funcionamiento».
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