Desafía pronóstico de 3 meses, sobrevive a cáncer metastásico y 30 años después relata su historia

30 años después que le diagnosticaran cáncer metastásico con un pronóstico de tres meses, Yang Li prospera sin cáncer y lo atribuye a su práctica de Falun Gong

Por Lisa Bian y Yu Xin
30 de agosto de 2024 6:35 PM Actualizado: 30 de agosto de 2024 6:48 PM

La vida de Yang Li estuvo a punto de truncarse a los cuarenta años por un cáncer metastásico. A pesar de negarse a seguir recibiendo tratamiento médico, llevó una vida vibrante y sana durante los últimos 30 años. ¿Qué experimentó para ganar la batalla contra un cáncer mortal?

Yang, que ahora tiene 77 años, vive en San José, California. En su juventud fue una conocida actriz de la ópera Huangmei (uno de los cinco géneros de ópera más importantes de China) en Anhui China, antes de pasar a trabajar como diseñadora de vestuario para la misma ópera. Desde su adolescencia, luchó contra numerosas enfermedades, como hepatitis A y B, cardiopatías coronarias, bronquitis crónica e infecciones crónicas de las vías urinarias. Tomaba tantos medicamentos que a menudo la llamaban «botiquín ambulante».

En 1990, mientras Yang, de 43 años, trabajaba en el diseño de un vestuario y de repente empezó a vomitar coágulos de sangre, lo que la alarmó mucho. Sufría dolores intermitentes en la parte superior del abdomen, junto con vómitos ácidos que a veces contenían sangre. Debido a su apretada agenda laboral, no se sometió a ningún examen ni tratamiento exhaustivo.

Más tarde le diagnosticaron un adenocarcinoma gástrico avanzado (un tipo de cáncer de estómago). Los médicos detectaron un tumor en la unión gastroesofágica de 6.5 x 8 cm y 2.5 cm de grosor. Se le practicó una gastrectomía subtotal y se le extirparon 2 centímetros de esófago. Poco después empezó la quimioterapia, pero en sólo tres días su estado empeoró significativamente, con síntomas como fiebre alta, vómitos, caída del cabello y una grave disminución de glóbulos blancos y rojos. Los médicos no tuvieron más remedio que interrumpir el tratamiento.

La metástasis del cáncer conduce a la desesperación

A finales de 1993, Yang empezó a sentir dolor en el codo derecho. Las radiografías revelaron un aspecto de panal en la cavidad ósea del codo y el antebrazo, lo que indicaba la presencia de un cáncer de hueso. En aquella época, su estado general de salud era muy malo y todos sus análisis de sangre arrojaban resultados anormales. Sus médicos dudaban en seguir adelante con la quimioterapia por temor a que sufriera complicaciones durante el tratamiento.

En 1994, Yang desarrolló nuevos síntomas que indicaban un cáncer nasofaríngeo. Una tomografía computarizada reveló dos tumores, cada uno del tamaño de una soja, en su seno izquierdo.

Cuando el médico de Yang le dijo que le quedaban unos tres meses de vida, suspiró y dijo: «Parece que no hay necesidad de más tratamientos». Optó por no ser hospitalizada.

Una vez que el cáncer de estómago hace metástasis en zonas distantes, las posibilidades de supervivencia son muy escasas. Según la Sociedad Americana del Cáncer, la tasa de supervivencia relativa a cinco años de los pacientes con metástasis de cáncer de estómago a distancia es sólo del siete por ciento.

Un viaje al bienestar a través de un libro

Poco después de volver a casa, Yang recibió la llamada de una amiga, una conocida actriz de ópera Huangmei de China, que le pidió que le devolviera un libro que le había prestado al marido de Yang, titulado «Falun Gong, edición revisada».

Curiosa, Yang hojeó el libro, que presentaba la práctica de Falun Gong. Siguiendo los principios de verdad, compasión y tolerancia, Falun Gong consiste en cinco conjuntos de ejercicios, incluida la meditación.

Yang quería aprender Falun Gong y concertó una cita con su amiga, pero ésta se negó a enseñarle debido al estado crítico de Yang. «Falun Gong puede mejorar la salud y la forma física, pero no es un tratamiento médico», explicó su amiga.

Yang encontró en la mesa de su amiga un periódico con testimonios de practicantes de Falun Gong. Tras leerlo, exclamó: «Falun Gong es realmente maravilloso. Tengo que aprenderlo».

Conmovida por la determinación de Yang, su amiga le regaló un libro de Falun Gong. Yang leyó el libro y aprendió los ejercicios siguiendo las ilustraciones.

Después de practicar durante varios días, el dolor en el codo derecho empezó a remitir, lo que le permitió dormir más cómodamente. Pronto pudo pasar de una dieta líquida a alimentos blandos y aumentar gradualmente su ingesta. Sorprendentemente, su cuerpo se sentía más fuerte y sano.

Poco más de un mes después, su dolor de codo desapareció por completo y podía comer con normalidad, como una persona sana. Al poco tiempo, incluso era capaz de preparar comidas sencillas por sí misma.

Unos meses más tarde, su salud no sólo mejoró notablemente, sino que su temperamento también mejoró. Se volvió mucho más tolerante y comprensiva, incluso con los vecinos difíciles, y desarrolló relaciones armoniosas con amigos y familiares.

En abril de 1996, la amiga que la introdujo en Falun Gong la invitó a unirse a una sesión de práctica en grupo.

La sesión tuvo lugar en un gran parque cercano a su casa, y aún recuerda vívidamente aquella mañana —la primavera estaba en plena floración— había flores por todas partes y una suave brisa llevaba el aroma de las flores por el aire. Asistieron entre 70 y 80 practicantes, entre ellos muchos de sus colegas y amigos de las artes y la medicina.

Cuando empezó a practicar, sintió como si la energía la «tocara» al comenzar la música de meditación, e incluso le tembló ligeramente el cuerpo, pero no fue desagradable. El coordinador del lugar de práctica le explicó que esto se debía a la poderosa energía colectiva de la práctica en grupo, que proporcionaba mayores beneficios para la salud.

Al cabo de un mes de practicar con el grupo, pudo ir y volver en bicicleta.

«Fue el momento más feliz de mi vida. Experimenté realmente la alegría de estar libre de enfermedades, con un cuerpo ligero y lleno de energía. Mi corazón se llenó de emoción y de una sensación de felicidad indescriptible. No podía dejar de sonreír y a menudo me encontraba tarareando canciones de camino al consultorio y de vuelta», afirma.

En agosto de 1996, su salud mejoró notablemente y volvió a trabajar.

Una foto de Yang practicando en un parque de San José, el 3 de agosto (Cortesía de Yang Li).
Una foto de Yang practicando en un parque de San José, el 3 de agosto. (Cortesía de Yang Li).

El tumor se desprende milagrosamente

A principios de 1997, después de un día de entrenamiento, los síntomas del cáncer nasofaríngeo en el lado izquierdo de la cara que habían desaparecido anteriormente —entumecimiento, lagrimeo, secreción nasal y congestión de oídos— reaparecieron de repente, junto con fiebre y dolores corporales. Los síntomas duraron dos días.

Al tercer día, sintió un ligero picor en la fosa nasal izquierda. Respiró hondo y, para su asombro, el tumor del seno izquierdo se desprendió por el conducto nasal conectado al paladar superior y cayó en su boca. Cuando lo escupió, vio que tenía el tamaño de un cacahuete pequeño y era bastante duro.

Milagrosamente, en cuanto cayó el tumor, todos sus síntomas desaparecieron por completo.

Ahora, a sus 77 años, dice: «Gozo de buena salud y me siento con tanta energía como a los cincuenta».

El proceso de practicar no siempre fue cómodo y fácil.

Cuando Yang empezó a meditar, le dolían mucho las piernas y tardó mucho tiempo en poder sentarse con las piernas cruzadas. Perseveró a pesar del dolor y progresó gradualmente, empezando con una simple postura con las piernas cruzadas, pasando luego a medio loto y, finalmente, después de casi un año y medio, consiguió sentarse en la posición de loto completa.

Ahora, rara vez le duelen las piernas mientras medita. Sin embargo, se da cuenta de que cuando le duelen las piernas, a menudo es porque hizo algo que no se ajusta a los principios de verdad, compasión y tolerancia. Después de reflexionar y corregir sus acciones, el dolor desaparece.

Después de casi 30 años de práctica, se esfuerza constantemente por alinearse con los principios de verdad, compasión y tolerancia, reflexionando regularmente sobre sus acciones cada vez que surgen conflictos.

«Falun Gong no sólo me dio una segunda oportunidad en la vida, sino que también me enseñó profundas lecciones sobre lo que realmente significa ser una buena persona. Me siento increíblemente afortunada», dijo.

El 1 de junio, los practicantes de Falun Gong fueron invitados a participar en el Gran Desfile del Festival de los Cerezos en Flor en la Bahía de San Francisco. La foto muestra a Yang, de 77 años (extrema derecha, primera fila), interpretando el arte popular tradicional chino (tambores de cintura o yaogu) con el grupo de tambores de Falun Gong. (The Epoch Times).

Falun Gong podría aliviar el cáncer y prolongar la esperanza de vida

Un estudio  de observación presentado en la reunión anual de 2016 de la Sociedad Americana de Oncología Clínica indicó que la práctica de Falun Gong podría prolongar la supervivencia de pacientes con cáncer terminal y aliviar sus síntomas. Investigadores de Suiza, Taiwán, Reino Unido y Estados Unidos observaron a 152 pacientes con cáncer terminal en China que practicaban Falun Gong. En la fecha del informe, 149 pacientes seguían vivos y gozaban de buena salud. En comparación con el período de supervivencia previsto de 5.1 meses, su período de supervivencia se prolongó hasta los 56 meses. Además, la calidad de vida de los pacientes mejoró notablemente.

Un estudio de 2020 en el que participaron más de 1000 practicantes taiwaneses de Falun Gong descubrió que las personas con enfermedades crónicas como cardiopatías, diabetes, problemas pulmonares e hipertensión experimentaban una mejora o recuperación de entre el 70 y el 89 por ciento después de practicar Falun Gong.


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